Ismael Hernández Chirino y David López Alfonso, los dos pilotos cubanos que llegaron a Estados Unidos el pasado 25 de marzo a bordo de un ala delta motorizado, fueron liberados este viernes tras ganar su caso de asilo político.
Al salir del centro de detención donde estaban recluidos, Hernández Chirino aseguró a Telemundo que su familia “está súper contenta” porque finalmente “se acabaron los momentos de tensión”. “No sabíamos qué iba a ser de nuestras vidas”, ni “si nos iban a virar o nos iban a dejar”, confesó.
Si lo regresaban a su país, argumentó el joven aviador, hubiera enfrentado “una pena máxima, porque en Cuba sí existe pena de fusilamiento”.
Sobre los motivos por los que huyó de Cuba, Hernández Chirino subrayó que “llegó un punto en que estaba desesperado” porque allí la situación “está muy mala” y “en lo personal me estaba afectando demasiado”.
“La gente en la isla tiene toda esta represión encima y cualquier cosa que hagan va a ser penalizado de la peor manera posible. En Cuba ya ni siquiera hay libertad de poner en Facebook lo que tú piensas de lo que está pasando”, explicó quien sueña con convertirse en piloto en Estados Unidos.
Ambos cubanos arribaron a Cayo Hueso, Florida, después de un vuelo de dos horas desde la base de Tarará, en La Habana, donde el ala delta motorizado del tipo “Trike” prestaba servicios turísticos en la modalidad de deportes aéreos.
Sobre la travesía, Hernández Chirino dijo que le pareció un vuelo “largo”, aunque no lo fue. Pensaba en qué le pasaría “si se me apagaba el motor”, pero “tuve que concentrarme” porque “yo era quien estaba llevando la nave”.
Tras la fuga, el Club de Aviación de Cuba, que preside el espía René González, los calificó de “traidores” y “vulgares delincuentes”, al tiempo que exigió la devolución inmediata del equipo ultraligero en que escaparon de la isla.
Ante tales declaraciones Hernández Chirino respondió que “yo no creo que yo haya traicionado a un gobierno que nos ha traicionado a nosotros, el pueblo, durante tanto tiempo”, y que nos ha hecho pasar “hambre, miseria y necesidad”.
El abogado defensor del caso, Willy Allen, afirmó que “los asilos siempre se ganan con el testimonio de la persona”.
