Tele-Rebelde: ¿Complot contra el deporte nacional?

Por Roque Díaz

No es la primera vez que los directivos de Tele-Rebelde actúan como señores feudales y manejan a su antojo las transmisiones televisivas

Este lunes comienzan nuevas subseries particulares en la Serie Nacional de Béisbol cubana. Los increíbles Gallos espirituanos -líderes de la temporada- y los Toros camagüeyanos-equipo sensación del torneo-juegan en casa seguramente a estadio lleno. Los Leñadores tuneros, campeones nacionales con una racha de tres partidos ganados al hilo, viajan hasta tierras guantanameras; y en el Guillermón Moncada, el clásico de la pelota cubana (Santiago de Cuba-Industriales), atraerá la atención de muchos aficionados, a pesar de la pérdida de calidad del deporte nacional.

Tele-Rebelde, “el canal de los deportes en Cuba”, no transmitirá ninguno de estos encuentros y ha anclado sus cámaras y micrófonos en Villa Clara desde hace una semana, lo que ha molestado en gran medida a los seguidores de la pelota en la isla, que no obstante las continuas decepciones y los miles de problemas que a diario conspiran contra su desarrollo y bienestar, siguen apoyando su pasatiempo favorito en medio de las tormentas.

No es la primera vez que los directivos de este canal actúan como unos señores feudales y manejan a su antojo las transmisiones televisivas, pisoteando y tirando como basura inservible al deporte nacional sin importar su repercusión y poniendo por delante sus gustos personales.

La pelota para los cubanos

No basta con el total divorcio de las Grandes Ligas, donde se juega el béisbol al límite de sus calidades, con el silencio absurdo de la actuación de los cubanos en la Gran Carpa. No es suficiente la ausencia de materiales didácticos o de documentales históricos que despierten la pasión en las nuevas generaciones, ni la censura estéril de hazañas beisboleras cuando están involucrados atletas que abandonaron Cuba por diversos motivos.

A los directivos de ese canal, propiedad del Estado socialista, les importa un bledo los ratings y lo que representa el béisbol para los cubanos, patrimonio intangible que tantas glorias le ha dado al país desde que comenzó a practicarse en el siglo XIX, y se burlan (no encuentro otra palabra) de los deseos de las mayorías.

¿De qué manera podemos salvar así nuestro deporte nacional cuando ellos mismos han inundado las transmisiones televisivas con el mejor fútbol del mundo, deporte que a lo largo de estos últimos años han ponderado y que ha calado fuerte en las nuevas generaciones en detrimento del béisbol? ¿Por qué ese irrespeto a los aficionados y a los propios peloteros, a quienes una de sus pocas motivaciones es ser televisado para poder llevar sus acciones a cada rincón de la isla y ser reconocidos por los especialistas?

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No basta con los juegos a las dos de la tarde en medio del horario laboral, con periodistas narrando los partidos desde una cabina en la capital sin estar presentes en el terreno de juego, no es suficiente que las emisoras de radio provinciales no puedan viajar cuando sus equipos juegan fuera de casa, ni la escasez de estadísticas, la falta de profesionalidad, las carencias, y la ineptitud de los dirigentes deportivos.

Es un complot gigantesco que tiene a este deporte en el fango, que lo ha llevado a perder todas las supremacías regionales y lo acaba de mandar al sexto puesto panamericano por primera vez en la historia.

Nadie hace nada, ya ni siquiera se reúnen a buscar alternativas. No hay pasión en el trabajo que se hace ni existe el mayor interés en rescatar glorias ni orgullos nacionales.

El clásico futbolero Real Madrid-Barcelona no faltará en las pantallas con todo el andamiaje propagandístico y la maquinaria mediática que lo envuelve, y nosotros, los que sufrimos y luchamos a diario por el deporte nacional, tendremos que conformarnos con las migajas que nos dejan esos directores del único canal deportivo que tenemos. No hay alternativa.