Curiosidades de Cuba
La historia de Marcos Pérez, el hombre de Buenavista
Son muchas las crónicas del imaginario popular cubano que han trascendido hasta nuestros días como refranes, sentencias breves, extraídas de la vida misma; anécdotas reales, con detalles que se pierden en el transcurso del tiempo y que queda resumida así, de manera corta, escueta para los Siglos venideros.
Los cubanos conocemos que “Chacumbele se mató él mismo”, que hubo una trifulca inmensa en cualquier lugar que “acabó como la fiesta del Guatao”, que “papelitos hablan lenguas”, o que no se qué dirigente en no sé cual lugar del mundo “explotó (reventó) como Cafunga”. Sin embargo, pocos conocen quien fue Chacumbele, o quien fue Cafunga, aunque a cada rato los mencionan.
Hoy les traigo uno de esos refranes. Pero no se los traigo dicho y ya. No. Les traigo la historia que dio origen a este refrán que a menudo usamos cuando queremos decir que – por ejemplo – “fulano” no es el único que se encuentra en esa situación; o que “no solo fulana es la culpable”, o que “esperanzejo no es el único que hace esas cosas”. En fin, les traemos la historia de Márcos Pérez.
De esos Marcos Pérez hay muchos en Buena Vista
¿Cuántas veces no hemos oído ese refrán? ¿Cuántas veces no hemos escuchado a nuestros padres y abuelos, hablar de “Marcos Pérez”? ¿Quién era Marcos Pérez? ¿Existió? ¿Dónde vivía?
El nombre es tan común que parece ser que Marcos pudo haber sido José, o Ramón, pero no; según la sentencia, Marcos existió, y para más señas, vivía en Buena Vista. Pero al menos yo, conozco tres lugares en Cuba que tienen ese nombre. Uno en la Habana, otro en Cienfuegos, y uno en Santiago de Cuba? ¿Era nuestro Marcos Pérez habanero? ¿Cienfueguero? ¿Santiaguero?
Nada de eso. Era nativo del poblado nombrado como “Buena Vista”, perteneciente al municipio de Remedios en Villa Clara, y según queda recogido “por los libros”, vivió durante los años 30 del pasado siglo.
En un artículo aparecido en el diario Vanguardia, publicado en Santa Clara, Villa Clara, el 12 de junio del año 2006 queda recogido “el origen” de Marcos Pérez, gracias a “pruebas contundentes, proporcionadas por Alberto Pacheco, quien lleva el orgullo de ser hijo” de Buena Vista, municipio de Remedios en Villa Clara, quien aportó pruebas más que contundentes en relación con este “caballero” de nuestro imaginario popular.
“Corrían los años 30 del siglo precedente y según cuentan vivió allí un hombre nombrado Marcos Pérez, muy poco amigo del trabajo a pesar de que ese tiempo era difícil para todos.
Su afán de buena vida y poco sacrificio lo llevó a buscar dinero de la forma más fácil, o sea, se hizo un maestro en el arte de extraerlo de bolsillos ajenos para llevarlo al propio, así también hacía suyo cuantos animalitos de cuatro o dos patas se cruzaban en su camino.
El modo con que” trabajaba” lo hizo popular, sus aventuras, casi siempre nocturnas eran comentario obligado en el pueblo cada amanecer, y como reza el refrán “cría fama y acuéstate a dormir” cada vez que se perdía algo, sin previa investigación policial se reconocía a Marcos Pérez como culpable. Hasta las huidas de enamorados recaían sobre él.
Recoge la historia que un día una buena muchacha se perdió de su casa y los padres indignados le exigieron al jefe de la policía que apresara al supuesto raptor, a las 12 horas la niña regresó a su hogar con su novio, que nada tenía que ver con el señor Pérez.
Muñoz fue nombrado como sargento de la guardia rural que en aquellos tiempos significaba ser prácticamente el dueño del pueblo, el militar se propuso acabar con el bandido y su fama en aras de lograr estabilidad y paz en la zona bajo su égida.
El cambio de mando llamó al orden por varios días a Marcos Pérez y una tranquilidad perceptible inundó la pequeña demarcación. Pero… una tarde, en el famoso bar de Baldomero que también prestaba servicio de piscina y otras cosas, el señor bandido bebía tranquilamente una fría cerveza.
Casi entrada la noche un parroquiano con unos tragos de más chocó con él y sin mediar palabras se liaron a trompadas, el pretexto fue ideal para conducir al elegante ladrón hasta el cuartel del pueblo. Allí durmió toda la noche.Muñoz reía de felicidad. Por la hora había pocas personas en la calle y excepto dos o tres hombres que tomaban en el bar nadie sabía que el cuatrero estaba en chirona.Parecía que todo había terminado y el sargento se fue a casa dispuesto a dormir una de sus más plácidas noches.
Al amanecer la gran sorpresa dejó anonadado a todos. Más de 10 lugareños fueron a declarar ante la autoridad que esa noche Marcos Pérez había robado sus animales y cosechas.
Marcaje, propietario de una finca a la salida del pueblo daba fe de haber visto al mismísimo bandolero llevarse la mejor de sus vacas.
A este reclamo se sumó el de Toribio que juraba una y mil veces que fue Marcos Pérez quien arrastró desde su vara en tierra y hasta el caballo que montaba tres sacos de carbón.
Mientras tanto Felicia la Larga denunció cómo el malhechor le robó toda su ropa interior que se secaba en la tendedera del patio.
El sargento Muñoz no era hombre de andar con cuentos, ante tanta confusión se levantó del buró, ajustó la pistola a la cintura fue hasta el calabozo y sacó al timador que llevó del brazo hasta el portal del cuartel donde los afectados se aglomeraban para oficializar sus reclamos.
Mostró al reo aún soñoliento y luego de observar a los afectados detenidamente y mirar despacio hacia el caserío, pronunció las palabras que hoy ya son historia ” de estos Marcos Pérez hay muchos en Buena Vista”
.Fuente: Periódico Vanguardia – Santa Clara – Villa Clara – Cuba., miércoles 12 de julio, 2006