“Ese día comencé yo a irme de Cuba”

La peor experiencia de uno de los arquitectos cubanos que proyectó el Hotel Meliá Habana, inaugurado en 1998. “Ese día comencé yo a irme de Cuba”, reconoce Rafael Munoz

Irme de Cuba, irse, irnos. ¿Qué habrá movido a los tantos cubanos desperdigados por infinitos rincones de este planeta? El arquitecto cubano Rafael Munoz -que actualmente reside en Alemania- revela su peor experiencia en la isla y que lo llevaría posteriormente a emigrar.

El origen del largo post en su perfil de Facebook de quien fuera uno de los artífices del Hotel Meliá Habana -ubicado en Miramar- fue la consecuencia de que recientemente lo insultaran en redes y lo acusaran de mal cubano.

La respuesta de Rafael Munoz comienza así: “Iba a tirarlo a guasa, pero pensándolo mejor, voy a hacer pública la peor experiencia que tuve en Cuba. Juro que es real. Y me gustaría que cada cubano que la leyese, contase así mismo la peor experiencia vivida en Cuba, una sola. Tan real como pueda. Quizás un día sirvan para un libro de la vergüenza”.

Munoz, que se graduó en 1989, tras lograr entrar a la firma Cubanacán, estuvo cinco años (de 1993 a 1998) junto al también arquitecto Abel García en el proyecto del Hotel Meliá Habana. Cuenta que el trabajo fue intenso y sin vacaciones. Sus padres se sentían orgullosos de él.

En su post precisa: “En esas perolatas les prometí que cuando la obra terminase y el hotel abriera el público, los llevaría a conocer la obra de su hijo”. Ese día llegó en septiembre de 1998. Su padre decidió no ir.

Cuenta además Rafael Munoz en su publicación de Facebook: “Mi vieja se puso linda, y partió con su hijo. Esta vez era ella quien decía a los vecinos que yo era el arquitecto del Meliá Habana. Un carro de un vecino nos dejó en la avenida primera y avanzamos, despacio, loma arriba, hacia la entrada. Mi vieja tomada de mi brazo. Así llegamos hasta la misma puerta. Y ahí sucedió. La seguridad del hotel nos impidió el paso aunque les dije que era uno de los arquitectos que acababa de proyectar el hotel.

– Las órdenes que tenemos es de no dejar entrar a ningún cubano.

“Días después la gerencia cubana ratificó la decisión: yo entraría solo por la puerta de empleados, llegando solo a las áreas autorizadas a los empleados. Pero como yo no era empleado no había caso. Sin embargo, la gerencia española sintió vergüenza ajena y consiguió para mí un permiso especial, pero mi madre se negó a pisar ese hotel. Nunca lo visitó.

– No es por ti, mijo. Créeme no es por ti”.

Lo sucedido en aquel septiembre de 1998, Munoz no lo ha podido olvidar nunca ni tampoco la posterior actitud de su madre mientras regresaban a casa: “Mis padres, ambos, ya murieron. La muerte fue para ellos un alivio, porque a pesar de sus achaques, empezaron a morir realmente aquel día. Ese fue el peor dia de mi vida. Ese día comencé yo a irme de Cuba”.

Uno de los arquitectos que ideó el hotel localizado en Miramar volvió, ya viviendo fuera de Cuba, dos veces. La primera no tuvo problemas para entrar, estaba con su esposa que es alemana. La segunda, no pudo. La seguridad del hotel se lo impidió: iba solo y aunque reiteró que era uno de autores del proyecto, nadie le creyó.

Sus palabras cierran así:

“Dos días después, cuando mis ex-colegas confirmaron quién era, me llamó al celular la persona encargada de las relaciones públicas del hotel. Al llegar me dijo a modo de disculpa:

– Es que yo no puedo creer a CUALQUIERA que venga y diga que es el arquitecto del hotel.

– ¿No está entre sus funciones como Relaciones Públicas saber la historia de esta instalación? ¿Qué responde usted cuando le preguntan quién fue quien diseñó este hotel?

– ¡Los españoles!”

 

Neus Francino