El feminicidio sigue siendo una de las mayores crisis sociales en Cuba, con dos nuevos casos reportados recientemente por las plataformas independientes Alas Tensas y Yo Sí Te Creo en Cuba. Estos incidentes, ocurridos en las provincias de Santiago de Cuba y Holguín, reflejan una brutalidad que, en el caso de Holguín, trasciende las motivaciones habituales de la violencia y subraya la urgencia de acciones concretas para proteger a las mujeres en la isla.
Dos vidas truncadas por la violencia
El primer caso reportado es el de Yiliannis Bueno Espinosa, una joven madre de 29 años que residía en el poblado El Sur, en el municipio Tercer Frente, Santiago de Cuba. Así lo reportaba un familiar de la víctima.
Bueno fue asesinada el 11 de diciembre por su expareja, conocido como «Lali», quien la atacó con un machete frente a su domicilio, dejando huérfanas a dos niñas pequeñas. Según testimonios cercanos, el agresor mantenía una obsesión enfermiza hacia la víctima, y su ataque fue tan violento que la joven falleció mientras era trasladada al policlínico local.
Así lo reportaba el activista Niover Licea.
El periodista indepediente Yosmany Mayeta, también ofreció detalles sobre el suceso.
El segundo caso corresponde a Tania Liset Hidalgo Ávila, de 51 años, quien fue brutalmente asesinada el pasado 22 de noviembre en su hogar en Bijarú, Báguanos, Holguín.
El hecho fue dado a conocer desde las redes sociales por la activista Irma Broek, quien reveló detalles y rostros, de la víctima y su victimario.
Según Alas Tensas, el crimen fue cometido por un hombre conocido por la víctima. Aunque inicialmente se consideró el robo como posible móvil, la violencia ejercida «excede cualquier motivación atribuible al hurto». El agresor intentó huir, pero fue detenido poco después.
Cifras alarmantes y subregistro
Con estos dos nuevos feminicidios, la cifra registrada por Alas Tensas y Yo Sí Te Creo en Cuba asciende a 53 en lo que va de 2024.
Esta estadística, basada en reportes comunitarios y activistas, representa un subregistro significativo, ya que muchos casos no se denuncian o no son reconocidos oficialmente como feminicidios. El pasado año, estas plataformas documentaron 89 feminicidios, una cifra alarmante que supera ampliamente los datos proporcionados por las autoridades cubanas.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que incluyó a Cuba por primera vez en sus estadísticas de violencia de género, reportó una tasa de 1,1 feminicidios por cada 100,000 mujeres en 2023. Sin embargo, tomando en cuenta los datos de los observatorios independientes, la tasa real sería de 1,74, posicionando a Cuba como el tercer país con mayor incidencia en la región, solo por detrás de Honduras y República Dominicana.
Un sistema judicial insuficiente
A pesar del incremento de la violencia de género, el feminicidio no está tipificado como delito específico en el Código Penal cubano, lo que dificulta la adecuada persecución y sanción de estos crímenes. Aunque el gobierno anunció en julio de 2024 la creación de un sistema nacional para el monitoreo y atención de la violencia contra la mujer, su impacto aún no se refleja en la reducción de casos ni en un acceso más eficaz a la justicia.
El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) ha señalado repetidamente la falta de leyes integrales que aborden todas las formas de violencia machista en Cuba. Entre sus recomendaciones se incluye la creación de refugios para víctimas, mecanismos de prevención más eficaces y una mayor transparencia en las estadísticas oficiales.
Denuncias y resistencia ciudadana
En medio de esta crisis, las plataformas feministas Alas Tensas y Yo Sí Te Creo instan a la población a denunciar estos casos y a no temer expresar públicamente su rechazo a la violencia. Recuerdan que las denuncias pueden hacerse a través de mensajerías cifradas como WhatsApp o Messenger, asegurando la confidencialidad y seguridad de quienes reportan.
La lucha contra el feminicidio en Cuba no solo requiere de leyes más estrictas y una mejor implementación de políticas públicas, sino también de un cambio cultural profundo que promueva la igualdad de género y desnormalice la violencia contra las mujeres. Cada feminicidio no es solo una tragedia personal, sino un recordatorio de la deuda que la sociedad cubana tiene con sus mujeres.
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