Alexander Abreu como estandarte “en la lucha”

Alexander Abreu se siente respaldado por la oficialidad cubana. Es bueno que sepa que este apoyo puede durarle nada, si “se sale de la línea”. El nacido en Cienfuegos no es un “intocable” como Silvio Rodríguez.

Al oficialismo cubano le ha venido de perilla el chuchuchú que hay en las redes con Alexander Abreu. Y no está mal que defiendan a sus artistas; pero a todos.

No solo a Alexander. A la memoria de Celia Cruz le haría falta una reparación histórica; y si pensamos en casos recientes, sería bueno que el Ministerio de Cultura y el Instituto de la Música echaran pilas y hicieran todo lo posible porque Francisco “Pancho Céspedes” y Manolín “El Médico de la Salsa” convirtieran en realidad sus deseos de cantar en Cuba nuevamente. Los dos, emigrantes quieren recibir el mismo trato que, por ejemplo, recibieron Isaac Delgado y Nassiry Lugo tras “el regreso”.

Alexander Abreu, que entre ofensas y ofensas también ha recibido innumerables muestras de apoyo, es ahora mismo el estandarte que usan para enfrentar a lo que el oficialismo pudiera catalogar como “odiadores” del otro lado del Estrecho de la Florida, sin pensar que dentro, ellos también tienen una tropa que sacó las uñas contra una periodista del Sistema Informativo de la Televisión Cubana, por ejercer esta un criterio muy personal sobre la novela “El rostro de los Ddías”.

Parecía que el dilema contra los llamados “haters” se concentraba entre Alexander Abreu y Lied Lorain, cuando, el crítico de cine y periodista cubano Dean Luis Reyes recordó como él y Gustavo Arcos, otro crítico cubano de cine y graduado de Licenciatura en Historia del Arte por la Universidad de la Habana, fueron entre el 2018 y el 2019 objeto de severas críticas -entiéndase, severas críticas- por parte de una tropa de intelectualoides cubanos que desde un portal oficial como La Jiribilla arremetieron contra ellos y no faltaron calificativos como “mercenarios”. Y no solo a ellos, también a otros artistas, críticos e intelectuales, que no piensan “homogéneamente” como quiere el oficialismo que piensen. Los “atacantes” también compartieron en Facebook el link a estos trabajos publicados en la prensa digital, en los que no pocos guardianes de la fe y ciberguerrilleros arremetieron contra Dean, por ejemplo, sin siquiera conocerlo o haberlo escuchado nunca.

Es bueno que Alexander Abreu sepa que este apoyo por parte de la “institucionalidad cubana” puede ser tan efímero como un pedo en el viento. Buena muestra de cómo gira la manija esta gente, la tenemos en la historia aún reciente de “la traición” de José Ariel Contreras.

El pinareño enfrentó como un verdadero coloso del box al equipo de los Orioles, perteneciente a las Grandes Ligas, en el año 1999. Su actuación fue tal que, al regresar de Baltimore, una semana después, Fidel Castro lo llamó “Titán” y lo comparó con Antonio Maceo. Tres años más tarde, tras desertar Contreras en octubre del 2002 mientras lanzaba para la selección cubana durante la Serie de las Américas en Saltillo, Coahuila, México, al otro día el mismísimo Castro apareció en la prensa cubana en primera plana llamándole “traidor”. Por supuesto, los favoritismos se le acabaron ahí mismo al bien llamado “Héroe de Las Martinas”.

Alexander Abreu no tiene siquiera que ir muy lejos. De sobra conoce cómo fue tratado en su natal Cienfuegos y en toda Cuba, oficialmente, su coterráneo y amigo personal José “Pito” Abreu. Abreu, que regresó a Cuba en el año 2015 como parte de una delegación de Grandes Ligas, fue agasajado y aclamado por el pueblo; pero en la prensa, las instituciones cubanas le dieron muy bajo perfil a su regreso.

Cuenta la leyenda, y esto muy bien lo debe conocer Alexander Abreu, que al otro año, cuando Pito regresó a Cuba, en su casa de Mal Tiempo se le aparecieron unos agentes de la ley y el orden, alarmados porque -dicen, y el que conoce bien a José Abreu sabe que es mentira- que “Pito” andaba especulando y “restregándole a la gente en la cara sus millones”.

Que no está mal sentirse apoyado y defendido; pero que sepa que ese apoyo es como las golondrinas, que tienen alas y vuelan.

Dicho “musicalmente” para que Alexander Abreu me entienda: que la vida es un cachumbambé, y unos días estás arriba, pero otros estás abajo.

por Ariel P.

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