La devastación ocurrida en el Oriente y el Occidente de Cuba provocada por tres catástrofes naturales de seguidilla, con la correspondiente desconexión del Sistema Eléctrico Nacional, antes y después, durante varios días, ha dejado a millones de cubanos sin saber cómo enfrentarse a la dura realidad que les espera.
En Santiago, el domingo, dos sismos de 6 y 6,7 grados en la escala de Richter sacudieron la ciudad y provocaron escenas de pánico en edificios y calles; algo que también se vivió en Pilón, Granma, cuando los pobladores escaparon hacia las montañas, para refugiarse.
Para muchos habitantes, el regreso a sus hogares es incierto, pues los daños estructurales en techos y muros son generalizados, especialmente en zonas vulnerables.
A la catástrofe sísmica se suma el paso del huracán Rafael en Artemisa. Allí, los residentes enfrentan un escenario igualmente complejo, agravado por la falta de electricidad y agua potable. Rafael desconectó el Sistema Eléctrico Nacional y se han reportado apagones de hasta más de cien horas.
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En esa provincia Rafael dejó una estela de destrucción. Torres de transmisión eléctrica de alto voltaje fueron derribadas y avenidas enteras se convirtieron en campos de escombros. Además, la falta de electricidad ha vuelto las noches insoportables, con calor y mosquitos que complican aún más la vida diaria de los damnificados.
La situación energética en Cuba es precaria y parece empeorar. El domingo, solo el 48% del sistema eléctrico estaba operativo, afectando a millones de cubanos que dependen de este servicio para abastecerse de agua potable.
En ciudades como La Habana, Artemisa y Mayabeque, gran parte de la población permanece a oscuras, y el suministro de agua se ve interrumpido, lo que repercute en toda la isla.
Desde La Habana del Este, luego de vivir 96 horas en apagón, una asidua colaboradora de Cuballama Noticias afirma que perdió, podrida en el refrigerador por estar sin corriente, cerca de «80 USD en carne de res que había comprado».
Son varios los testimonios de personas que, ante la imposibilidad de cocinar, pasaron hambre durante días.
Evelio, desde Cienfuegos, dice que comió mucho «platanito», y que logró cocinar una carne de cerdo que, ya cocinada, fuera del refrigerador, le duró como tres días, pero dijo que conoce de gente que sobrevivió con «agua y azúcar», o boniato hervido.
«Muchos no tenían ni agua para hervir vianda. Aquí el agua llega sucia. Otros no tenían gas, y obvio, tampoco corriente.
Pedrito, desde Cienfuegos dice que ayudó a sus vecinos, gracias al patio que tiene, a cocinar para muchos.
«Siempre tengo madera aquí. Y calderos, pero esto no es de humanos ya,» comentó vía telefónica.
Muchos cubanos dependen prácticamente de la ayuda de los vecinos o de la gente en la calle para sobrevivir en medio de apagones interminables que, en su mayoría, afectan a la población más vulnerable.
Nadie sabe qué le deparará el destino, porque los males de Cuba parecen sucederse uno detrás del otro.