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El genio Capablanca

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El genio Capablanca

El inmortal cubano (1888-1942) es uno de los ajedrecistas más venerados en 15 siglos de historia. Muy elegante y cortés, atractivo, de educación exquisita, maneras refinadas y amplia cultura; la antítesis de la imagen tópica de un gran maestro del ajedrez. Así era José Raúl Capablanca y Graupera, un genio con mayúsculas, cuyo corazón se paró el 8 de marzo de 1942, a los 54 años. Pero sus obras de arte en forma de partidas son inmortales. Además, la biografía del mítico cubano sirve de percha para debatir asuntos que hoy siguen siendo polémicos.
José Raúl Capablanca, a mediados de los años treinta
José Raúl Capablanca, a mediados de los años treinta

“Por favor, ayúdenme a quitarme el abrigo. Tengo una jaqueca insoportable”, fueron las últimas palabras de Capablanca poco antes de caer fulminado, en el Manhattan Chess Club de Nueva York, adonde acudía con gran frecuencia por las tardes. La hipertensión lo mató -en la sala de urgencias del hospital Monte Sinaí le midieron pocos minutos después 280/140, una barbaridad que le causaría la muerte incluso con los adelantos de hoy- y sin duda acortó mucho su carrera e impidió que su brillantísimo palmarés fuera aún más cegador; 75 años después, esa dolencia ni siquiera tiene por qué acortar la vida si se trata y controla adecuadamente, pero entonces se sabía mucho menos sobre ella.

 

 

Por su genio precoz, fue apodado “el Mozart del ajedrez”; por el aura de invencibilidad en su época dorada se le llamó “la máquina del ajedrez”. En toda su carrera Capablanca sufrió menos de cincuenta derrotas en partidas oficiales. En partidas oficiales, perdió 35, el 6% del total. Permaneció invicto por más de ocho años, desde el 10 de febrero de 1916, cuando perdió desde una posición superior contra Oscar Chajes; hasta el 21 de marzo de 1924, cuando sucumbió frente a Richard Réti en el Torneo Internacional de Nueva York. Se trata de un récord de 63 juegos, que incluyó el delicadísimo torneo de Londres de 1922 y la partida por el campeonato del mundo contra Lasker. De hecho, sólo Marshall, Lasker, Alekhine y Rudolf Spielmann ganaron dos o más partidas oficiales frente a un Capablanca maduro, aunque los totales de sus respectivas carreras son negativos (Capablanca derrotó a Marshall +20 -2 =28, a Lasker +6 -2 =16, a Alekhine +9 -7 =33), a excepción de Spielmann que consiguió su nivel (+2 -2 =8). De la élite mundial, solamente Paul Keres tuvo un estrecho margen a su favor (+1 -0 =5), triunfo que ocurrió cuando Capablanca tenía 50 años, en el declive de su carrera. Su puntaje Elo ha sido calculado en 2725.

Capablanca no fundó ninguna escuela por sí mismo, pero su estilo fue muy influyente en las partidas de los campeones mundiales Bobby Fischer y Anatoly Karpov. Mijaíl Botvínnik escribió acerca de cuánto aprendió de Capablanca, y precisó que también Alekhine debía al cubano mucho de su juego posicional, que aprendió durante sus frecuentes reuniones antes de que la lucha por el título del mundo les hiciera enemigos. Botvinnik considera a Los fundamentos del ajedrez, de Capablanca, como el mejor libro sobre ajedrez que se haya escrito. En este texto el gran maestro precisa que mientras que el alfil es generalmente más fuerte que el caballo, la unión de dama más caballo es generalmente superior que la combinación de dama y alfil: el movimiento diagonal de éste simplemente imita al de la dama, mientras que el caballo la complementa, alcanzando inmediatamente posiciones que le están vedadas a la dama. Botvinnik acredita a Capablanca como el primero en hacer esta observación.

 

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