Poco a poco, la diáspora cubana va creciendo y acercándose en relevancia a otras célebres comunidades repartidas por el mundo, como la hebrea o la china: según el gubernamental Centro de Estudios Demográficos (Cedem), casi el 11 % de los 11.3 millones de cubanos censados viven en otros países, porciento que, lejos de revertirse, parece destinada a aumentar…
“Actualmente casi el 11 por ciento de la población cubana está en la emigración. Ha habido momentos puntuales de flujos de gran magnitud (…) y los años 2000 marcan una continuidad en ese proceso de emigración con el destino estadounidense como fundamental”, publicó el Cedem, institución de la Universidad de La Habana.
Según el reporte, que sorprende por su reconocimiento de una dura realidad que todos sospechaban, “el grueso de esa migración sigue siendo una población en las edades productivas y reproductivas, entre los 19 y 49 años; con creciente presencia femenina, y altos niveles de cualificación”.
Los principales destinos del éxodo cubano son Estados Unidos, con más de dos millones de cubanos y sus descendientes, seguido por España (127.000), Italia (43.000) y, en un inesperado cuarto puesto, Venezuela (36.000) por delante de Canadá (32.000), aunque la nación norteña es más exquisita y selectiva con los migrantes a los que le abre sus frías y multi-étnicas puertas.
Tan solo en el pasado año fiscal, las autoridades migratorias de Estados Unidos confirmaron el arribo de unos 300.000 cubanos, ya sea a la frontera sur tras seguir la llamada “ruta de los volcanes”, o cruzando el estrecho de la Florida. Tal flujo ha seguido, a cuentagotas, en los días iniciales de la entrada en vigor del nuevo parole humanitario aprobado por Washington para promover la migración ordenada y segura.
Según el Ministerio del Interior, desde que la administración de Joe Biden le cerró las puertas a los indocumentados cubanos, más de mil compatriotas fueron devueltos en virtud del llamado Título 42, una medida sanitaria establecida por el entonces presidente Donald Trump en plena pandemia de Covid-19, y que significaba la deportación inmediata.
Sin embargo, la determinación de los cubanos por buscarse una alternativa a la precariedad y ausencia de opciones que impera en la isla sugiere que los migrantes comenzarán a mirar hacia otros destinos, y que alguien más se encargue de apagar el Morro… si aún no se ha fundido la bombilla…
