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Un espectáculo maravilloso ofrece la naturaleza cubana cada año de mayo a julio cuando cientos de miles de cangrejos rojos emigran hacia la costa con el fin de reproducirse.

El desfile de los crustáceos nos puede sorprender en las zonas de Guanahacabibes, Pinar del Rio, en la Carretera de Playa Larga a Playa Girón, Ciénaga de Zapata, Matanzas y en algunas zonas costeras de Santiago de Cuba. Durante el difícil viaje que emprenden para mantener su especie los cangrejos rojos encuentran una enorme cantidad de obstáculos letales que el hombre ha interpuesto en su camino, entre ellos pueblos y carreteras traficadas, de hecho muchos mueren aplastados por autos y pasantes. En cambio estos magníficos crustáceos merecen y deben ser protegidos porque además de ser parte de nuestra fauna insular tienen una importancia vital en el equilibrio del ecosistema pues se alimentan de materia en descomposición y por ello son considerados “saneadores del ambiente”  y también porque permiten la oxigenación y remoción de los suelos mediante los túneles que fabrican. Esta especie no es comestible, su carne es tóxica para los humanos porque según estudios recientes a través de su metabolismo acumulan un metal  pesado llamado tungsteno que puede ser muy peligroso para la salud.

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