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Cuba

“Vamos, aquí, su rico granizado”

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Hace mucho tiempo los habaneros pagaban cinco centavos en moneda nacional por un granizado. Hoy quien se acerca a refrescarse a los carritos debe pagar cinco pesos

Por el constante calor de la isla los cubanos mantienen la costumbre de tomar granizado, un refresco de diversos sabores cuya principal característica es que, con una tapita del líquido, el vendedor llena un vaso con hielo. “Antes valían cinco centavos y los vendían en vasijas de cartón. Había que tomárselo rápido porque se rompían. Aquello sí eran buenos tiempos”, afirma Félix.

“Ahora con esa cantidad de dinero no compras nada, pero recuerdo cuando en cada esquina había uno. Tremenda competencia. Todos querían tener el carro más grande, con más pomos y el pregón más llamativo. Pero con los años algunas cosas se van perdiendo”.

En la actualidad ese ritual tan llamativo y autóctono ha perdido su esencia, y algunos se quejan de que se ha convertido en pura actividad económica. “Lo importante es irte con unos pesos para la casa, ya lo demás quedó en el olvido”, asegura Gustavo, que los vende en el parque del Quijote, en el Vedado. “La cantidad, el precio y hasta la calidad han variado desde sus inicios, pero aun así continúa entre los primeros en el ranking de la autenticidad”.

“¿Quién diría que un refresco podría ser tan popular? Hielo y sabor, de eso se compone, sin embargo, demanda de un toque caribeño para atraer a la clientela”, aclara Mario, que entró en el negocio desde hace cinco años.

El precio del granizado fue aumentando poco a poco hasta llegar a cinco pesos, que es lo que cuesta actualmente. Alina asegura que nadie pensó que pudieran alcanzar ese costo. “Yo esperaba al de mi barrio en el balcón y nada más sentía el sonido del pito corría para ser la primera, porque se hacían tremendas colas. Costaba un peso el vasito plástico. Nunca supe de dónde obtenía tanta variedad, pero lo cierto es que eran los mejores”.

Yunior estudió para ser maestro de Biología. Hoy está en la parada de 23 y G en un carrito que, según muchos, es de los preferidos de la zona. “Hay días buenos y otros peores, pero se va tirando”, manifiesta. El carro con la nevera le costó 100 CUC. El hielo lo compra a 30 pesos la cubeta. El refresco lo prepara él mismo “de los paqueticos de Piñata, porque ahora mismo no hay otra cosa”.

Agitados con las preocupaciones del día, resulta un buen estímulo para el cuerpo el líquido frío. “La Habana Vieja o el Malecón no son nada sin esos carritos”, dice María Esther, mientras le compra a Yunior uno de menta.

“Vamos, aquí, su rico granizado”, continúa hasta que anochece. Entonces empuja su carro de granizado hasta una casa cercana, donde paga para que se la guarden hasta el amanecer.

Texto y foto: Vladia Rosa García


 

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