Demócratas logran reducir precios de medicamentos claves y caros. Trump promete reducir costo de la electricidad

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Este acuerdo con las farmacéuticas para la venta de medicamentos, pudiera ganarle miles de votos a los demócratas en las venideras elecciones.

En un movimiento histórico, los demócratas – la administración de Joe Biden – han conseguido negociar con las farmacéuticas una reducción significativa en los precios de 10 medicamentos clave, beneficiando a millones de estadounidenses que dependen de Medicare. Esta negociación, la primera de su tipo, permitirá ahorrar hasta 6,000 millones de dólares anuales y aliviará los costos de medicamentos para enfermedades como la diabetes, la insuficiencia cardíaca y el cáncer.

¿Le servirá esto Kamala Harris de cara a noviembre? Ya lo analizaremos, pero de entrada advertimos: no lo duden.

Entre los medicamentos más destacados en esta reducción se encuentran Eliquis y Xarelto, utilizados como anticoagulantes, y Januvia y Jardiance, empleados en el tratamiento de la diabetes.

El ahorro proyectado para los ancianos inscritos en Medicare podría alcanzar los 1,500 millones de dólares, un alivio considerable en un contexto de inflación elevada.

Este acuerdo es el primero de su tipo, ya que durante décadas el gobierno federal había estado impedido de negociar los precios de los medicamentos directamente con las compañías farmacéuticas.

Este cambio, facilitado por la Ley de Reducción de Precios de Medicamentos de 2023, representa un avance significativo en la capacidad del gobierno para controlar los costos de la atención médica y aliviar la carga financiera de millones de estadounidenses.

Estas reducciones no solo representan un alivio económico directo para los pacientes, sino que también son un avance en la equidad en el acceso a tratamientos que salvan vidas.

Por ejemplo, el precio del medicamento Imbruvica, utilizado en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer en la sangre, se redujo de casi 15,000 dólares a poco más de 9,000 dólares. Otro caso es el de Enbrel, un medicamento para la artritis reumatoide, cuyo costo disminuyó de 7,106 dólares a 2,355 dólares.

La vicepresidenta Kamala Harris, quien jugó un papel crucial en la aprobación de la ley que permitió estas negociaciones, destacó la importancia de este logro en un momento en que los estadounidenses enfrentan altos costos de vida debido a la inflación.

Harris y Biden presentaron estos logros en un evento conjunto, subrayando el compromiso de la administración de continuar trabajando para reducir los costos de atención médica.

Este acuerdo también tiene implicaciones políticas significativas, ya que podría fortalecer la posición del Partido Demócrata en las próximas elecciones. La reducción de los costos de los medicamentos ha sido una de las principales demandas de los votantes, y este logro podría ser visto como una promesa cumplida.

En medio de este logro, una certeza, nos llega una promesa del expresidente y actual candidato republicano, Donald Trump, quien ha aprovechado un acto de campaña en Asheville, Carolina del Norte, para presentar su propio plan económico en el que destaca la promesa de reducir a la mitad los costos de energía en Estados Unidos si regresa a la Casa Blanca.

Su propuesta se basa en un retorno al uso intensivo de combustibles fósiles, argumentando que esto no solo reducirá los precios de la electricidad, sino que también impulsará un crecimiento económico sostenido y controlará la inflación, problemas que, según él, han sido exacerbados por la administración Biden.

Trump criticó duramente las políticas energéticas actuales, en particular las amenazas de Kamala Harris de prohibir el fracking, una técnica de extracción de gas y petróleo.

Trump atacó la gestión económica de la administración demócrata, atribuyendo el aumento de precios y la inflación a lo que calificó como «una economía socialista desastrosa».

Trump además prometió un «boom económico» bajo su liderazgo, que haría que Estados Unidos «vuelva a ser asequible», alineado con su lema de campaña «Hacer grande a EE.UU. otra vez».

Otra de sus promesas, no explícitas, sería la de eliminar los impuestos federales sobre las propinas en los sectores de hostelería y servicios, una propuesta que ha sido tomada por la fórmula Harris-Waltz, pero que Trump dice es suya la idea y que le fue robada.

También prometió frenar la inmigración irregular, la que calificó de “crimen migratorio”. Según dijo, la política de “fronteras abiertas” de la administración demócrata contribuye a la llegada de narcotraficantes y asesinos a Estados Unidos. Si bien algunos se han colado, lo cierto es que, los que sí están llegando son personajes vinculados a la dictadura en Cuba.

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Esta promesa se alinea con otra: la de ejecutar la mayor deportación masiva en la historia del país.

Promesas y certezas definirán el voto en noviembre

Entre promesas y certezas, la gente parece estarse decantando por lo primero. Trump, en su discurso, aludió a que, cuando dejó la Casa Blanca, no había inflación y se había implementado el mayor recorte de impuestos de la historia. Sin embargo, bajo su mandato, los recortes de impuestos a los ricos fueron la nota discordante; al igual que el no terminar el muro fronterizo.

Pero, entre promesas – y recordemos que Biden llegó al poder justo en pleno desarrollo de la pandemia, a excepción de ese 2020 y 2021, desastroso, y que ha acarreado miles de disgustos económicos a los estadounidenses, las cosas parecen ir tomando su rumbo, y prueba de ello es que recientemente el Departamento de Trabajo anunció que la inflación interanual alcanzó en julio su nivel más bajo en tres años.

¿Podrán seguir los demócratas el buen rumbo? ¿Prefiere la gente la certeza de lo prometido – como el asunto de la reducción del precio de los medicamentos – a un candidato que prometió una cosa que no cumplió? ¿Puede verdaderamente, volver al fracking reducir el precio de la electricidad? ¿A qué costo?

El fracking, o fracturación hidráulica, ha sido un método eficaz para aumentar la producción de gas natural en Estados Unidos, lo que en teoría podría reducir los precios de la electricidad al aumentar la oferta de energía barata. Sin embargo, esta técnica tiene costos significativos.

A corto plazo podría aliviar los costos energéticos para los consumidores y las empresas, promoviendo el crecimiento económico; reduciendo los precios del gas y, por lo tanto, de la electricidad, especialmente en regiones donde el gas natural es la principal fuente de energía.

Sin embargo, a nivel ambiental y social es cuestionable. Y no hay dudas que la generación más joven de norteamericanos, parece enfocada y muy preocupada por el planeta que les han dejado.

El fracking puede contaminar las fuentes de agua subterráneas con productos químicos tóxicos y metales pesados; y el gas liberado durante el proceso, es un potente gas de efecto invernadero, que contribuye al cambio climático.

Por su parte, la inyección de aguas residuales del fracking en pozos subterráneos ha sido vinculada a un aumento en la actividad sísmica en ciertas áreas; mientras que las comunidades locales pueden enfrentar un desgaste en la infraestructura debido al tráfico pesado y a la actividad industrial relacionada con el fracking.

A largo plazo, la dependencia continua de los combustibles fósiles puede retrasar la transición a fuentes de energía más limpias y sostenibles, perpetuando los problemas ambientales y de salud pública, que debe ser el camino que emprenda los EE.UU. a partir del 2025 – quien sabe si para el 2050 – de manera definitiva.

Todo esto, dicho y explicado, es de cara a las elecciones en noviembre próximo, lo que pudiera inclinar la balanza.

Incluso la Florida, un estado que en los últimos años se ha consolidado como un bastión conservador, parece estar tomando un giro no calculado, quién sabe si por la llegada de miles de norteamericanos y sus familias, más sus influencias, a la región.

Actualmente, en la Florida, hay registrados 5,3 millones de votantes activos afiliados al Partido Republicano; superior en un millón exactamente, a los registrados como demócratas.

Sin embargo, hay otros 3,9 millones de votantes indecisos, que debido al cambio demócrata dado – cambio de Biden por Harris, que implica una mujer por un hombre, de una descendiente de inmigrantes por un «nativo, de alguien más joven por uno más viejo – pudieran darle su boleta a los demócratas, especialmente por cosas como las aquí ya dichas: reducción drástica por primera vez en la historia de medicamentos muy caros; y recuperación económica.

Donald Trump y Kamala Harris van a su primer debate el 10 de septiembre, y a la mesa, Harris llevará una promesa precampaña hecha realidad en la cual ella trabajó arduamente.

Trump lleva promesas.

Con unas uno intentará torcer aún más, hacia el otro lado, el rumbo que había tomado la Florida. El otro, con las otras, intentará convencer al pueblo norteamericano que, lo mejor que le puede pasar a América, es que le den una segunda oportunidad al mando; entre otras cosas, para frenar «la plaga migratoria», a la que acusan, entre otras cosas, de desangrar la nación.

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