Que el dólar estadounidense haya llegado a los $250 CUP en Cuba indica muchas cosas; entre ellas, que la pensión mensual de un jubilado promedio descendió hasta los $6.11 USD. El gobierno insiste que esto no es resultado de la bancarización aplicada de manera forzosa, sino que las causas son otras.
Sin embargo, la realidad es una: el peso cubano continua devaluándose considerablemente, lo que ha provocado un impacto desastroso en la economía ya afectada de Cuba y en la vida de sus ciudadanos.
Pongamos ejemplos de la vida práctica para hacer más digerible – si se pudiera – el fenómeno.
Un jubilado promedio en Cuba, actualmente, debe vivir con $0.20 centavos de dólar diarios. Un médico especialista, con $0.74 centavos de dólar diarios, mientras que otros profesionales o trabajadores especializados ganan menos de 0.50 USD diarios.
Una familia promedio de cuatro, padre madre y dos hijos, padres obreros e hijos estudiantes, debe sobrevivir con $0.25 centavos de dólar per cápita diarios.
En un programa que emite el portal independiente Diario de Cuba, se discutió sobre las consecuencias sociales de la bancarización en Cuba. Este proceso de transición hacia operaciones bancarias digitales está teniendo un gran impacto, especialmente en sectores vulnerables de la población. Los cubanos, acostumbrados a transacciones en efectivo, especialmente en el mercado informal, enfrentan dificultades ante esta nueva política. El estado cubano ha mostrado incapacidad para garantizar el acceso adecuado a servicios básicos, lo que ha llevado a una alta informalidad en las transacciones y el comercio.
Se entrevistó a Elaine Acosta, socióloga e investigadora asociada al Cuban Research Institute de la Florida Internacional University, quien mencionó que esta bancarización impactará especialmente a los sectores más desfavorecidos de la sociedad cubana, como las personas mayores, quienes tienen un acceso limitado a la tecnología. Además, las mujeres, que desempeñan un papel primordial en la gestión diaria de la vida en Cuba, también serán afectadas por estas medidas.
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La bancarización llega en un momento tecnológicamente atrasado para Cuba. El país no cuenta con la infraestructura ni con la capacitación adecuada para implementar de manera efectiva estas transacciones electrónicas. Se prevé un agravamiento de las condiciones de vida, con un aumento de la pobreza y de la vulnerabilidad social.
Acosta también resaltó que la bancarización puede ser una oportunidad para aquellos con conexiones gubernamentales o contratos con el estado, pero la población en general se verá afectada negativamente. Además, la desigualdad social en Cuba está creciendo, y la inconformidad y el malestar social son palpables.
Este proceso de bancarización se suma a otros problemas que enfrenta la sociedad cubana, como la inflación, la escasez de alimentos y la falta de infraestructura básica. Las medidas económicas tomadas no han sido acompañadas de políticas sociales que atenúen su impacto. En lugar de eso, el estado ha transferido a las familias el costo de estas políticas, dejando a los ciudadanos lidiar con sus consecuencias.
En el programa se abordó cómo la población ha expresado inconformidad frente a ciertas medidas del gobierno, y a pesar de enfrentar represión, en ocasiones han logrado que el Estado retrase o modifique algunas de esas medidas. Esta inconformidad ha sido visible especialmente en redes sociales, y la percepción general es negativa. Estas reacciones evidencian una gestión gubernamental percibida como autoritaria.
La nueva política económica ha causado inquietud, pues no se ve un plan estructurado para su implementación, lo que podría traer consecuencias negativas para la población. Se espera un impacto en sectores como la alimentación y educación, lo que se agravaría si se toma en cuenta la ya difícil situación económica y de salud del país. Específicamente en educación, se nota la falta de recursos básicos para estudiantes, y en salud, la escasez de medicamentos es crónica.
Los precios de productos online están disparados, siendo muchas veces más caros que su valor real en otros mercados. Finalmente, se destaca el papel de la diáspora cubana, que ha sido instrumentalizada tanto políticamente como económicamente, sirviendo como fuente de ingreso a través de remesas y otras transacciones. Se sugiere que la diáspora debería tener un rol más activo en oponerse a estas medidas.
Acosta señala que no todos pueden beneficiarse de ciertas medidas tomadas en Cuba, y existe una distinción entre quienes se benefician y aquellos que envían remesas para ayudar a sus familias. Las familias cubanas pueden verse afectadas por el aumento de los precios y la creciente necesidad de mayores remesas. Aunque estas remesas son esenciales para la economía cubana, el estado podría cobrar más por depositarlas o convertirlas.
También menciona que el gobierno cubano utiliza la diáspora cubana para obtener ventajas económicas, pero al mismo tiempo, la desestima o reprime políticamente. Esta contradicción necesita ser visibilizada y denunciada.
Además, nuevas prácticas económicas, como la venta de efectivo, han surgido debido a la crisis y a las políticas gubernamentales. Aunque algunas personas se beneficiarán de estas medidas, otras sufrirán, y las transacciones se volverán más costosas. El costo de vida sigue aumentando, y los ciudadanos enfrentan cada vez más dificultades.
La experta criticó en sentido general al gobierno cubano por no considerar las condiciones de vida de la mayoría y por centrarse en mantener el poder, y dijo ve poca evidencia de un interés genuino por parte del gobierno en mejorar las condiciones para la población.
Añadió, al final del programa, que el gobierno tomó estas decisiones sin discutirlas adecuadamente en la Asamblea Nacional de Poder Popular, que según él, es más un teatro que un verdadero parlamento.
