Casa América (+ vídeo)
El legado de Celia Cruz volvió a ser celebrado este martes en Madrid con el respeto, la emoción y la profundidad que exige una figura central en la historia de la música popular del siglo XX. En el marco del centenario de su nacimiento, la musicóloga e investigadora cubana Rosa Marquetti Torres ofreció una conferencia magistral en Casa América, institución que acogió con entusiasmo este homenaje que forma parte del programa de la exposición Latina: Mujer, música y glamour, organizada por la Fundación Gladys Palmera.
Autora del libro Celia en Cuba (1925–1962) —y de la segunda parte Celia en el mundo (1962–2003) actualmente en edición—, Marquetti realizó un recorrido exhaustivo y documentado por los años formativos de la cantante en su país natal, destacando no solo los hitos artísticos más conocidos, sino también las aristas menos divulgadas de su trayectoria: su paso por la radio y la televisión cubanas, su relación con el cabaret y el cine, así como su decisiva participación en procesos culturales afrocubanos en un contexto marcado por las limitaciones de género, raza y clase.
Desde sus primeras apariciones en emisoras como Radio 1010, donde tuvo su programa Momento Afrocubano con Celia Cruz, hasta su consagración en el cabaret Sans Souci y en los escenarios de Tropicana, Celia Cruz fue configurando una carrera que ya en los años 50 la situaba como la figura femenina más prominente de la música popular cubana. La investigadora subrayó que, mucho antes de incorporarse a la Sonora Matancera —lo cual ocurrió en 1950—, Celia ya era una artista versátil que dominaba diversos formatos escénicos y musicales, entre ellos la zarzuela, el teatro vernáculo, el jazz band y la música sinfónica.
Uno de los aspectos más destacados de la conferencia fue la exploración de la relación entre Celia Cruz y la afrocubanía, entendida no solo como estética musical sino como una dimensión profunda de su identidad artística. A través de grabaciones históricas como Babalú Ayé o Changó, realizadas en 1947 con el coro Yoruba de Alberto Zayas, la voz de Celia se proyecta como vehículo de autenticidad, capaz de transmitir con enorme intensidad un legado cultural que, aunque no practicaba religiosamente, conocía, respetaba y encarnaba desde lo artístico.
Rosa Marquetti argumentó, con documentos inéditos y registros visuales y sonoros, que la presencia de Celia Cruz en la historia musical cubana fue mucho más transversal de lo que suele reconocerse. Su paso por orquestas, programas radiales, grabaciones comerciales y espectáculos de cabaret la posicionó no solo como intérprete estelar de la guaracha y el son montuno, sino también como pionera en la representación femenina negra dentro del incipiente show business cubano. Se trató, según la conferencista, de una carrera cimentada sobre la inteligencia, la disciplina y una capacidad innata para reinventarse y adaptarse a distintos lenguajes escénicos.
En ese sentido, la investigadora también abordó el silenciamiento al que fue sometida la etapa cubana de Celia Cruz tras su exilio en 1960. A partir de esa fecha, y especialmente después de que se le negara la entrada a Cuba para asistir al funeral de su madre en 1962, Celia rompió definitivamente con el régimen de la isla, lo que trajo como consecuencia la omisión sistemática de su figura en la historiografía oficial cubana. A juicio de Marquetti, esta omisión impide un análisis integral de la historia de la música cubana del siglo XX, ya que la trayectoria de Celia Cruz encarna tanto las dinámicas locales como los procesos diaspóricos que caracterizan el devenir de la música afrolatina.
La velada concluyó con la proyección de un video donde se escucha a Celia interpretar Canto a La Habana, ya desde el exilio, en una muestra de la persistencia de su conexión emocional y cultural con Cuba. Los asistentes, entre ellos numerosos cubanos residentes en Madrid, reaccionaron con aplausos prolongados, visiblemente conmovidos por la reconstrucción de una Celia que no solo fue reina del escenario, sino también símbolo de resistencia, identidad y memoria.
“Celia tenía toda la música cubana dentro”, dijo en su momento el escritor Guillermo Cabrera Infante, frase que Marquetti evocó para cerrar la sesión. En un contexto académico y con una argumentación sólida, la conferencia en Casa América fue mucho más que un homenaje: fue un ejercicio de recuperación de la verdad histórica, una restitución de la memoria de una artista que sigue siendo, en palabras de la conferencista, “esencia y expresión altísima de lo cubano, de lo afrocubano, y de lo universal”.
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