El 20 de enero de 2025, el presidente Donald Trump inició su segundo mandato firmando una serie de órdenes ejecutivas que han transformado radicalmente la política migratoria de Estados Unidos. Entre las medidas más impactantes destaca el cese del programa CBP One, una aplicación que había permitido a miles de migrantes acceder legalmente al país con permisos temporales y derecho a trabajar.
Estas medidas han dejado a miles de migrantes varados en México, un país que históricamente ha sido receptor y de tránsito para personas que huyen de la violencia, la pobreza y la persecución en sus países de origen.
Entre los miles de migrantes que han quedado en un limbo en la frontera mexicana están Odalys Fundicheli, una cubana de 62 años, y su nieta Lía, quienes esperaban reunirse con su familia en Dallas, pero vieron sus planes truncados al eliminarse todas las citas.
Migrantes como José Louiza, un pescador venezolano, y su familia, quienes habían recorrido varios países y enfrentado riesgos, quedaron también a solo horas de cruzar. Esta situación ha generado desesperación en lugares como Tijuana y Ciudad Juárez, donde miles ahora buscan refugio temporal mientras enfrentan extorsiones, trabajos precarios y hambre.
Así lo recoge El País, medio español que señala que Trump planea reinstaurar el programa “Quédate en México” (MPP), que ya se implementó entre 2019 y 2022, obligando a los migrantes a permanecer en territorio mexicano mientras esperan respuestas a sus solicitudes de asilo, un proceso largo y con condiciones insalubres. El crimen organizado se perfila como el principal beneficiado de esta incertidumbre. Según El País, la desesperación de los migrantes refleja un panorama desolador: “No es humano”, resume uno de los afectados.
México enfrenta el desafío de atender a estas personas, ampliando albergues y habilitando campamentos provisionales. Las autoridades locales, como las de Tijuana, han pedido coordinación y fondos federales para manejar la crisis, mientras la presidenta Claudia Sheinbaum anuncia el plan “México te abraza”, que ofrecerá apoyos económicos y servicios a los migrantes retornados.
México como país receptor de migrantes
En 2024, México registró una disminución significativa en las solicitudes de asilo, alcanzando 78,975 peticiones, un 43.8% menos que el año anterior, según la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). De estas solicitudes, 17,884 provinieron de cubanos, el segundo grupo más numeroso después de los hondureños. Sin embargo, las negativas a estas solicitudes han puesto en jaque a miles de migrantes, especialmente a quienes alegan persecución política.
El endurecimiento de las políticas migratorias en México no es casualidad. Las órdenes ejecutivas de Trump han incrementado la presión sobre el gobierno mexicano, que ahora se encuentra en una posición incómoda. La militarización de la frontera sur y la instalación de retenes en lugares como Tapachula refuerzan la sensación de un «muro invisible» que dificulta el avance de los migrantes hacia Estados Unidos. Estas acciones no solo benefician a Trump, sino que también perpetúan la vulnerabilidad de los migrantes frente al crimen organizado.
Recientemente, la fiscalía estatal de Chiapas desmanteló cámaras de vigilancia instaladas por grupos criminales para extorsionar y secuestrar a migrantes. Sin embargo, estas medidas no son suficientes para garantizar la seguridad de quienes se encuentran atrapados en este complejo tablero geopolítico. Organizaciones de derechos humanos han advertido que las políticas restrictivas no resuelven el problema de fondo y solo aumentan los riesgos para los migrantes.
Entre los grupos más afectados por estas medidas se encuentran los cubanos, quienes, con salvoconductos temporales de apenas 20 días, se ven obligados a buscar alternativas desesperadas: pagar a coyotes, unirse a caravanas o intentar cruzar la frontera sin los documentos necesarios. Migrantes como Osiel Rodríguez han denunciado un aumento en las negativas por parte de las autoridades mexicanas. Rodríguez, cuya solicitud de asilo fue rechazada bajo el argumento de que no era un perseguido político, sino un migrante económico, representa un caso recurrente entre los cubanos que intentan escapar de la represión en la isla.
La situación de los cubanos en México también está influenciada por la cercanía ideológica entre el gobierno mexicano y el régimen cubano. Durante los mandatos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y ahora de Claudia Sheinbaum, México ha reforzado su relación con La Habana, proporcionando apoyo diplomático y material en momentos críticos. Esta alianza podría estar influyendo en las negativas de las solicitudes de asilo de los cubanos, quienes se encuentran en un limbo legal y emocional.
El caso de los cubanos no es único. En países como España, también se han rechazado numerosas peticiones de asilo político de migrantes cubanos en los últimos dos años, argumentando que ya no existe una dictadura en la isla debido al fallecimiento de Fidel Castro y la transición de poder. En Estados Unidos, decisiones similares se han tomado basándose en criterios subjetivos o bajo presiones políticas internas, dejando a los solicitantes de asilo a merced de un sistema que combina intereses políticos con criterios personales.
Con las nuevas órdenes de Trump, esta dinámica se intensifica. La eliminación de CBP One y la reinstauración de «Permanecer en México» convierten a este país en un aliado estratégico de la política migratoria estadounidense, pero también en el lugar donde se concentran los problemas que Estados Unidos busca evitar en su propio territorio. Para los migrantes, esto significa enfrentarse a un camino lleno de obstáculos, donde sus vidas son piezas secundarias en un tablero geopolítico.
La compleja red de intereses geopolíticos y alianzas diplomáticas deja claro que la crisis migratoria no es solo un problema humanitario, sino también un reflejo de cómo las decisiones políticas pueden impactar directamente en la vida de millones de personas. Mientras Estados Unidos endurece sus políticas migratorias y México actúa como su brazo ejecutor, miles de migrantes seguirán enfrentando un futuro incierto. Para muchos, el «paraíso» que buscan al norte del continente parece cada vez más inalcanzable.
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