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Cuba

Encalla una goleta canadiense en Cuba y las autoridades retienen a su dueño

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La denominan como “la última goleta de su tipo” y está bajo amenaza de perderse. Y su propietario “bajo custodia” en la isla.

El caso de la última goleta sobreviviente del río San Lorenzo, que encalló en las cercanías de la playa María La Gorda, Pinar del Río, Cuba, el pasado 27 de enero ha aparecido en las portadas de diarios canadienses.

Tanto para las autoridades cubanas como internacionales, este caso no debería ofrecer lugar a dudas de que fue “genuino”, si hablamos del encallamiento. Ese día, permanecerá en la memoria de los cubanos como el día en que un tornado EF4 arrasó con miles de viviendas en La Habana. Fue un día en el que el mal tiempo hizo acto de presencia no solo en las provincias occidentales cubanas, sino también más al norte. En la Florida. Ese fue el día que la goleta Grosse-Ile, encalló en los arrecifes próximos a María La Gorda.

Es – dice la prensa canadiense – “el último barco de su clase navegable en alta mar y una pieza importante del patrimonio marítimo de la provincia,” pero al parecer las compañías aseguradoras y las autoridades de la isla – además del propietario del barco, Didier Epars -, no se ponen de acuerdo.

Este último y su hijo Vincent se vieron obligados a lanzar el barco contra los arrecifes para evitar que se hundiera después de que su motor fallara durante una tormenta intensa. Pero su acto, que salvó su vida y la de su hijo, lo ha puesto en una situación “incómoda”.

En un mensaje enviado a The Canadian Press, Didier relata cómo él y su hijo debieron nadar hasta la orilla usando chalecos salvavidas para salvar sus vidas pero, como María La Gorda es un lugar dirigido por el ejército cubano “el ejército cubano quiere el barco a cambio de mi libertad”, señala Epars en su carta. Y aunque el gobierno cubano dice “no querer la goleta”, The Canadian Press obtuvo una carta manuscrita con un sello oficial cubano en el que un representante militar trató de negociar la liberación de Epars a cambio del Grosse-Ile.

El problema es complejo, porque Epars,”bajo custodia”, no puede hacer lo que la aseguradora le indica. Concept Special Risks, la agencia que representa a la compañía de seguros Great Lakes Insurance SE, dice que la póliza de seguro cubre los costos de rescate hasta un cierto límite, y esta para colmo expiró el 26 de febrero. Epars no puede renovarla, aunque la aseguradora reconoce su responsabilidad por los incidentes que ocurrieron mientras la póliza aún estaba vigente. Se habla del pago de un extra de 270,000 euros para extraer el barco. Pero Epars, “custodiado”, ¿de dónde saca esa cifra? Y parece que las autoridades cubanas no quieren ayudarle a que salga para poder conseguir el dinero de marras.

Para colmo de males, la compañía Concept Special Risks dijo que “está buscando una empresa de remolque fuera de Cuba,” pero argumenta que Epars debería abonarles el importe del deducible; pero Epars, está “bajo custodia”. ¿Cómo le envía dinero a estos rescatistas?

Además de eso, al encontrarse el barco en una zona militar, la compañía aseguradora ha enfrentado retrasos por problemas para obtener los permisos necesarios para una operación de salvamento en Cuba.

La goleta, construida en 1951, se usó en sus inicios para aprovisionar la isla al este de la ciudad de Quebec. Epars lo compró en 1992 y la reconstruyó por completo para hacerla otra vez “navegable” y poder transportar pasajeros.

A pesar de esa “historia”, el Grosse-Ile no tiene un estatus de patrimonio legal y el Departamento de Cultura provincial de Quebec se lo ha negado porque Epars restauró su casco – modificándolo – y le agregó velas. Pero incluso, aunque lo reconocieran como “patrimonio”, este se circunscribe a brindar protección a los patrimonios que están en Quebec y no en otro país a millas de distancia.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá dijo que “los agentes consulares en Cuba están en contacto con las autoridades locales para recopilar información adicional” del caso, que al parecer demorará un buen tiempo sin solucionarse, porque nadie parecer querer ponerse de acuerdo.

Mientras, la goleta sigue encallada. Y Epars, su dueño, “bajo custodia”.

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