En los últimos años, la realidad de las trabajadoras sexuales en Cuba, específicamente en Camagüey, ha cambiado drásticamente. Si bien en el pasado la policía era su principal preocupación, hoy en día enfrentan un peligro aún mayor: la delincuencia.
Las trabajadoras sexuales, que anteriormente temían ser arrestadas o recibir cartas de advertencia de las autoridades, ahora viven con el constante miedo de ser víctimas de asaltos violentos, robos y hasta violaciones, señala el portal Diario de Cuba, que entrevistó a varias de ellas.
Shakira, una trabajadora sexual de 32 años, relata que aunque la policía sigue acosándolas, exigiendo documentos y deteniéndolas por «advertencias», la delincuencia ha tomado protagonismo en su vida diaria.
«Ahora el mayor peligro son los asaltos», comenta.
La mayoría de las trabajadoras deben operar en parques oscuros o zonas alejadas para evitar ser descubiertas, pero estos lugares son precisamente donde son más vulnerables. Los ataques con cuchillos, robos de celulares y dinero, y hasta violaciones, se han vuelto demasiado comunes. Shakira agrega que, aunque muchas intentan protegerse llevando a sus parejas o «chulos» como guardaespaldas, esto no siempre es suficiente para disuadir a los delincuentes.
La creciente presencia de pandillas, como «La Disciplina», agrava aún más la situación.
Esta banda juvenil, que se ha expandido en Camagüey, realiza actos violentos como «pruebas de valor» para ser aceptados en sus filas, lo que implica un riesgo adicional para las trabajadoras.
Shakira comparte que en varias ocasiones, las pandillas han secuestrado a chicas, llevándolas a zonas desiertas para asaltarlas, golpearlas y violarlas. Estos crímenes rara vez se denuncian a la policía, ya que las trabajadoras temen ser marcadas como «jineteras» y enfrentar aún más acoso por parte de las autoridades.
Naomi, una trabajadora sexual de 49 años, confirma esta realidad. Aunque ha logrado evitar situaciones violentas aplicando su propia estrategia de seguridad, el miedo sigue presente.
Naomi dice que sigue varias reglas, como observar detenidamente a los clientes antes de aceptarlos y llevar consigo un cuchillo para defenderse. Sin embargo, no todas tienen tanta suerte, y la precariedad económica obliga a muchas a tomar riesgos que las dejan expuestas a la creciente delincuencia.
A pesar de estos peligros, muchas trabajadoras, como Shakira, continúan en esta actividad porque no ven otra alternativa. Con la economía en declive y los salarios estatales insuficientes para cubrir necesidades básicas, recurren a la prostitución como medio de subsistencia.
«No voy a limpiar pisos en un hospital por 3.000 o 4.000 pesos», comenta, refiriéndose a los bajos salarios que ofrecen otros trabajos, que no son suficientes para mantener a su familia.
Este panorama sombrío refleja la precariedad laboral y la creciente inseguridad que enfrentan no solo las trabajadoras sexuales, sino muchos otros sectores vulnerables en Cuba. La delincuencia, el abandono estatal y la falta de protección han dejado a estas mujeres expuestas a la violencia, sin una red de apoyo efectiva que las defienda de los peligros que enfrentan en su día a día.
El propio portal de Diario de Cuba, en otra nota publicada, recoge datos del estudio Explorando futuros posibles para la democratización en Cuba, en el cual queda demostrado el «preocupante aumento en diversas formas de violencia en Cuba, destacándose particularmente la violencia de género, la violencia callejera y el abuso policial.»
Una encuestadora independiente «y seis sondeos realizados entre septiembre de 2023 y febrero de 2024, en los que participaron 10.248 personas de toda la Isla, de ellas 4.552 panelistas, es decir, individuos a los que se preguntó cada mes», recogió entre otros datos sobre la violencia, que «el número de quienes experimentaron acoso sexual ascendió en más de un 17% hasta ubicarse en el 27,3%» en el 2023, con relación al año precedente.
«De los entrevistados, el 24,1% dijo haber sido víctima de asalto en la calle (frente al 14,1% en 2022) y el 23,7% fue víctima de arrestos o abusos por parte de la autoridad (17,6% en 2022);» mientras que «las víctimas de agresiones físicas siguen siendo el mayor número entre los participantes, el 43,5% en 2023, un 0,9% menos que en 2022.»
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