los apagones no solo son un reflejo de una crisis energética, sino también de una crisis social y económica más amplia que sigue desafiando la estabilidad de Cuba. A medida que el calor del verano se acerca, la presión sobre el sistema eléctrico y sobre los líderes del país solo tiende a aumentar, poniendo a prueba la resiliencia y la paciencia de toda una nación.
La crisis energética en Cuba es un reflejo de un problema estructural más profundo que requiere cambios fundamentales en el modelo económico y político de la isla.
A la falta de combustible tras la disminución en el envío de barriles de petróleo de Venezuela, se han sumado las continuas averías en las termoeléctricas cubanas.
Las brigadas de linieros, compuestas en su mayoría por jóvenes, fueron trasladadas desde otras provincias, principalmente hacia Pinar del Río y La Habana.
El poste eléctrico, claro está, "sostiene cables de alto voltaje, y es un peligro potencial para las viviendas más cercanas, en caso de derribarse un día."