Al «entrevistado», Granma, le preguntó de todo, menos por qué se fue de Cuba. O por qué, si lo habían ya botado de los EE.UU., insistió en regresar y no vino a vivir a Cubita la Bella.
Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, parece haber encontrado un nuevo género periodístico: el testimonio funcional. Su más reciente joya informativa es la entrevista a un presunto deportado cubano desde Estados Unidos, cuya misión en pantalla no es otra que reforzar el relato de que el “imperio” es un infierno y que el sueño americano no es más que una estafa colectiva. A falta de éxitos propios, el castrismo se agarra al micrófono como a un salvavidas, pero para hablar… del otro.
El entrevistado, que no aporta nombre completo ni documentos, cuenta que fue deportado en 2018, regresó a EE.UU. después, y finalmente fue capturado por ICE por el delito de reentry, es decir, volver ilegalmente a un país tras una deportación. Lo demás es una larga queja sobre lo mal que lo trataron: jueces racistas, celdas hacinadas, comida escasa, esposas por todos lados. Todo contado con música de fondo, como si fuera un documental de guerra.
Lo curioso es el momento en que se publica este testimonio: justo cuando arrecian las denuncias internacionales contra el régimen cubano por represión, hambre y crisis migratoria. Nada es casual. Este “reportaje” no pretende informar, sino funcionar como contracampaña: “Sí, estamos mal, pero allá están peor”. La fórmula es vieja, pero aún tiene quien la aplauda.
El mensaje es claro: si te vas, vas a sufrir. Si vuelves deportado, sé útil y demoniza al país que te acogió. Así se premia tu regreso forzado: con una tribuna para servir al guion oficial. Porque lo que menos le interesa a Granma es saber por qué tantos cubanos se lanzan al mar o cruzan selvas con niños en brazos. Lo que importa es que alguien diga, frente a cámara, que en Estados Unidos no hay libertad.
Y mientras entrevistan al deportado arrepentido, los verdaderos dramas migratorios de miles de cubanos siguen ignorados. Porque el régimen no teme tanto a las deportaciones… como a las voces que, aún desde el exilio, se atreven a contar lo que realmente ocurre en la isla.
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