La opinión sobre el futuro de Cuba no porque sean populares y graves los problemas deja de estar menos segmentada. Una buena parte de los jóvenes y los que ya no lo son creen que el país avanza hacia la deriva y se apuran a abandonar el barco antes de la zozobra. Otros, en cambio, maquillan las dificultades, creen que siguen siendo malas decisiones independientes y no entienden que hasta esos supuestos errores humanos son una causa más de la decadencia de un sistema y la mala gestión de un gobierno.
El país atraviesa una crisis económica y social que hasta los propios dirigentes han debido admitir en algunos casos, sobre todo cuando cayeron las esperanzas de la tan sonada Tarea Ordenamiento que terminó siendo un fracaso y que plantó el camino para la fatal era MLC (Moneda Libremente Convertible), que atormenta el bolsillo de los trabajadores y cuyo conversión no garantiza el estado. Según una especialista en economía, cuya jubilación está próxima a concretarse y espera no tener que vivir ese proceso laboralmente, con el MLC sucederá lo mismo que con el ya desaparecido CUC.
“El estado no va a eliminar el MLC y como no es la moneda en la que pagan, pero sí la que más conviene a la dirección del país, harán lo mismo que antes. Entregarán una cantidad simbólica en concepto de estimulación en algunos centros de trabajo y se escudarán en eso para seguir vendiendo los productos en esa moneda”, supone.
En tanto, una joven graduada de Filosofía en la Universidad de La Habana, quien labora como profesora en una sede universitaria provincial opina que Cuba es un país que todavía se encuentra en el ya muy extendido proceso de rectificación de errores, los mismos que han propiciado que ya la salud, la educación o los beneficios sociales no se puedan contar como los tan afamados logros de la revolución y que hayan devenido en una profunda degradación.
Según la joven profesora el futuro de Cuba es bastante incierto, debido a que, como en cualquier nación; el desarrollo en la Isla depende de la juventud. Sin embargo, dice, la mayoría de los jóvenes están desencantados del proyecto de la revolución.
“Los jóvenes son más hijos de su tiempo que de sus propios padres, por lo tanto la situación económica, el mismo tema de la pandemia, así como las respuestas que ha dado el país a esos problemas han hecho que sean los jóvenes los primeros que no confíen en la revolución. Esto ha llevado a que la solución sea la emigración y que el sector más identificado con ese proceso sea la juventud. Para la gran mayoría de los jóvenes, el futuro es simplemente emigrar”, dice.
Pero mientras la profesora universitaria hace énfasis en el desacierto de los dirigentes del país frente a situaciones puntuales, como ha sido por ejemplo, la explícita orden de combate entre el pueblo que emitió el gobernante de la república el 11 de Julio; una señora jubilada del Ministerio del Interior y presidenta de un CDR cree que el gobierno cubano cumple con sus tareas.
En el portal de un vecino, al tiempo que aprovecha para entregarle la cita a la discusión del código de las familias, la mujer que sobrepasa los 70 años, escuchó que cuestionaban el trabajo de Díaz Canel y se apuró en contestar que los problemas de Cuba debía resolverse “en la base”, y que el pueblo tenía que valorar los esfuerzos del partido. “Ellos ya no pueden hacer más, bastante hacen”.
Por otro lado, un muchacho Licenciado en Turismo tiene claro que el futuro de su país no será nada mejor de lo que hasta ahora le ha tocado vivir. “El futuro en mi profesión es robarle al estado y dormir con el peso de la culpa de que puedan meterme preso un día no muy lejano. Mi novia y yo nos iremos en algún momento. No vamos a tener familia en Cuba”. La salida del país casi se ha vuelto una obsesión para ellos y confiesan que sienten mucha envidia cuando en sus muros de Facebook se agrupan los videos de personas que llegan a los Estados Unidos o a cualquier otro país.
En situación parecida se halla un médico, residente de segundo año en la especialidad de Medicina Interna, quien ya lo tiene todo listo para emprender la travesía. “Yo amo mi profesión, explica, he alcanzado muchos logros aquí, pero ya no puedo mantener a mi hija y a mis padres siendo médico en Cuba, ni siquiera trabajando en un hospital de referencia. Me cansé de pasar trabajo, quiero vivir mejor y disfrutar de la vida con el fruto de mi carrera”.
Unos 17 mil cubanos que han sido reportados como inmigrantes en los Estados Unidos durante los últimos dos meses, una cifra que no se hace pública en Cuba, pero que tampoco asombra a sus habitantes gracias a las redes sociales.
La opción de un futuro mejor para los cubanos solo parece ser ahora mismo la huida del país. Al menos eso demuestran las cantidades de personas que diariamente se lanzan dispuestos a atravesar los peligros de una selva, los chantajes de coyotes y traficantes de personas, así como la inseguridad de un status legal incierto en un país donde cualquier cosa luce mucho mejor que permanecer en Cuba.
