Otra comparecencia, otro rosario de causas y promesas. Esta vez, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, detalló el nuevo “agravamiento” del Sistema Eléctrico Nacional (SEN): salió por mantenimiento Felton 1, se averiaron motores en Mariel, “disparó” la unidad 5 de Nuevitas y el bloque 5 de Renté, recién reparado, no logró incorporarse. Resultado: déficit fuerte y apagones extendidos. En La Habana, el disparo en Nuevitas obligó a “desconectar súbitamente” varios circuitos para evitar una caída total del sistema. ¿Le suena? A la mayoría, sí.
La foto actual no ayuda. De ocho patanas (centrales flotantes) que llegaron a operar, hoy quedan dos, con apenas 70 MW combinados. El ministro habló de “mejoras” a corto y mediano plazo: reingreso de Felton 1 este fin de semana con más de 220 MW, ajustes finales en Renté 5 y la avería de Mariel ya resuelta; pero no pocas veces sucede lo que ya los cubanos conocen y les resulta obvio: que entran y se rompen otra vez.
Si las palabras del Ministro dieran esa seguridad, de que lo que entra al menos dura, los cubanos tendrían un alivio, pero no sucede así. Y así vamos, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, sumando años, de crisis energética.
De la O Levy sumó a la ecuación los 650 MW fotovoltaicos instalados —que alivian solo de día— y el plan de sincronizar más parques para rozar los 1 000 MW en diciembre, además de baterías “próximas a llegar” para acumular energía y estabilizar la frecuencia. En octubre, dijo, deben reincorporarse Céspedes 4 y Santa Cruz 2; en diciembre, parada “integral” de la Antonio Guiteras. El cuello de botella, admitió, ha sido el aceite para la generación distribuida.
El público, sin embargo, oyó un deja vu. “Eso mismo lo dijeron para julio y no pasó”, resumió una usuaria. Otro fue más ácido: “Lo único novedoso fue este concepto: ‘el SEN no se volvió a caer, ahora lo apagamos’”. Y el dato curioso: la propia nota de Cubadebate que recogió la comparecencia no tiene ni un solo comentario visible de foristas, una «rareza» en ese portal, donde los cubanos se despachan a tutiplén opinando. Que no haya un comentario siquiera es un síntoma de cuánto se filtra el malestar.
Mientras, la calle sigue sin corriente durante jornadas enteras y con cuotas de paciencia agotadas. El relato técnico de fallas y mantenimientos ya no compite con la vida doméstica: alimentos que se pudren, electrodomésticos averiados, agua que no sube sin bombas, niños y ancianos a oscuras. La ciudadanía entera pide menos narrativa y más cronogramas creíbles, con fechas y garantías verificables.
Para completar el cuadro, el primer ministro Manuel Marrero reconoció en otra intervención que la situación es grave, compleja, crítica y multisectorial, con tantos problemas “que superan la capacidad” de los propios cuadros.
La admisión suena honesta, pero no alcanza: si la capacidad no da, hay que cambiar métodos, equipos y prioridades. Dimitir y renunciar como le piden miles de sus ciudadanos. Lo contrario es eternizar el bucle. Que falten la comida y las medicinas es algo que no puede competir jamás con la ausencia de la energía eléctrica y del agua. Nadie puede vivir sin agua. Y vivimos en el Siglo XXI, no en la época de las cavernas. Decenas de municipios reportan hasta más de 60 horas sin fluido eléctrico de manera continua.
Una situación tan «al rojo vivo», que así se expresó en redes Alexander Abreu, el de Havana D´ Primera:
En suma: hay explicaciones de sobra y electricidad de menos. El Gobierno promete retornos de unidades, más placas y baterías. La gente pide certezas: contratos de combustible asegurados, mantenimiento capital planificado con respaldo, y, sobre todo, un calendario público de afectaciones que se cumpla. Las “explicaciones” ya no iluminan. Las soluciones, ¿para cuándo?
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