En EE.UU., la ley distingue claramente entre ser familiar de un represor y ser cómplice. Un hijo no puede ser juzgado ni demandado por el simple hecho de haber patrocinado a su padre, aunque este haya sido un verdugo del pueblo cubano. Solo si hay pruebas sólidas de complicidad o encubrimiento, puede enfrentarse a consecuencias legales.
Este, fellows, no es un problema de partidos. Es un problema de conciencia, de ética y de voluntad. Y mientras sigamos tratando esto como una pelea entre azul y rojo, los verdaderos infiltrados seguirán caminando impunes… y riéndose de todos nosotros.
Este caso representa una luz al final del túnel para miles de cubanos que entraron legalmente con CBP One y aún aguardan respuestas. Si bien los tiempos de espera pueden variar, este ejemplo demuestra que sí es posible obtener la residencia en pocos meses bajo la actual administración.