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Cuba

Siguen faltando maestros en las aulas de Cuba

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Ni el aumento en los salarios es motivación suficiente para que los maestros cubanos regresen a las aulas

La hija de Lorena estuvo castigada una semana. La niña no aprendía. Cada vez que le revisaba la libreta de tarea era un error tras otro. Cansada de la situación decidió ir a la escuela para conversar con la maestra.  Resulta que la profesora es una estudiante recién graduada que vino a suplir a la antigua maestra. “En los cuadernos de la escuela, tiene estrellitas y excelente con las cosas mal hechas, ¿qué tipo de educación la están dando a los niños?”, reclama ella.

Casos como estos existen varios. La población se pregunta ¿qué ha pasado con los maestros cubanos? Durante el pasado mes de julio el gobierno aprobó las resoluciones No. 19 y 25 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social que anunciaba el aumento de salario para el sector de los profesionales de la educación.

Después de la puesta en práctica de esta medida, los medios nacionales anunciaban la incorporación de más de ocho mil educadores a las aulas, lo que permitió “iniciar el curso 2019-2020, con una cobertura del 95 por ciento, sin recurrir a otras alternativas”. Recordemos que el Estado por el déficit tan grande de personal inventó “Educando por Amor”: se hacía un llamado a los estudiantes universitarios para que se incorporaran a suplir las vacantes.

“Estudio Derecho en la Universidad de La Habana e imparto clases de Educación Cívica en séptimo grado. A veces se me aprieta el tiempo pero al menos gano algo para pasar el mes. Esto es un favor que hacemos sino las escuelas se quedaban vacías”, explica María a Cubacomenta.

Son pocos los que sienten la vocación en sus entrañas, la mayoría se acoge al magisterio por  las facilidades que presenta, como la continuidad de estudios y la superación mediante cursos.

“Los muchachos jóvenes nunca están motivados. Llegan aquí para no quedarse sin carrera. En las enseñanzas de los más pequeños se necesitan personas con deseos y paciencia. Yo participé en la Campaña de Alfabetización con 12 años porque quería. Ahora me da pena ver en lo que nos hemos convertido”,  declara Caridad, profe reincorporada desde el 2008.

La pequeña de Clara lleva una semana en la casa. La maestra tiene al hijo enfermo, por tanto no sé están dando clases. “Es un grupo de segundo grado y las demás dicen no tener tiempo para atenderlos. Antes si sucedía algo similar estaban de apoyo las auxiliares para ir repasando los contenidos”, agrega.

Mónica, una joven madre de 28 años, nos aclara que los pequeños solo van hasta el mediodía e incluso cuando se le presenta una situación “extra” a la educadora, desde la clase anterior avisa para que no asistan al centro. “La directora está al tanto, en la última reunión la invitamos. Su respuesta fue: imagínense tiene un bebé. Hay que entenderla”.

“El salario está mucho mejor. Al fin reconocieron nuestro esfuerzo. Pero, a veces ni dinero paga el día a día en las aulas. Además no tenemos ningún incentivo, actividades o algún plus como se hacía años atrás cuando se repartían los televisores Panda o las villas en la playa en vacaciones. Ahí sí se buscaba la perfección, tener los murales actualizados. Todo adornado. Ahora sólo recibes las discusiones de los padres”, se queja una maestra de español.

“Se ha perdido el deseo. Uno da lo que recibe. Hubo un tiempo donde se hacían cosas buenas, pero la sociedad está cansada. Usted cree que después de tres guaguas, las malas contestas de la gente en la calle y el calor nos van a quedar deseos de algo”, eso cree un matemático que además los fines de semana trabaja de cuentapropista en una paladar. “Estoy pensando en abandonar el magisterio. Mil pesos gano yo en la semana, en cualquier negocio particular”.

Texto y foto: Vladia Rosa García 

 


 

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