Atrapado en aeropuerto de Miami con drogas en las sandalias

Las personas que intentan entrar drogas a Estados Unidos buscan vías cada vez más creativas, pero que no siempre funcionan. Se constató en el aeropuerto de Miami.

El fin de semana pasado, en el aeropuerto de Miami, las autoridades descubrieron a un viajero que intentaba entrar estupefacientes a Estados Unidos. Los camufló de una forma aparentemente ingeniosa para burlar a las autoridades que, sin embargo, frustraron el intento.

Una información del sitio de noticias Local 10 indica que un registro en dicha instalación del “estado del sol” permitió descubrir a un hombre que llevaba escondida más de una libra de cocaína, que quería introducir al país acomodada en sus sandalias.

El nativo de Jamaica transportaba un pequeño bulto con drogas que pesaba alrededor de 1.3 libras de cocaína, pero no pudo salirse con la suya y fue detectado por oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

Tras encontrarse la sustancia prohibida en sus zapatos, el hombre confesó también que había ingerido cocaína en diminutos bultos y con el mismo fin de entrarlas de forma ilegal, ante lo cual fue trasladado a un hospital local para realizarse una radiografía y comprobar su declaración.

Una vez que se le realizó la prueba, se pudo ver, en efecto, que se había tragado unos 28 bultos del estupefaciente, que se sumaban al que se halló en sus sandalias, para sumar en total unas dos libras de cocaína.

“Tragar drogas es un método de ocultación extremadamente peligroso. Es importante disuadir a las personas de este tipo de actividad ilegal, que puede ser fatal si estalla un paquete”, declaró Robert Del Toro, del aeropuerto de Miami.

En las terminales áreas se viven con frecuencia intentos de contrabando, como uno que fue reportado meses atrás en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, en Queens, cuando se detectó una abundante cantidad dentro de lo que parecía una inofensiva lata de pasta de tomates. En aquel caso, se trataba de unas cinco libras de cocaína, que se calcula con un valor de 160.000 dólares en las calles.

Omar Cortázar