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Cuba

El trabajo voluntario: otra pesadilla que parece vuelve

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Antes los cubanos eran más convocados a trabajos voluntarios. Ahora parece que vuelven, pero ya muchos se niegan a revivir la pesadilla

Cuando escuché esas palabras me parecía como si estuviese anclada en el tiempo. Hacía rato a mi alrededor habían dejado de referirse a “la tarea”, pero para algunos la pesadilla no ha terminado. “Mañana tengo trabajo voluntario”, esa fue la frase que oí y me causó tanto desconcierto.

Años antes, limpiar, chapear o pintar podían galardonarte como obrero destacado. Una condición que, lejos de darte beneficios reales, solo te obligaba a cumplir sin margen de error y levantarte temprano incluso los días feriados.

“¿Quién dijo que los fines de semana también se los tengo que dedicar al trabajo? Yo buscando solucionar las cosas allí y las de mi casa quién se ofrece a arreglarlas”, comenta Félix, trabajador de la salud.

“Esa es la forma que el gobierno ideó para resolver los problemas de la población sin ellos tener que mover un dedo. Recuerdo que en las reuniones las personas no se brindaban y detrás venían las amenazas y las malas caras a quienes no fueran. Después del día escogido todo tenía que estar impecable, sin importar el cómo ni el por qué”, apunta Mario.

Delia rememora que hasta para alcanzar un televisor Panda influía el haber participado o no en trabajos voluntarios. “En ese momento tenía dos niños pequeños y los sábados no podía dedicarme a otra cosa que no fuera cuidarlos. Por eso no me gané el equipo en un principio. Mi desempeño laboral no fue tan meritorio como recoger el área verde de los alrededores y pintar el centro antes que llegará la visita”, exclama con ironía.

Unos de los objetivos principales de la “voluntariedad” en el país fue aparentar el correcto funcionamiento de las entidades. “Tapar el sol con un dedo”, así Roberto le decía a sus compañeros de labor cada vez que lo convocaban. “Nos pasamos el año entero sumergidos en inconvenientes y pensamos que en un día se puede rehacer todo. Así nunca avanzaremos. Nos acostumbramos a vivir con mentiras”.

Las escuelas también predicaban con el trabajo voluntario. “Mientras eres niño no comprendes. Pocas veces encuentras maldad en las acciones. Sin embargo, ahora pienso en la recogida de basura por todo el seminternado y el tirar agua por los pasillos en las tardes por el faltante de auxiliares de limpieza. Aquello era un abuso. Supuestamente era sin compromiso, pero a esa edad quién se le enfrenta a la maestra”, declara Dairon.

En algún momento dejó de funcionar. La gente le dio prioridad a otras cosas que realmente lo merecían. “Al final no te aumentaban el salario del mes por más participaciones. Empezaron a dar diplomas y a decirlo en los matutinos. ¿Qué hago yo con un pedazo de papel? Mi tranquilidad y mis horas libres valen mucho para estarlas desperdiciando. Les evitas gastos y no lo agradecen”, afirma Clara.

Tres años hizo desde la última vez que convocaron a Clara a uno. Sólo siete personas de una plantilla de más de 200 asistieron a limpiar el policlínico antes de salir de vacaciones navideñas. Este año ya ha anunciaron otro. Será la primera ocasión en que no asistirá desde su graduación de enfermera en los ochenta. Ya cansada por los años y la vida, prefiere que limpie otro. “Ya bastante mordí. Hasta de ser buena gente uno se cansa”.

Vladia Rosa García


 

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