La situación alimentaria en Cuba es cada día más desesperada. Así lo reconoce en un artículo el portal Peoples World, donde plantea que «la vida de muchos cubanos se vuelve más precaria debido a la interminable escasez de alimentos, los altos precios y los bajos ingresos.»
Buena parte del artículo se enfoca en dar a conocer los datos ofrecidos por el Viceprimer Ministro cubano Jorge Luis Tapia Fonseca y el Presidente de la Asamblea Nacional Esteban Lazo Hernández, durante implementación de la ley de 2022 de Cuba sobre Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional.
El texto cita además a el ministro de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro Ale, quien indicó que los precios en la isla se dispararon un 39% durante 2022 y un 18% más en lo que va de 2023.
El texto recoge además testimonios de residentes en la isla como Rosa López, una de los tantos cubanos que se han visto obligados a cocinar usando carbón y hornos de leña, ante la falta de gas de cocina por más de un mes en la isla.
Según los informes, el consumo promedio de proteína animal de los cubanos ha caído drásticamente, con solo 347 gramos consumidos en mayo de 2023, muy por debajo del recomendado de 5 kg mensuales. Además, la disponibilidad de pollo y huevos ha disminuido significativamente.
Las causas de la crisis se atribuyen a la disminución de los rendimientos de cultivos esenciales como el maíz, la soja y el sorgo, que han llevado a la carencia de alimento para animales, reduciendo la producción de cerdo y la disponibilidad de leche. Factores como la sequía y la falta de fertilizantes también han agravado la situación.
A pesar del aumento en la tasa de inflación, que alcanzó el 39% en 2022 y un adicional 18% en 2023, el país sigue dependiendo en gran medida de las importaciones de alimentos. La Asamblea Nacional reveló que prácticamente el 100% de los alimentos consumidos en Cuba se importan.
El texto cita a Frei Betto, nombrado asesor del Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional de Cuba, quien visitó la Isla en junio de este año.
En la evaluación hecha por el teólogo brasileño, se destaca que, la “escasez actual es más severa que en el Período Especial (1990-95)”, y se especifica que ese fue un momento sumamente complejo en la historia de la isla, «cuando la economía de Cuba estuvo a punto de colapsar tras el retiro de la ayuda soviética y la contracción del comercio con el bloque socialista de naciones.»
Según señalaba Betto en su informe «Cuba ahora importa el 80% de los alimentos que consume, frente al 70% hace unos cinco años, y que cuesta $4 mil millones anuales, frente a los $2 mil millones. Solo para el maíz, la soya y el arroz, el desembolso ahora es de $1.5 mil millones anuales.»
En cuanto a la tonelada de carne de pollo importada, esta cuesta ahora «$1,3 millones, frente a los $900.000 de hace un año».
Respecto a la oferta de trigo, esta ha empeorado y «la producción de leche ha bajado 38 millones de litros en un año».
El texto concluye que el sector agrícola del país requiere una «revolución productiva» para abordar la creciente crisis alimentaria. Sin embargo, las comunidades rurales se enfrentan a desafíos adicionales, como la disminución de la población y la falta de infraestructura adecuada.
El portal señala que el embargo de EE. UU. a la isla es un factor significativo en la crisis alimentaria de Cuba, a los que se suman problemas internos como daños por huracanes, erosión del suelo y tendencias burocráticas en las gestiones.
Al abordar estas últimas se señala que «en abril de 2023, los aspirantes a agricultores aún no habían tomado posesión de 258 388 hectáreas de tierra ociosa que se les puso a su disposición sin costo alguno en virtud de las reformas de tenencia de la tierra de 2008.»
El texto culmina con un llamado a la solidaridad internacional «para resistir contra el bloqueo de EE. UU.» y se insta a activistas, grupos políticos de izquierdas y defensores «a unificar fuerzas y liderar la carga contra el bloqueo para apoyar a Cuba en su momento de necesidad.»
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