Denunciante de Bécquer enfrenta la verdadera PNR

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La denuncia que realizara la joven escritora cubana Elaine Vilar Madruga contra el trovador cubano Fernando Bécquer mostró, en sus propias palabras, una idea central recurrente en muchos de los casos documentados en Cuba sobre violencia de género; a saber, la poca empatía y conocimiento sobre este tema del cual adolecen los oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria, PNR, por sus siglas en español.

La escritora, en la entrevista que concediera al portal Alma Mater – todavía la prensa oficialista se mantiene «ausente» aunque sus integrantes muy «críticos» sobre el hecho de que las cinco denuncias contra el trovador hayan aparecido en la revista independiente El Estornudo – expresó ante la pregunta de «¿Cómo fue su experiencia denunciando en la policía?»

«Viví experiencias positivas y negativas,» contestó Elaine al inicio de su respuesta.

«A la entrada tuve una experiencia negativa con un oficial que no me trató del mejor modo; el proceso legal tiene que ser muy cuidadoso con todas las víctimas, precisamente para no revictimizarnos. Como mismo te digo eso, quiero decir que luego me llevaron a una instructora mujer que fue un sol de persona; sin dejar de hacer su función, sin dejar de ser incisiva, sin dejar hacer las preguntas pertinentes, hizo un trabajo empático y maravilloso.

«Luego, en un segundo momento, continúa explicando Elaine, el oficial que me había tratado mal entró a la entrevista y llegó con otra actitud. Habló conmigo de manera un poco más empática, no fue un diálogo demasiado largo, pero sí hubo un cambio, quizá suscitado ya porque se había sensibilizado con el caso después de mi testimonio.

«Opino que estos casos, que pueden llegar a ser un número considerable, deben llevarnos a pensar cómo vamos a tramitar estos asuntos desde la legalidad, desde nuestra policía. Tenemos que capacitar a nuestros oficiales para recibir casos así, tenemos que lograr que las víctimas de abusos sean acompañadas por una mujer, así sea una mujer oficial, en las investigaciones, en las declaratorias. El hecho de que haya una mujer presente aporta un grado de confort diferente.

«A nuestros hombres que están en la PNR hay que capacitarlos y sensibilizarlos; la rectitud y la justicia no son antónimos de la palabra empatía. Ser rectos, ser justos, mantener un perfil oficial, como debe ser, como una persona que al final está haciendo como un juez, vamos a decir así, o por lo menos como un investigador de una situación traumática, no significa que escasee la empatía. Las cosas tienen que ir a acompañadas. Hay que darles cursos sobre género, sobre cómo tratar a una mujer, a una víctima, siento que todavía hay una estructura demasiado patriarcal dentro de nuestra policía, a partir de mi experiencia ayer,» comentó Elaine Vilar.

Este es y ha sido, tradicionalmente, una queja recurrente en no pocas denunciantes mujeres cuando han tenido que denunciar a un maltratador o un violador. No sucede solo en Cuba; sucede en muchísimos países del mundo, independientemente de si son socialistas, comunistas o capitalistas.

No pocas han referido la poca empatía y preparación en la matería de violencia que tienen los oficiales de la policía cuando tienen que recibir una denuncia de este tipo. En algunos casos, si la víctima es reincidente, hasta se burlan de ella, revictimizándola aún más. E incluso, se niegan a recoger la denuncia – o lo hacen de mala gana – porque «ella va a volver con él», como si la víctima tuviese «casas» para escoger donde ir a refugiarse una vez hecha la denuncia.

Es por ello que en ese ciclo, que viven las mujeres que son víctimas de la violencia – por ejemplo, en el hogar – es que se debaten ellas y se crean la firme convicción de que es inutil hacer la denuncia porque – tal como sucedió con la joven Massy Caram que sí fue a denunciar en su momento al Bécquer acosador – los oficiales de la PNR se niegan a, sin tener pruebas físicas, admitir la denuncia.

Porque, tienen que revivir ante hombres un suceso que es difícil hasta para contarlo entre mujeres. Porque no reciben la empatía que merecen, porque una vez denunciado el maltratador, tienen que volver a convivir bajo el mismo techo, o trabajar en el mismo lugar, o en el mismo entorno social.

En la denuncia de Vilar Madruga destacan dos detalles. Uno, que la joven iba acompañada por alguna funcionaria de la Federación de Mujeres Cubanas, quien muy seguramente, mientras Elaine daba su declaración ante la investigadora, aprovechó para reclamarle al primer oficial más empatía ante la víctima.

Dos, que lo hizo en la unidad policial de Zapata y C, en el Municipio Plaza, municipio donde vive buena parte de la élite blanca pudiente e intelectual habanera, además de toda la caterva de ministros y funcionarios del gobierno. Ubicada a escasos metros de la Plaza de la Revolución, se dice que allí trabaja «lo más selecto» de los miembros de la PNR en La Habana.

Si la «primera impresión» de Elaine ante un oficial supuestamente más preparado fue esa, ¿cómo sucederá en el resto de las unidades de la PNR del país? ¿en municipios donde, se sabe, el nivel escolar de los oficiales de la PNR es bien bajo?

He ahí un punto clave para entender, porque en los municipios menos pudientes, donde es más alto el índice de violencia, las víctimas que más violencia de género sufren, son las que menos denuncian a sus victimarios.

O lo que es lo mismo: porque tantos trovadores salen en defensa de Fernando Bécquer. O por qué tantos internautas atacan a la periodista Mónica Baró y no al autor del artículo en El Estornudo, Mario Luis Reyes, cuando Mónica tan solo ayudó a enfocar mejor la información en materia de género.

Todo forma parte de ese inmenso patriarcado que hay que derrumbar y transformar, lo cual incluye como bien reconociera la denunciante Elaine Vilar, EDUCAR a los oficiales de la PNR en temas de violencia de género.

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