Cuba
Migrantes cubanos “se transforman y arrepienten” en vuelo de México a Cuba
Las imágenes están ahí al alcance de todos. Ya sea en el llamado portal Caribe o en el de Cubahoy en Youtube, varios cubanos deportados desde México han ofrecido declaraciones a la periodista Talía González del Sistema Informativo de la Televisión Cubana y al NTV en los cuales se muestran arrepentidos y críticos tras la experiencia migratoria que los llevó a caminar y dormir en el monte en la búsqueda del ansiado american dream.
Basta escuchar sus respuestas de los deportados – dejemos por ahora las preguntas de Talía a un lado – para uno darse cuenta de que algo no está bien; y como algo no puede estar bien, y apenas han transcurrido un par de horas desde que salieron de México a bordo de un avión de la Policía Nacional Federal de México, la pregunta que me asalta es: ¿cómo pudieron cambiar de parecer en apenas dos horas de vuelo? La respuesta pudiera estar en el avión. Pudiera ser – ¡créalo o no! – el único avión en la inmensa y vasta flota de aviones que existen en el planeta donde las personas que entran salen con el cerebro enjuagado. Lavado y tendido. Casi que un dry cleaner. Un dry cleaner cerebral.
¿No me cree? ¡Escúchelos! Arremeten contra las autoridades migratorias mexicanas, algo entendible; pero… de pronto dicen que “les apagaban la luz a las 8pm”, “que la comida estaba mala”, “que no tenían Internet para comunicarse con sus familiares”, “que no tenían agua fría”, “que durmieron varios en un cuarto”, “que una rata les pasó por arriba”, y todo un rosario más de críticas que uno bien pudiera pensar que se refieren a hechos y motivos similares a los que impulsaron a muchos otros cubanos y a ellos mismos, a salir del país.
Todos aseguran que la experiencia fue un desastre. Traumática. Inimaginable. Irrepetible. Y narran sus vivencias a modo ejemplarizante.
No lo tomen a mal pero, ¿pensaron que migrar era vacacionar? ¿que ser migrante en América Latina, y tras cruzar fronteras de manera ilegal las autoridades del país que los acoge los llevará a un hotel de 5 estrellas? Ninguno piensa que, por ejemplo, en algunos de esos casos, estamos hablando de países pobres donde apenas los recursos son suficientes para sus habitantes y ¿usted quiere un filete mignon? Piense que, en teoría, esos albergues para migrantes están pensados y concebidos para recibir a 80 personas en un mes y de pronto, cada semana, entran miles de emigrantes ¿Cree usted que el avituallamiento alcanzará para todos?
Otra cosa es que sea justo.
Y no, no lo es. Migrar no debería ser justo. No debe ser justo que uno deba salir de su tierra, a convertirse en un desarraigado, un ilegal, a veces hasta por cosas como “no poder publicar un libro”, o “no poder dirigir una obra de teatro”. No es justo que le cierren la voz, que no pueda expresarse, explicarse; que todos los días o varios días por semana le quiten la luz a las 8pm, tenga que comer “lo justo”, que no tenga internet o ni siquiera saldo en su celular para llamar a su hija y saber dónde se encuentra.
No es justo que uno tenga que vender todo lo que tiene, empeñarse, pedir prestado, irse y ser deportado. O lo que es lo mismo: perderlo todo y empezar de cero.
No es justo que, por ejemplo, ante cada queja de cada migrante cubano deportado, Talía González, el Sistema Informativo de la TV, el NTV y otros muchos se regodeen con estas respuestas. No es justo que no les pregunten, por ejemplo, “¿por qué te fuiste?“, porque de seguro nadie – a no ser la situación económico o política – los obligó a irse. Que se sepa, hasta ahora, nadie se va de un lugar donde lo tiene todo; o donde vive bien.
Entonces, pregunto, ¿por qué se fueron?
Pero si Usted cree que son sinceros, si cree que todos esos entrevistados están diciendo la verdad con el pecho abierto por la herida; si Usted cree que tras cada palabra pronunciada no andan buscando un beneficio, piense lo peor. Piense en Ciencia Ficción. Piense a lo Assimov y diga: en ese avión existe algo que los transforma y los hace cambiar de parecer en el vuelo.
Yo prefiero pensar que son personas que dicen, como le decía yo a mi madre cuando chico en la secundaria.Mi madre era llamada casi cada semana por mi “rebeldía”, y yo le prometía siempre lo mismo, y siempre le decía la misma frase: “Mami, no lo voy a hacer más“.
Pero si Usted no me conoce, ni me conoció, ni siquiera cree que yo pude haber sido un chico rebelde; si Usted no es de esos a los que los profesores regañaban a menudo, y cree que todos estos testimonios en video aquí encima son puros y claros como el agua del manantial que baja de la montaña…; si Usted que me lee es Talía González, lo(a) exhorto a hacer una prueba.
A todos esos arrepentidos, todos esos críticos acérrimos de lo sufrido en México; todos esos que dicen “no lo hago más“, “no se lo aconsejo a nadie“, “me engañaron“, “me estafaron“, “estaba confundido“, “de aquí no me voy más“, etc y etc., y que lo hacen para de modo aleccionador evitarle a otros que conquisten su sueño, dígales que a última hora han logrado un acuerdo con las autoridades mexicanas y que el avión regresará a México con todos ellos a bordo.
Dígales que la deportación fue ilegal; que desde México los han reclamado y que, tras la llegada, los dejarán en Monterrey; o en Ciudad Juárez; o en Reynosa, Chihuahua o en el puente fronterizo de El Paso, Texas. Dígales que a todos se les dará un salvo conducto indefinido para que tengan todo el tiempo del mundo para transitar por México, y para que finalmente puedan pedir Asilo Político ante las autoridades migratorias de EE.UU. Dígales que, al que le sea negado el Asilo Político en EE.UU., México se lo dará en 45 días.
Mejor: dígales que todos serán admitidos en territorio estadounidense.
Si logra que uno, uno solo no se monte en ese avión azul, avíseme, que yo mismo diré que me he vuelto loco y no volveré a escribir nunca más.
Puede ser también que yo esté equivocado. Y que sea el avión. El único avión en el mundo donde, tras dos horas de vuelo, Usted cambia de opinión, se transforma y se arrepiente de todo lo que Usted hizo y pensaba antes de que lo montaran en contra de su voluntad en él.
Un caso, ya lo dije, de ciencia ficción.
Roberto A.