No eran pilas, sino cartuchos de fuego, pero fue detenido en Aeropuerto de Camagüey

Un pasajero que intentó introducir varios cartuchos de armas de fuego “disfrazados” como si fueran baterías – conocidas en Cuba como “pilas” – fue detenido en el Aeropuerto “Ignacio Agramonte” de la ciudad de Camagüey, en un hecho que resaltó ayer el diario oficialista Juventud Rebelde.

Fue un joven oficial de la Aduana General de la República nombrado Roger Samanda López, quien detectó “el bulto”, y ordenó detener al pasajero.

El joven, de 28 años de edad, relató que le resultó extraño ver tantas pilas en un equipaje tan pequeño, y ordenó una inspección más detallada de la carga.

Aunque las llamadas pilitas son, como cualquier otro artículo en la isla, propenso a perderse de las tiendas y a veces se busca “como pan caliente”, aquellas otras que traía este pasajero en un vuelo tan temprano, 9:00 a.m., llamaron la atención de Samanda, situado justo detrás del aparato de Rayos X.

“(…) aquello no me gustó. Luego de darle varias revisiones al equipaje detecté que estas supuestas pilas eran 95 cartuchos calibre nueve milímetros para pistola”, reveló el oficial, quien desde hace varios años trabaja “en la Línea de Seguridad Nacional o Línea 1 de Enfrentamiento” la que califican como “(la) misión más importante del aduanero”.

“He operado en varios intentos de penetración, pero ninguno me había sorprendido tanto. Imagina que las 95 municiones venían en dos cajas, una con 50 y la otra con 45, lo que me quitó la tranquilidad, porque temí que las cinco que faltaban para llegar a cien estuvieran ocultas en otro lugar de aquel bulto“, explicó Roger, a quien sus compañeros, en broma, le dicen que tiene “rayos láser en sus ojos”. ¿Por qué? Roger tiene el récord entre todos ellos de hallar violaciones bien ocultas.

Esta en específico está contenida en el Decreto-Ley 262 de 2008 del Consejo de Estado. Este regula la importación y exportación de armas, sus partes y municiones hacia y desde el territorio nacional, y prohíbe la entrada al territorio nacional de explosivos y otros dispositivos peligrosos.

En la búsqueda de los otros cinco cartuchos faltantes, y bajo la premisa – dice – “de que a nuestra patria no podía entrar nada, ni siquiera una partícula de pólvora“, otros varios oficiales le ayudaron a hacer una inspección  más detallada del bulto del pasajero.

“La verdad es que cuando encuentro algo fuera de lo normal siempre sospecho lo peor, y hasta que no estoy seguro no dejo de examinar el equipaje, desde ángulos o posiciones diferentes en el escáner. En esta tarea varios son los métodos que emplean los “visitantes” para tratar de pasarnos gato por liebre. Por ejemplo, he detectado armas eléctricas en forma de linternas muy atractivas,” señaló.

«El avance de la tecnología nos confirma que hay que estudiar, prepararse y ser muy disciplinado con lo que hagamos, pues aquí la adivinanza que muchos aprendimos de niños de “oro parece, plata no es” se ajusta como anillo al dedo”, concluyó.