Según numerosas fuentes, hasta los fumigadores están pidiéndole dinero a la gente si quieren que fumiguen sus hogares.
La alarma sanitaria vuelve a encenderse en el occidente de Cuba. Desde Matanzas —y ya con reportes en provincias vecinas— llegan denuncias de fiebre alta, vómitos, diarrea, erupciones y edema doloroso en pies y manos, además de hospitales desbordados y una severa escasez de insumos.
Imágenes difundidas por la página Cuba Muere muestran tobillos inflamados y lesiones cutáneas de varios pacientes, un compilado que ilustra la oleada de casos que “está afectando el país entero”.
A esas fotos se suman testimonios recopilados por la activista Irma Lidia Broek, quien advierte de una “crisis sanitaria en Matanzas”: niños y adultos con fiebre, deshidratación y edema; el Pediátrico Eliseo Noel Caamaño “colapsado” por la afluencia; y escasez de sueros y medicamentos básicos. Broek recuerda que en Matanzas, Guantánamo, Santiago de Cuba, Pinar del Río y La Habana ya se ha confirmado la circulación de arbovirosis como chikungunya, en un contexto de basura acumulada, apagones y falta de fumigación.
El creador de contenidos Nio reportando un crimen amplifica el mismo patrón: un mensaje desde Matanzas relata la muerte de un bebé de un mes y la hospitalización de una niña de 18 meses por un “virus” que está enfermando a “muchos niños y adultos”, con salas sin camillas disponibles y personal médico sin recursos más allá del paracetamol.
En otro reporte de «Nio», desde Ciego de Ávila, vecinos denuncian que “el hospital está colapsado”, que no llega la ambulancia y que faltan antipiréticos y soluciones de rehidratación; mencionan el fallecimiento de un niño de 5 años en el municipio de Venezuela y de una joven de 20 en el poblado de Vila.
A la precariedad clínica se añade el ángulo de control vectorial. Una denuncia desde San Miguel del Padrón (La Habana) asegura que fumigadores exigen dinero para prestar el servicio, dejando sin tratamiento a hogares de bajos recursos; la vecina que escribe dice llevar “días enferma” y remata con una paradoja: en la Cuevita sí hay medicamentos… pero a precios inalcanzables.
Agua potable y apagones: un cóctel que empeora todo
En Matanzas, la calidad del agua se ha vuelto un factor crítico. Un reportaje del medio independiente 14ymedio describe cómo la Iglesia Episcopal de la calle San Juan de Dios reparte agua purificada tres veces por semana si hay electricidad.
El servicio, sostenido con sistemas donados por Living Waters for the World, se interrumpe con los apagones, justo cuando más falta hace para higiene y rehidratación. Vecinos narran que el agua de la red “no hay quien se la tome” y que, sin el apoyo del templo, terminan enfermos del estómago. La escena subraya un contrasentido: una ciudad asentada sobre un gran manto freático depende de una ventana parroquial… y del fluido eléctrico.
Pero… ¿qué es lo que está sucediendo?
Por un lado tenemos los síntomas reportados, que son repetidos: fiebre alta sostenida, vómitos/diarrea, deshidratación, erupciones, edema y dolor articular en pies y manos; visión borrosa y gran decaimiento en algunos casos.
Varias voces apuntan al virus de chikungunya y también al dengue en circulación. Ambas son arbovirosis transmitidas por mosquitos en ambientes con criaderos (aguas estancadas, basura, falta de fumigación) y que están dejando testimonios repetidos en salas pediátricas y hospitales, saturados, con escasez de sueros y antipiréticos, demoras de ambulancias y una capacidad de respuesta muy limitada, e incluso con falta de reactivos para hacer los análisis. Todo ello en un entorno de apagones continuados, que interrumpen agua purificada y cadena de frío. A la falta de higiene urbana se suman señalamientos de cobros ilegales por parte de los fumigadores.
Las publicaciones revisadas coinciden en reclamos inmediatos: fumigación masiva sin cobros, limpieza de vertederos y drenaje de charcos, suero oral y antipiréticos en policlínicos y farmacias, más camillas y personal en urgencias, y transparencia para que la población entienda qué circula y cómo protegerse.
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