Fuertes lluvias han golpeado al municipio Moa, en la provincia de Holguín, causando inundaciones significativas y obligando a la evacuación de alrededor de 300 personas. Las precipitaciones, que comenzaron en la noche del lunes 25 de noviembre, alcanzaron acumulados de hasta 108 milímetros en áreas como La Derivadora, según reportes de la periodista Yulieska Hernández García del telecentro Moa TV.
La situación ha sido especialmente crítica en el reparto ECRIN, ubicado aguas abajo de una infraestructura hidráulica cuyas compuertas debieron ser abiertas hasta un metro, incrementando las inundaciones en la zona. El río Cabaña y la cuenca del río Moa se desbordaron, sobrepasando el puente de acceso a la fábrica Comandante Pedro Sotto Alba y alcanzando las ventanas de las viviendas más cercanas.
Aunque las autoridades locales coordinaron la evacuación de los residentes, muchas personas mostraron resistencia a abandonar sus hogares. Para muchos, dejar atrás sus escasos bienes materiales, en medio de una crisis económica que dificulta reponer lo perdido, ha sido una decisión desgarradora.
A pesar de estas dificultades, alrededor de 73 personas lograron refugiarse en instalaciones estatales, mientras que más de 200 optaron por autoevacuarse. A las primeras horas del martes, el nivel del río comenzó a descender gracias a ajustes en las compuertas, lo que permitió el acceso a la fábrica y el traslado de algunos obreros y autoevacuados. Sin embargo, la situación sigue siendo preocupante, ya que el agua no ha bajado lo suficiente para garantizar la seguridad en la comunidad.
Estas inundaciones llegan apenas un mes después de que Moa fuera devastada por el huracán Oscar, que dejó importantes daños en la región oriental de Cuba. La persistente vulnerabilidad del municipio pone en evidencia las dificultades para mitigar los impactos de fenómenos meteorológicos recurrentes en la Isla.
Mientras Moa enfrenta esta nueva emergencia, el desespero también persiste en otras áreas del país afectadas por desastres recientes.
En Guantánamo, los damnificados del huracán Oscar, que azotó la región a principios de noviembre, siguen esperando soluciones. De las 13.000 viviendas dañadas, solo el 8% ha sido reparado, mientras que un 75% de las instituciones estatales afectadas ya están restauradas. Este desequilibrio ha generado críticas hacia las prioridades del gobierno, que parecen inclinarse hacia los bienes estatales antes que hacia los ciudadanos.
En Artemisa, los habitantes de Playa Guanímar y otras zonas afectadas por el huracán Rafael denuncian el abandono por parte de las autoridades, señala la agencia EFE. Muchos hogares siguen destruidos, las calles permanecen cubiertas de lodo, y la electricidad no ha sido restablecida en su totalidad. A pesar de la ayuda internacional recibida, los residentes reportan que las ayudas son insuficientes o no llegan, y las que llegan, el Estado las vende.
La gestión de los desastres en Cuba revela un patrón preocupante: la falta de respuesta efectiva a las necesidades de los damnificados. Fenómenos como el huracán Matthew en 2016 dejaron miles de viviendas derrumbadas que aún no han sido reparadas. En cada temporada ciclónica, los daños se acumulan mientras las promesas de reconstrucción y asistencia quedan en el aire.
Las inundaciones en Moa no son un caso aislado, sino parte de una realidad que afecta a miles de cubanos. Mientras el agua sigue cubriendo calles y hogares, la esperanza de muchos damnificados parece flotar a la deriva, en espera de una ayuda que nunca termina de llegar.
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