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Cuba

El teletrabajo no camina en Cuba

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Por María Carla Prieto

Según la Ley No. 116/2013 del Código de Trabajo, los cubanos podrían cotizar por realizar teletrabajo en labores de diseño, arquitectura, informática, papeleo de oficinas y periodismo. ¿Realidad o ficción dentro de la isla?

En la polémica Mesa Redonda que abrió la caja de Pandora, el presidente Miguel Díaz- Canel se refirió, entre otras cosas, a las ventajas del trabajo no presencial. Este teletrabajo del que hablaba tenía el objetivo de aliviar los horarios picos en que las personas salían en masa hacia las paradas, por las cuales casi no pasarían ómnibus. ¡Qué gracia me hizo escucharlo hablar de eso!

Lo que muchos aún desconocen es que esta forma de cotizar está vigente desde el 2014, y tiene un trasfondo reflejado en la Ley No. 116/2013 del Código de Trabajo. Dentro de las actividades que se pueden realizar como parte de la modalidad, están el diseño, la arquitectura, la informática, el papeleo de las oficinas y el periodismo.

Hasta este punto, la labor parece posible. La voluntad cubana, forjada en el mimetismo del cordero, así nos lo permite. La cosa se pone buena cuando hablamos de tecnología.

¿Con qué instrumentos vamos a trabajar desde casa? Para hacerlo, necesitamos, mínimamente, una computadora decente, léase de escritorio o laptop y cuyo año de salida al mercado sea, por lo bajo, 2013. Además precisaremos un móvil de última generación, que soporte los datos sin que se “congelen”.

Esos serían los condimentos básicos, tecnológicamente hablando. Dejamos afuera, por razones obvias, la impresora, el fax y demás instrumentos que no conoce el cubano de a pie. En este mejunje falta traer a colación la problemática del capital humano.

Ningún dirigente de este país puede decirme que está ajeno al hecho, múltiples veces comprobado, de que los jóvenes cubanos no quieren trabajar para el Estado. “Es esclavizarse por gusto. Yo, por ejemplo, soy profesor y estoy  en una escuela porque tuve un accidente y necesito un trabajo más calmado en lo que aparece algo, porque la verdad, ni subiendo el salario a dos mil pesos te pagan lo pesados que están los muchachos”.

“Yo trabajo por Internet hace rato. Escribo para un sitio de viajes que hace reseñas de Cuba, de los lugares buenos para visitar. Al principio no tenía las condiciones que debía, pero con lo que cobro ahí en poco tiempo me hice de lo mío”.

Para Claudia las dinámicas son sencillas. “Tengo unos gastos de producción que me permiten visitar una cantidad determinada de lugares en el mes, sitios nuevos, que puedan ser de interés turístico, y después llego a casa y, a mi ritmo, voy escribiendo todos los textos”. Por lo que ella expresa, es el trabajo ideal.

En este nuevo panorama, los jóvenes tienen más chance. Al ser nativos digitales, trabajar con páginas web, bases de datos y mediante aplicaciones de mensajería, se les hace un juego de niños. La cosa se complica con las personas de más edad, que, en definitiva, son la fuerza de trabajo del país. “Mira mi móvil, lo tengo para llamar y malamente enviar mensajes. Si tengo dinero te llamo, porque se me hace más sencillo que escribir y no corro el riesgo de meter el dedo donde no es. ¿Tú te imaginas que nos obliguen a trabajar por Internet, que yo no sé ni como es?

La alarma se extiende por los trabajadores activos. “Nos están metiendo a pulso algunos cursos de capacitación, pero qué va, no me entra. Y eso que yo tengo a los niños en la casa, que tratan de enseñarme, pero nada”.

Personalmente, no me creo eso de que repartan ordenadores para cada trabajador, entre otras cosas, porque no hay presupuesto. Aunque a la vez pienso que es una posibilidad a contemplar: nuestra capacidad de súplica para con los chinos no tiene límites.

¿Y ETECSA? Al ser la única compañía de telecomunicaciones en Cuba, debería asumir, por completo, la instalación de Internet en los hogares mediante redes inalámbricas o módem, todo esto en tiempo récord. Todos sabemos que el monopolio estatal de las telecomunicaciones se toma su tiempo. Tal vez puede bajar el costo de los paquetes de datos, para que cada empresa pueda costearlo de manera independiente a cada trabajador. Tampoco. Nuestro emporio comunicacional no tiene conciencia de masas.

La solución, ahora mismo, no se me ocurre. Entonces, gobernante Díaz-Canel, deje de engañarse. El teletrabajo no camina en Cuba.

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