Por primera vez en una década, los ciudadanos cubanos lideran las solicitudes de refugio en Brasil, superando a los venezolanos, quienes históricamente habían encabezado esta estadística.
En medio de este torbellino, hay algo que llama aún más la atención: la necesidad que tiene Chocolate de “testear” todo. A las leyes, a los policías, a sus parejas, a sus fans, a sus abogados. Es como si llevara dentro una compulsión a poner a prueba los límites de cada sistema con el que interactúa. Este tipo de comportamiento puede entenderse desde una mezcla de impulsividad crónica, adicción al riesgo y, probablemente, una necesidad constante de atención, incluso si esta viene en forma de esposas.
Fernández de Cossío, con su traje bien planchado y tono pausado, retrató una Cuba que solo existe en los editoriales del Granma: culta, informada, activa, sin prejuicios, y con una ciudadanía que no es reprimida ni vigilada. Una isla de fantasía. Un holograma ideológico.
En EE.UU., la ley distingue claramente entre ser familiar de un represor y ser cómplice. Un hijo no puede ser juzgado ni demandado por el simple hecho de haber patrocinado a su padre, aunque este haya sido un verdugo del pueblo cubano. Solo si hay pruebas sólidas de complicidad o encubrimiento, puede enfrentarse a consecuencias legales.
Este, fellows, no es un problema de partidos. Es un problema de conciencia, de ética y de voluntad. Y mientras sigamos tratando esto como una pelea entre azul y rojo, los verdaderos infiltrados seguirán caminando impunes… y riéndose de todos nosotros.
Si la propuesta del presidente Donald Trump para prohibir la entrada de ciudadanos cubanos a Estados Unidos se hubiera implementado antes, el pequeño Damir...
A pesar de estos desafíos, el flujo de migrantes no muestra signos de disminuir. Las historias de quienes atraviesan estas pruebas resaltan tanto la resiliencia como la desesperación de aquellos que buscan un futuro mejor en otro lugar, lejos de las dificultades económicas y políticas de su tierra natal.
Según Emilio Morales, alrededor de 450,000 personas se han ido del país, de las cuales 366,000 entraron ilegalmente por la frontera, y otros 30,000 están varados en México, esperando la oportunidad de llegar a Estados Unidos.
Sin embargo, lo más importante a nivel psicológico, indica la especialista, “Es que tanto los que emigran como los que se quedan en Cuba deben tratar de lidiar con un proceso de cambios donde el mayor reto será mantener una salud mental lo más estable posible para que no se haga necesario acudir a un profesional en busca de ayuda”.