La famosa marca de vajillas Duralex, reconocida por su durabilidad y estilo inconfundible, tuvo una presencia notable en los hogares cubanos durante décadas. Estas vajillas, particularmente en los colores verde y ámbar, se convirtieron en un elemento común en muchas mesas cubanas, apreciadas por su resistencia y funcionalidad.
Familia que se respetaba, familia pudiente y hasta no tan pudiente, tenía en aquellas vajillas la confianza de que, incluso resbalándosele de la mano en el fregadero, resistiría la caída.
Hasta en casa de diplomáticos y funcionarios que viajaban al extranjero, había un juego de vajillas de esta marca. Era lo máximo y así se forjó en la mente de cientos de miles de cubanos que, durante al menos cuatro décadas, heredaron y traspasaron vasos, tazas y platos, de sus padres y la regalaron a sus hijos.
Sin embargo, la historia reciente de Duralex ha estado marcada por desafíos económicos que casi llevaron a su desaparición. En Francia, donde la marca también goza de una gran popularidad, los trabajadores de la compañía han tomado una decisión audaz para evitar su cierre definitivo.
En julio de 2024, los empleados de Duralex, cansados de la incertidumbre y los continuos cambios de propietarios, lograron convertir la empresa en una cooperativa tras ganar una batalla judicial en el Tribunal de Orléans, Francia. Esta victoria les permitió tomar el control de la empresa, transformándose de asalariados a accionistas. Con más de 227 empleados en su fábrica en Chapelle-Saint-Mesmin, los trabajadores decidieron unir fuerzas para salvar la icónica marca, que se había enfrentado a una serie de problemas financieros en los últimos años.
Duralex, que había sido adquirida por International Cookware en 2020 después de declararse en quiebra, se vio nuevamente en problemas en 2022 debido al aumento en los costos de energía, lo que obligó a la empresa a detener su producción. A pesar de recibir una inyección de 15 millones de euros por parte del Estado francés, las dificultades financieras persistieron, poniendo en riesgo el futuro de la compañía.
La decisión de los trabajadores de convertir la empresa en una cooperativa no solo asegura la continuidad de la producción de las icónicas vajillas, sino que también representa un nuevo modelo de gestión en un contexto de desindustrialización en Europa. Esta medida no solo salvaguarda los empleos de cientos de personas, sino que también preserva una parte importante del patrimonio industrial francés.
Duralex, conocida por su resistencia y por haber sido utilizada en todo tipo de contextos, desde comedores escolares hasta películas de James Bond, continúa siendo un símbolo de calidad y durabilidad.
Ahora, gracias a la determinación de sus trabajadores, la marca podrá seguir ocupando un lugar especial en las mesas de todo el mundo, incluyendo aquellas en Cuba, donde fue toda una sensación.
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