Cuba da cursos sobre arbovirus y ofrece «capacidad» para producción de medicamentos en medio de crisis epidemiológica

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En un asombroso despliegue de prioridades inversas, el régimen de Cuba ha decidido, en medio de una crisis sanitaria sin precedentes, ofrecer su supuesta «capacidad técnica y experiencia en la producción de medicamentos» al resto de los países de la región.

Así lo proclamó el ministro de Salud Pública de Cuba, José Ángel Portal Miranda, durante la XI Conferencia Panamericana para la Armonización de la Reglamentación Farmacéutica, celebrada en México. Según sus palabras, Cuba está lista para exportar su «expertise» en biotecnología y vacunas a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y otras naciones, mientras en la Isla los pacientes deben recurrir al mercado negro para obtener medicamentos básicos, si tienen suerte.

Portal Miranda, con la elocuencia que lo caracteriza, resaltó la efectividad de los productos cubanos, desde Jusvinza hasta Heberprot-P, todos «grandes éxitos» en el ámbito internacional, reseña el portal oficialista Cubadebate, aunque en la isla apenas se consiguen.

La ironía de la situación no puede pasarse por alto: mientras el ministro ensalza las bondades de los productos cubanos en foros internacionales, los cubanos en casa se enfrentan a una escasez de medicamentos que roza lo absurdo. Ni siquiera hay que ir muy lejos. En el recién finalizado 2023, las autoridades cubanas reconocieron que el 40% del cuadro básico de medicamentos estaba ausente en las farmacias, una cifra que probablemente subestima la magnitud del problema.

Pero no contentos con la disonancia entre su discurso internacional y la realidad nacional, el régimen cubano ha lanzado la 18ª edición del Curso Internacional de Dengue y otros Arbovirus emergentes. Este evento, que tiene un costo de 900 dólares para los participantes internacionales, se lleva a cabo del 19 al 30 de agosto en La Habana.

El curso, dirigido a médicos, virólogos, y epidemiólogos, pretende actualizar a los asistentes sobre enfermedades como el dengue, zika y la fiebre amarilla, entre otras. Lo curioso es que, mientras el Gobierno organiza estos lujosos eventos, los hospitales cubanos carecen de insumos básicos y los pacientes se enfrentan a largas filas para obtener medicamentos esenciales, si es que están disponibles.

Y claro, contraen dengue, fiebre amarilla, fiebre del Oropouche, zika, y la madre de los tomates, si se convirtiera en mosquito o vector, también la contrajeran.

La situación es tan grave que la Unión Europea se ha visto obligada a destinar 500.000 euros para «fortalecer» el sistema sanitario cubano. Este dinero está destinado a la adquisición de medicamentos, suministros y equipos médicos, así como a mejorar el acceso a servicios esenciales de salud sexual y reproductiva.

No obstante, esta ayuda parece una gota en el océano comparada con la magnitud de la crisis. La realidad es que, mientras el régimen cubano ofrece su «capacidad» de producción al mundo, en casa apenas pueden producir o importar los medicamentos necesarios para su propia población​.

El sarcasmo en esta situación es difícil de evitar. Cuba, un país que no puede abastecer a sus propios hospitales y farmacias, se presenta como un líder en la producción de medicamentos y biotecnología. Es como si un náufrago ofreciera clases de natación mientras se ahoga.

La escasez en Cuba no es un fenómeno reciente ni aislado; es el resultado de décadas de mala gestión, agravadas por sanciones internacionales y un sistema económico ineficaz. Sin embargo, en lugar de concentrarse en resolver los problemas internos, el régimen prefiere lucirse en el escenario internacional. E invertir en hoteles para turistas que no llegan.

Mientras tanto, el pueblo cubano sigue sufriendo las consecuencias de esta política desconectada de la realidad. Las farmacias están vacías, los medicamentos vitales escasean, y los precios en el mercado negro se disparan.

Todo esto ocurre mientras el Gobierno se enorgullece de ofrecer «cursos internacionales» sobre enfermedades que ellos mismos no pueden controlar. La situación epidemiológica en la Isla es alarmante, con un aumento de casos de arbovirus como el Oropouche, el dengue y la influenza, y las autoridades sanitarias apenas pueden hacerle frente​.

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La oferta del ministro de Salud a la OPS y a los países de la región de compartir la «experiencia cubana» en la producción de medicamentos no solo es irónica, sino casi insultante para aquellos que conocen la verdadera situación en la Isla. Es un triste recordatorio de que, en la Cuba actual, las palabras del gobierno tienen poco que ver con la realidad.

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