Sin comida, sin poder dormir y en apagón, pero «no nos pueden faltar los bríos», piden en Ciego de Ávila

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Una nota recién publicada por el diario oficialista Invasor y titulada “No nos pueden faltar bríos” en las actuales circunstancias, da cuenta de un Consejo Provincial extraordinario celebrado en la provincia de Ciego de Ávila, y que fue presidido por Manuel Marrero Cruz, Primer Ministro de la República, y otras figuras del Buró Político.

Según el artículo, el encuentro sirvió para revisar «los logros» – a saber cuáles – y las insuficiencias en lo que va del año 2024; una tarea que, aunque revestida de estadísticas alentadoras y promesas de mejoras, apenas roza la dura realidad que enfrenta la mayoría de los cubanos.

Mientras el gobierno se enorgullece de una supuesta “considerable reducción del déficit fiscal” y la “preparación” para cerrar el año como provincia superavitaria, la realidad que todo cubano conoce es esta: la población sobrevive entre la falta de alimentos, el desabastecimiento de medicinas, y cortes eléctricos que se prolongan por horas o incluso días. Es una contradicción palpable que, por ejemplo, en un país que solía ser líder en la exportación de azúcar, ahora se paguen cifras exorbitantes de hasta mil pesos cubanos por una libra en el mercado informal.

La sesión también destacó el esfuerzo por bancarizar la economía, con datos que sugieren avances como la reducción de cuentas en cero y el uso de pagos digitales en bodegas.

Sin embargo, más allá de las cifras frías, los ciudadanos enfrentan un sistema financiero disfuncional. Los campesinos, por ejemplo, siguen sin recibir el dinero en efectivo que les corresponde, y el monto de deuda pendiente en efectivo asciende a millones. Estos problemas ponen en evidencia una crisis sistémica que afecta a toda la cadena de producción y suministro, lo que resulta en estantes vacíos y dietas insuficientes para las familias. Por otro lado, las denuncias de precios especulativos y el limitado impacto de las multas impuestas en mercados estatales reflejan un entorno de alta inflación que deja al ciudadano común sin opciones.

El gobernador Alfre Menéndez – guarden el nombre porque este tal vez tome el mismo camino que otros gobernadores recientes que han sido destronados por corruptos – mencionó la aspiración de que Ciego de Ávila se convierta en una provincia superavitaria, confiando en proyectos como La Trocha y la empresa Media Luna para generar ingresos.

No obstante, los anuncios de éxito suenan huecos frente a la realidad de barrios donde la gente no puede dormir por el calor insoportable de las noches sin electricidad y donde el agua corriente es una promesa rota.

Pongámonos en contexto… ¿con qué «bríos» va a salir el pueblo a la calle a trabajar, si apenas se aliment, si apenas puede dormir entre el calor, los mosquitos y los apagones? ¿Qué puede hacer una madre o un padre por el país si tiene que emplear horas en la calle, en largas colas, primero en un banco para sacar dinero y luego en una tienda para comprar comida para sus hijos? ¿Bríos? ¡Todos los bríos y las energías se desgastan y gastan en el día a día! Primero fuera de la casa, luego en la casa, haciendo maravillas para intentar provocar una sonrisa en el rostro de sus hijos. Cualquier semejanza con el film La Vida es Bella, no es casual.

Detengámonos en la foto de portada que acompaña este artículo y que fue divulgada en la cuenta de X – antigua Twitter – de Manuel Marrero Cruz. Ni siquiera los asistentes al evento que levantaron casi todos los brazos en señal de aprobación unánime de lo expresado y dicho, tenían bríos para hacerlo.

«Bríos» para sustituir importaciones

El reporte de Invasor también enfatiza la necesidad de producir localmente productos para sustituir importaciones y contribuir a la canasta básica.

Sin embargo, esto queda lejos de ser una solución real en un contexto donde los insumos necesarios para producir y transportar bienes son insuficientes o inexistentes.

La zafra azucarera, en otros tiempos un emblema de la economía cubana, es un ejemplo de ello. Con la previsión de una molienda discreta de solo 30,500 toneladas de azúcar, la ironía radica en que la isla, con tierra fértil, debe importar este bien esencial mientras el pueblo lo busca desesperadamente en el mercado negro. La ironía radica en que la isla rodeada de mar, tenga que comprar la sal y los pescados en los mercados internacionales.

Las intervenciones de los funcionarios y las cifras presentadas en el Consejo Provincial reflejan un esfuerzo por aparentar progreso y control, pero la población cubana sabe que la situación es muy distinta. La prevención de delitos, la promoción de ventas a Acopio y el desarrollo de proyectos locales son todas medidas que, si bien necesarias, resultan insuficientes frente a una crisis estructural que ha sido parte de la vida diaria de los cubanos durante décadas.

El cierre del encuentro por parte de Marrero, con la llamada a “no hacer más de lo mismo” y actuar de manera “creadora”, puede sonar motivador, pero las palabras pierden su significado en una nación donde faltan alimentos, medicinas y electricidad. Un país donde “no nos pueden faltar los bríos” se escucha más como un eco distante que como un llamado genuino a la acción.

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