Cuba
Hotel Riviera: la propiedad en litigio con un turbio pasado
Si alguna propiedad existe en Cuba que al gobierno de la isla no le interesa indemnizar a sus herederos es el Hotel Riviera.
Confiscado dentro de todo aquel proceso de expropiación de hoteles y casinos en la isla, con posterioridad al 1959, el Hotel Riviera, instalación hotelera emblemática del turismo cubano se encuentra ahora mismo nombrado en la boca de cientos de periodistas, abogados, gente de pueblo que, al oir hablar de la implementación a partir del próximo 2 de mayo del Título III de la Ley Helms-Burton, sin excención a las empresas extranjeras, piensan en un ejemplo X para visualizar el fenómeno que se viene encima.
¿Qué hace especial a esta propiedad por encima de otras muchas? Muchas cosas.
Descontando a un lado el valor patrimonial, arquitectónico de la edificación, tenemos delante de nuestros ojos un edificio construido en una posición de lujo, como pocas otras edificaciones pensadas para el turismo en La Habana. Erigido, además, siguiendo patrones novedosos y elementos de la más alta calidad. ¿El resultado? Una edificación que ha resistido como pocas el embate y la furia de no pocos huracanes, decenas de penetraciones del mar, una Tormenta del Siglo (1994) y que a pesar de eso continúa en pie, sin la más mínima mácula de deterioro y – además – “haciendo dinero”.
Es entendible entonces que el gobierno cubano no cederá en esta propiedad así como así; máxime porque su propietario original fue Meyer Lanski, un mafioso norteamericano que entre los años 30 y 59 hizo vida entre la Florida y La Habana. En esta última planeó implantar allí otra ciudad para el lujo, el ocio y la diversión similar a Las Vegas.
Estudiosos norteamericanos dicen que Lanski llegó a la Florida – junto con sus amigos y su idea del divertimento millonario – en la década de 1930. Allí comenzaron “a operar”, en algunos casinos que comenzaron a funcionar alrededor de la playa de Hallandale bajo el ojo benéfico de un sheriff corrupto.
Pero a principios de la década de 1950, el escrutinio del gobierno obligó a los mafiosos a abandonar sus casinos ilegales, y estos expandieron sus empresas de juego a Cuba bajo la tutela de Lansky, quien ya era considerado una de las figuras de la mafia más significativas del siglo XX.
Cuando el Hotel Riviera abrió sus puertas en 1957, era el hotel con casino más grande de Cuba, y hasta contaba con aire acondicionado centralizado; algo que ni siquiera existía en muchos hoteles renombrados en los EE.UU.
No esta claro para nadie cómo Lanski se apropió del dinero que utilizó para construir el Riviera, que aseguran costó entre $6 y $8 millones. Era suyo, sí, pero expertos como Enrique Cirulles argumentan que “la plata” no fue nunca bien habida, y a esto se aferra el gobierno cubano desde hace años para decir que, con el Riviera, “no habrá arreglo alguno”.
Sin embargo, en Tampa, Florida, a cientos de millas de La Habana los herederos de Lanski esperan coger lo que les toca y que durante más de 60 años han reclamado sin éxito: que los indemnizen por el Riviera.
Guy Rapoport habla de su abuelo hasta con orgullo.
“Fue una tremenda influencia para mí, “dijo al diario Tampa Bay en el 2016.
“Crecí con él en Miami. Se empeñó en que yo aprendiera mucho y fuera educado. Quería que tuviéramos el mismo entusiasmo por leer y seguir ese interés como lo había hecho él. Algunas personas lo miran de manera negativa. Tuvo muchos problemas cuando se mudó a este país. Mi abuelo recibió una paliza de las bandas italianas. Continuó levantándose y fue derribado. Su tenacidad, su deseo de seguir en la vida lo llevaron adelante. Ben Siegel, Charlie Luciano, mi abuelo y Frank Costello. Eran como los cuatro chicos principales. Dos italianos, dos judíos.”
Rapoport no lo dice, pero era “mafia italiana”. Gente poderosa que se hizo de grandes sumas de dinero que les permitió contruir y administrar decenas de propiedades en los EE.UU. Y en Cuba.
Los herederos, luego de años de incertidumbre finalmente abrieron un reclamo. Aseguran poder demostrar a través de registros financieros que la propiedad les pertenece.
Lo que no está claro es si alguna vez, el gobierno cubano, quien terminó con las expropiaciones y nacionalizaciones a propiedades y negocios estadounidenses el 6 de julio de 1972, compensará a esta familia.