El después del affaire de Ana y Manolito… ¿Influencers seguirán el ejemplo de «La Mami Lover»?

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Cuando se pensaba que el universo del espectáculo y la política difícilmente podrían cruzarse con tanta intensidad, el romance entre Ana de Armas y Manuel Anido Cuesta, hijastro y asesor del presidente cubano Miguel Díaz-Canel, lo ha logrado. En este episodio digno de un guion de telenovela, la protagonista de Blonde no solo ha encendido las redes sociales, sino que también ha puesto a tambalear las campañas de marcas de lujo que utilizan su rostro como emblema. Al menos en la familia donde «La Mami Lover» es toda una matriarca.

La Mami Lover dice “basta”

En el epicentro de la polémica está Taty Guiribitey, filántropa e influencer cubana conocida como “La Mami Lover”.

Fiel a su estilo anticastrista, Taty declaró que ya no será cliente de Louis Vuitton mientras Ana de Armas sea imagen de la marca; y dejó claro que, aunque Bernard Arnault no quebrará sin su aporte monetario, “perderán sus buenos millones”. Al parecer, sus depósitos en la tienda de moda eran más grandes que su paciencia ante lo que percibe como una traición.

«Yo les mandé mi carta, muy directa: ‘Hasta aquí llegué con ustedes. Ana y yo no compartimos valores, así que mi dinero ya no lo verán’», afirmó Taty en conversación con Alex Otaola en el mañanero.

«La Mami Lover» incluso dejó entrever que su hija Camila y otros miembros de la familia podrían seguir sus pasos. ¿Estará Louis Vuitton nervioso? Improbable. Pero el gesto deja claro que algunos cubanos del exilio no están dispuestos a quedarse callados.

Mientras tanto, Ana y Manuel continuan paseando su amor por Madrid, desafiando las críticas que inundan las redes sociales.

Un fotógrafo de la revista Hola, que seguramente es el mismo que la otra noche le sacó cientos de fotos y que debe haberlos seguido en la distancia hasta averiguar dónde es que está ubicado el nido de amor de la actriz con el hijastro del mandatario cubano, volvió a fotografiarlos. En una de las fotos hasta parece haber sido sorprendido por estos, que los miran de frente.

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Aunque algunos consideran que «la exclusiva» ha sido cuadrada con Hola! debido a un presunto embarazo, y que hasta por todo ello Anita está recibiendo dinero, en Miami, una valla promocional de Estée Lauder con su rostro, ha generado indignación.

“Oye Estée Lauder, los miamenses no apoyamos a quienes simpatizan con dictadores brutales. Será mejor que cambien esa campaña», sentenció la activista Salomé García Bacallao, quien arremetió contra la marca desde su cuenta de X.

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¿Habrá repercusiones reales contra las marcas o todo esto es espuma mediática? ¿Hay o se organiza un boicot silencioso en el mundo influencer? Preocupaciones sobre una posible tendencia.

Aunque es difícil que la presión ciudadana logre un impacto inmediato, el ruido mediático podría empezar a incomodar a las grandes firmas, que a pesar del escándalo, parecen mantenerse firmes por ahora.

Sin embargo, este caso ha abierto un debate más amplio: ¿hasta qué punto las decisiones personales de las figuras públicas deben afectar sus contratos comerciales? Mientras los cubanos en el exilio presionan, Ana parece disfrutar del lujo y el amor sin reparos con un personaje que por carambola, carga con el odio de una grandísima parte del exilio.

El movimiento iniciado por Guiribitey, quien declaró públicamente que dejaría de ser cliente de Louis Vuitton mientras Ana de Armas sea imagen de la marca, podría marcar un antes y un después en la relación entre las influencers cubanas y las marcas de lujo.

Este gesto, aunque simbólico, plantea una preocupación sobre si otras figuras como La Dura, Samantha Espineiera o incluso personalidades con influencia en Miami, gente que usa Louis Vuitton y Estée Lauder, podrían seguir su ejemplo.

Si bien hasta ahora ninguna ha emitido declaraciones públicas, su silencio podría interpretarse como una evaluación cuidadosa del impacto que podría tener una postura similar a la de Guiribitey.

Samantha Espineiera, por su parte, conocida por su glamour y su vida en redes sociales, también podría enfrentar una encrucijada: ¿mantener la relación con marcas que promueven a Ana de Armas o expresar su descontento en solidaridad con sus seguidores exiliados? Ya bastante tiene «la pobre» con lo sucedido con su pareja; pero…

Desde una perspectiva social y general, este tipo de boicots, aunque probablemente no causen un daño significativo a gigantes como Louis Vuitton o Estée Lauder, sí pueden influir en la percepción de las marcas entre sus consumidores más comprometidos. El rechazo a Ana de Armas por su asociación con una figura política tan controvertida como Manuel Anido Cuesta podría convertirse en una bola de nieve dentro del círculo de influencers cubanas y otras personalidades influyentes.

La actitud de otras figuras más conocidas como La Dura o Samantha Espineira podría, además, inspirar a más seguidores a tomar posturas similares. En un mundo donde las redes sociales son la vitrina principal, perder la simpatía de influencers con miles de seguidores podría convertirse en un problema a mediano plazo para estas marcas.

Aunque algunos podrían argumentar que se trata solo de un juego de percepciones, el trasfondo ético no debería ignorarse. En una comunidad tan marcada por el dolor del exilio y las cicatrices de un régimen represivo, estas decisiones tienen un peso emocional significativo. Una valoración que puede hacerse y que no es del todo descabellada, es que este escándalo tiene el potencial de convertirse en un efecto dominó si las influencers comienzan a tomar posición pública, especialmente si figuras con miles de seguidores como La Dura deciden involucrarse.

El tiempo dirá si Ana y Manolito logran salir airosos de esta tormenta o si las críticas y los boicots se convierten en una ola imparable. Por ahora, la pregunta sigue en el aire: ¿quién será la próxima en levantar la voz?

Por otro lado, en el aire flota una pregunta: ¿es lícito, correcto y «normal», seguir el ejemplo de la Mami Lover?

Desde un punto de vista ético, seguir el ejemplo de Taty Guiribitey es totalmente válido. Boicotear marcas o productos asociados con figuras cuya conducta resulta controvertida para ciertos valores o principios no solo es un derecho del consumidor, sino también una forma legítima de expresar descontento. Sentir la libertad de poder expresar abiertamente una opinión: un derecho por décadas quitado a los cubanos dentro de la isla. Para miles de ellos, una censura «heredada» y muy bien aprehendida.

En este caso, el gesto de la “Mami Lover”, quien vive en la libertad más plena hace décadas, no solo busca distanciarse de Ana de Armas por su relación con una figura ligada al régimen cubano, sino que también se alinea con un mensaje político que interpela directamente a marcas de lujo como Louis Vuitton.

Sin embargo, cabe preguntarse si este tipo de posicionamiento es efectivo. ¿Realmente las grandes casas de moda cambiarán su estrategia por la decisión de algunos clientes, aunque sean consumidores recurrentes y de alto gasto? La probabilidad es baja, sobre todo en cuanto a figuras que involucran a un país desconectado y una comunidad poco o casi nada consumidora, ni «políticamente segura» de lo que es correcto o no – me refiero a los que viven dentro de la isla – pero lo que sí logra es visibilizar el descontento de una comunidad con fuertes raíces en el exilio y un rechazo frontal al régimen cubano.

¿Qué se gana o se pierde con posicionarse? ¿Son los cubanos ejemplos de acción frente a estos gestos?

Adoptar una postura frente a estos sucesos, como lo ha hecho la Mami Lover, puede tener beneficios claros. Por un lado tenemos el impacto simbólico. Expresar rechazo públicamente da voz a una causa y puede inspirar a otros a actuar, generando un efecto dominó entre los consumidores. Por otro mostraría Identidad y coherencia. Estas acciones refuerzan una imagen personal o de marca coherente con ciertos valores, algo fundamental en la era de las redes sociales. Y por último tendríamos presión social: aunque las grandes marcas no cambien de inmediato, el ruido generado puede obligarlas a reconsiderar futuras colaboraciones con Ana de Armas.

Por otro lado, quienes eligen no posicionarse o mantener silencio podrían estar buscando evitar conflictos o mantener una relación pragmática con estas marcas. Es una decisión entendible, especialmente para influencers o figuras públicas que dependen de estas asociaciones.

Históricamente, los cubanos en el exilio han demostrado una capacidad innegable para organizarse y expresar su rechazo frente a situaciones que consideran injustas. Desde el embargo económico hasta protestas en Miami, han sabido canalizar su descontento de forma visible y enérgica.

Sin embargo, la efectividad a largo plazo de muchas de estas acciones ha sido variable. En el caso de boicots como este, a menudo enfrentan dos desafíos, como lo son la falta de cohesión y las prioridades divididas. Aunque algunos, como la familia Guiribitey, puedan liderar el movimiento, la unidad entre los consumidores no siempre es suficiente para ejercer una presión efectiva; y muchos cubanos están más enfocados en problemas estructurales de la Isla – ayudar a los suyos – o en su vida cotidiana en el exilio, lo que diluye la atención hacia gestos simbólicos como este.

Seguir el ejemplo de la Mami Lover es un acto legítimo, pero para que tenga un impacto real, debe ir más allá del gesto individual. Necesitaría convertirse en un movimiento organizado, con un mensaje claro y una estrategia concreta para influir en las marcas y en la opinión pública.

Sin embargo, también es importante reconocer que no todos tienen la misma capacidad o voluntad para participar en estos gestos. Esto no les resta valor como cubanos ni como consumidores. Al final, cada quien decide cómo y dónde ejercer su poder de influencia, y lo crucial es que las acciones—sean públicas o privadas—estén guiadas por la coherencia y el respeto hacia los principios individuales, algo que al parecer – según el criterio de miles de cubanos – le ha faltado a Ana de Armas.

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