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Cuba

El fanguito: un dulce que extrañan los cubanos

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Sin leche condensada no hay fanguito. Para muchos cubanos este dulce sabor desata la nostalgia

Isaura piensa en la escuela Lenin y recuerda a sus amigas, a los profesores. Le perece tener delante otra vez el uniforme azul, el distintivo en la manga, el maletín verde olivo, y dentro de él, cada semana, la latica con fanguito.

“Mi mamá me la mandaba porque me encantaba y como contiene tanta azúcar mantenía la conservación. La comía con bizcochos, con galletas, con panetela, o sola. Eran los años 80 y, para entonces, no sabíamos mucho de escaseces”.

Humbertico Rodríguez nunca estuvo becado. Pero vivía en Alacranes, en la provincia de Matanzas, cuando el boom de las escuelas al campo. “Imagínate, estábamos en secundaria y tuvimos que irnos para Jagüey Grande a recoger cítricos. Ese dulce fue mi salvación. Me acuerdo que una noche nos pusimos a jugar damas y nos rifamos una lata”.

 

Desde la caída del campo socialista, la leche engrosa la extensa lista de alimentos difíciles de conseguir en la isla. Jamás hubo en Cuba tantos lácteos como en Holanda, idea que repitió Fidel Castro una y mil veces durante su obsesión con la vaca Ubre Blanca.

“Mi tía, mis primos, mis abuelos y hasta los vecinos me regalaban los recipientes y mi mamá los colocaba en una olla de presión alrededor de cuarenta y cinco minutos”, cuenta Alicia Govea. “De ahí salía luego ese dulce formidable del que también hemos tenido que prescindir”.

La leche condensada Nela producida en la isla, hace tiempo no aparece en los estantes de los establecimientos. Su presencia es intermitente en algunos centros comerciales de Varadero y Ciudad Habana. De ahí que haya sido necesario importar, incluso, de Tailandia, los envases que figuran en las tiendas y que son vendidos más tarde a 1.20 CUC.

“Ahora mismo no está entrando. En ningún lugar. Ni evaporada tampoco. Solo en polvo y a casi 125 pesos, qué barbaridad”, dice asombrada Luisa Borges.

“Si no hay leche condensada, no hay fanguito. Porque ese invento que hacen algunos de cremita en barra, no es lo mismo. El fanguito es cocinado a presión o en baño María”, añade convencida Olga Pérez.

Fernando Ortega insiste en comprárselo a su nieta. “Es que es complicada para comer y eso es lo único que le gusta. Además, la nutre. Antes adquiríamos la leche y mi esposa se la hervía, pero ahora no aparece. Lo consigo en la dulcería Tulipán, que está en esa misma calle. 50 pesos cuesta la lata. Eso sí, sellada y todo”.

Uno de los dependientes de ese punto de venta en la avenida Tulipán explicó que el dueño suele acaparar el producto por cantidades cuando llega a comercios estatales. Les retiran la etiqueta y la cocinan como han hecho tantas amas de casa en el país. “Es por eso que casi siempre tenemos. Les ponemos ese precio porque nosotros la pagamos igual que todo el mundo. Luego hacemos el procedimiento para lograr el fanguito y, finalmente, le imprimimos un sello de nuestro negocio”.

“Pues yo no puedo obtener ni la de la shopping, y menos la que revenden por ahí. Del fanguito solo me queda el recuerdo”, admite Silvina Montenegro.

Texto y fotos: Lucía Jerez

https://www.cuballama.com/envios/categorias/alimentos/combos


 

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