Estos sismos recientes representan una advertencia, una prueba de que las predicciones de recurrencia sísmica pueden fallar y que la región debe estar preparada para enfrentar posibles eventos de igual o mayor magnitud. El pueblo cubano, acostumbrado a sobrellevar dificultades, enfrenta ahora el reto de reconstruir en medio de una crisis, con la esperanza de que pasen otros 80 o 90 años antes de volver a vivir una catástrofe de esta naturaleza.
A medida que la isla enfrenta esta "crisis dentro de la crisis", como la describió el periodista Estefano Tamburrini, el éxodo masivo continúa. Más de 850,000 cubanos han emigrado desde 2022, lo que equivale al 18 % de la población. Con un déficit fiscal de -33 % y una deuda pública que supera los 18,000 millones de dólares, la recuperación parece cada vez más lejana.
Muchos cubanos dependen prácticamente de la ayuda de los vecinos o de la gente en la calle para sobrevivir en medio de apagones interminables que, en su mayoría, afectan a la población más vulnerable.
Sea como un símbolo cultural o un método de distracción, la vuelta a estos rituales religiosos en Santiago de Cuba - y no duden que en otros lugares de la isla también se efectuen a menudo - deja en evidencia la búsqueda de la nación por soluciones, aunque estas se anclen en la espiritualidad ancestral frente a las crisis actuales.
Los sismos provocaron graves afectaciones en la red eléctrica por la caída de transformadores lo que causó averías que han dejado a más de 12 000 personas sin servicio eléctrico, sobre todo en Pilón, Bartolomé Masó y Yara.
Sin dudas el inicio de año 2024 ha sido desafiante para la nación asiática, pero si algo caracteriza a Japón y a los japoneses, es su capacidad para enfrentar y superar dificultades.
El terremoto impactó un país ya gravemente afectado por los sismos vividos días atrás, y aunque su magnitud - 6,4 grados en la escala de Richter - no fue ni de cerca a los dos anteriores, encontró una ciudad en ruinas y a millones de personas evacuadas y temorosos por sus vidas.