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Cuba

“Bebo Valdés nunca entendió los cambios en Cuba”, dice Granma en el centenario del genial pianista

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Por Liliana Suárez

Su hijo Chucho Valdés le dedicó un homenaje la víspera por los cien años de su nacimiento.

El gobierno cubano pudo haberle dedicado un Festival Jazz Plaza a su figura, pero nunca lo hizo. Por el contrario, siempre intentaron borrarlo del mapa musical de la isla.

En el centenario este 9 de octubre, de uno de los músicos más emblemáticos de Cuba, Bebo Valdés, históricamente omitido por instituciones culturales y medios de prensa de la isla, su figura obtuvo quizás el más sentido homenaje de tan prolíferas vida y obra cuando su hijo, el pianista cubano Chucho Valdés, desgarró las teclas en el poblado de Quivicán, provincia occidental de Mayabeque, durante un concierto a la memoria del padre.

Los cien años no pudieron pasar desapercibidos en los medios oficiales que últimamente han tratado de rescatar a algunas personalidades de la cultura cubana obviadas durante décadas. El diario oficial Granma dijo este martes que Bebo es de Cuba, y acotó que “nunca entendió los cambios que tuvieron lugar en su país natal”.

Algunos usuarios en las redes sociales manifestaron incluso su descontento con el hecho de que el medio oficialista sacó de la nada una nota sobre Bebo después de años de tenerlo ignorado.

Paquito d´Rivera, amigo de Bebo expresó:

La bloguera y emprendedora Yoani Sánchez lo explicó así:

Otros simplemente festejaron el cien aniversario.

Realmente no contó el pueblo cubano con un significativo reconocimiento nacional de respeto y recordación a Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro (Quivicán, Cuba, 9 de octubre de 1918 – Estocolmo, Suecia, 22 de marzo de 2013), jazzista de ligas mayores, compositor, arreglista y director de orquesta. No hubo teatro o plaza musical que abriera sus puertas para rememorar al creador del ritmo batanga, que nutrió las raíces del jazz criollo, la timba y otras tendencias de la música popular cubana.

Desde su debut en 1938 avanzó en una carrera ininterrumpida que lo llevó a involucrarse en la creación de mambos para así involucrarse con el género creado por Dámaso Pérez Prado, a trabajar en el Cabaret Tropicana entre 1948 y 1957 como pianista y arreglista de Rita Montaner y a amenizar las noches bajo las estrellas con su orquesta Sabor de Cuba y la de Armando Romeu, donde intercambiaron intensamente con músicos norteamericanos y mexicanos que llegaban a La Habana para hacer descargas con sus colegas del patio, entre ellos Nat King Cole, con quien Bebo hizo una grabación.

El Bebo de alta estatura, siempre sonriente, aventurero incansable en los senderos de la creación marcó la época de oro de los años 50 de Cuba junto a famosos contemporáneos entre ellos, Pérez Prado, Chico O’ Farrill, Armando Romeu, y el sin par Benny Moré. Coincidiendo con la llegada al poder de Fidel Castro en 1960, marchó a México donde colaboró con el chileno Lucho Gatica, a quien le unían lazos de amistad cultivados en La Habana.

Esta fue su última estancia en tierras americanas desde donde da el salto a Suecia en 1963. Aquí, a pesar de estar tres décadas sin brillar en grandes escenarios, solo amenizando las noches de un piano bar en Estocolmo, músicos de nombre interpretaban sus composiciones. Fue en 1993 que volvió a la vida activa cuando el notable saxofonista cubano Paquito D´Rivera, radicado en Estados Unidos, lo invitó a grabar un nuevo disco, Bebo Rides Again, una colección de clásicos cubanos junto a temas originales de Bebo.

Con el cineasta español Fernando Trueba fue parte de la película Calle 54 que le dio la oportunidad, además, de estar junto a su hijo Chucho Valdés y amigos como Paquito D´Rivera, Israel López (Cachao) y Carlos Valdés (Patato), entre otros. Después de esta prueba grabó el disco El arte del sabor, que obtuvo el Grammy al Mejor Álbum Tropical Tradicional en 2001, el primero de los nueve que obtuvo en colaboración con el realizador que fue otro de sus descubridores cuando se trasladó a Europa.

En 2002, Trueba lanzó Lágrimas negras, en el que Bebo Valdés al piano se une al cantaor flamenco Diego el Cigala, y emergen como ganadores de un Grammy, tres Discos de Platino en España y uno en Argentina, México y Venezuela.

También con el realizador español devino en protagonista del documental El milagro de Candeal, rodado en la favela del mismo nombre en Salvador de Bahía. Otro impacto en la ya exitosa carrera de Bebo lo consiguió al dar la música a Chico y Rita, cinta de animación dibujada por Javier Mariscal que fue nominada al Oscar en 2012.

Antes de su muerte grabó el disco Bebo y Chucho Valdés, Juntos para siempre, un repaso hecho por el padre y el hijo a composiciones de la música cubana comunes a ambos.

Realmente si algo pudo faltarle a Bebo Valdés para que pudiera asegurarse que es de Cuba, que le pertenece, fue haberle dedicado un Festival Jazz Plaza a su figura. Muchos es posible que lo esperaran. Como también dijo su hijo alguna vez que sería un acto de justicia con su padre que su país le recordara como merecía en su centenario.

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