“Una hora de corriente al día es un genocidio”. Eso dijo Pedro de Jesús López Acosta, una de las tantas voces que estallaron contra el Periódico Girón tras su reciente publicación sobre la crisis eléctrica en Matanzas. El artículo del medio, titulado de forma suave y casi decorativa, pretendía explicar —con tecnicismos y declaraciones oficiales— por qué casi toda la provincia está a oscuras durante más de 20 horas al día.
Pero la publicación a que hizo referencia el internauta no hizo más que desatar una tormenta de comentarios en Facebook. La gente, harta, respondió con furia, con dolor, con impotencia… y con una lucidez aplastante que expone lo que ningún medio oficial se atreve a decir: la situación es insostenible y el Gobierno se burla de ellos.
El pueblo responde: “¡Esto es inhumano!”
“No sé cómo estamos vivos”, escribió Mildrey Alfonso. “Esto es criminal”, apuntó Oslaidy Pérez. “Mi papá es sobreviviente de cáncer de pulmón, mi mamá tiene osteoporosis… y llevan tres días sin corriente”, contó Odalys Peñate. Historias como esas abundan entre los más de 800 comentarios que recibió la publicación del medio oficialista.
Muchos ya ni siquiera piden explicaciones. Solo quieren que se restablezca un mínimo de justicia energética. “No más bla bla bla. ¡Queremos soluciones!”, repiten en decenas de mensajes.
Y es que la contradicción es grotesca: Matanzas alberga la termoeléctrica Antonio Guiteras —una de las más grandes del país—, y aún así, su población sufre los apagones más severos. “¿Dónde va la electricidad que se genera aquí?”, preguntan varios internautas. La respuesta tácita es siempre la misma: a La Habana y Varadero.
Uno de los detonantes del enojo colectivo es la desigualdad evidente entre provincias. Mientras en la capital se habla de rotaciones programadas de cuatro horas, en Matanzas las interrupciones alcanzan las 30 horas seguidas, dejando como premio de consuelo un «alumbroncito» de 90 minutos.
“¿Por qué Matanzas tiene que asumir el déficit de La Habana?”, preguntó sin rodeos María Del Carmen Martín Suárez. Otros, como Lisbey Montell, ironizaron: “La Habana consume lo de todo el país y nosotros donamos nuestros megawatts aunque estemos al borde del colapso”.
Las sospechas no son nuevas: hay zonas “intocables”, donde la corriente no se corta jamás. Varadero es uno de esos lugares. Y aunque los matanceros entienden su peso turístico, se preguntan si su vida vale menos que la imagen del país para los pocos visitantes extranjeros.
“Periódico Girón, ¿a quién crees que engañas?”
Pero el blanco principal de las críticas no fue la Empresa Eléctrica ni el Ministerio de Energía y Minas, sino el Periódico Girón, acusado de encubrir y justificar lo injustificable.
“Esta nota parece escrita para justificar el caos, no para denunciarlo”, dijo Sandra Batista. “Es una burla en nuestra cara”, añadió Deyanira Companioni. Otros exigieron abiertamente que los periodistas del medio se atrevan a hacer preguntas reales, no a repetir el guion oficial.
“¿Por qué no entrevistan a quienes llevan 23 horas sin electricidad?”, escribió Osvaldo Álvarez. “Este reportaje nos deja más preguntas que respuestas”, dijo Lizbeth Díaz. El periodismo de “pasillo institucional” está en su peor momento.
Cada comentario, cada testimonio, cada grito en redes revela una verdad escalofriante: los cubanos no están solo sin luz; están sin alimentos que conservar, sin agua que hervir, sin ventiladores para los niños, sin refrigeradores que aguanten. “Una hora de corriente no resuelve nada”, dijo Luisa Elena González. “Ni cocinar, ni descansar, ni estudiar, ni trabajar”.
Esa “hora” es insuficiente incluso para mantener con vida a los equipos médicos de muchos enfermos. La palabra “genocidio” se repite una y otra vez. No es exageración. Es la expresión desesperada de un pueblo que siente que lo están matando por abandono.
La rebeldía digital es lo único que queda
Frente al colapso material y moral, muchos se han refugiado en la protesta digital. Es lo único que no está racionado, aún. Las redes sociales se han convertido en el último espacio para el desahogo, el reclamo y la denuncia.
“Esto es un 11J silencioso pero constante”, escribió alguien. “Si creen que con 90 minutos de corriente al día nos van a callar, se equivocan”, apuntó otro.
La falta de corriente ha encendido otra cosa: la rabia.
Varios usuarios como Ernesto Rosas y María Elena Blanco notaron otra inconsistencia grave: las cifras de demanda y afectación que da el director de la empresa eléctrica de Matanzas no coinciden con las del parte oficial nacional. ¿Manipulan los datos? ¿Los exageran para justificar lo injustificable? ¿Acaso el apagón es también informativo?
Preguntas que, como de costumbre, no tendrán respuesta. Solo apagones. Solo notas de prensa tibias. Solo un pueblo que aguanta… pero cada vez menos.
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