En un contexto cada vez más restrictivo para la libertad de expresión y el acceso a la información en Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro ha intensificado su control sobre las plataformas digitales, demostrando que su autoritarismo no solo se ejerce en el ámbito político, sino también en el tecnológico. Recientemente, Maduro ordenó el bloqueo temporal de la red social X (anteriormente conocida como Twitter) durante un período de diez días, una medida que refleja la creciente hostilidad del régimen hacia las redes sociales y los medios de comunicación independientes.
La decisión, anunciada por Maduro en un acto público, se justifica bajo el argumento de que X, propiedad de Elon Musk, ha violado las leyes venezolanas al «incitar al odio, al fascismo y a la guerra civil».
El mandatario afirmó que esta suspensión es una respuesta a lo que él considera un «golpe de estado cibernético» orquestado desde el exterior para desestabilizar su gobierno. La Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) será la encargada de supervisar la medida y evaluar si se tomarán acciones adicionales después del plazo inicial de diez días.
«Musk es el dueño de X, y ha violado todas las normas. Todas las normas de la propia red social Twitter, hoy conocida como X, incitando al odio, a la guerra civil, a la muerte, al enfrentamiento de los venezolanos. Y en Venezuela hay ley, y vamos a hacer respetar la ley», dijo el autoimpuesto presidente durante un evento con simpatizantes para celebrar su falsa reelección.
«¡Fuera! Get out!, Get out, Elon Musk!, Get out!«, gritó eufórico Maduro dirigiéndose a la multitud, a la que le preguntó si cuenta con su apoyo.
El video, subido curiosamente a su cuenta en la red X de la cual aún todavía disfruta a pesar de su rifirrafe con Elon Musk, luce a todas luces manipulado.
Este no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia más amplia de Maduro para controlar las narrativas y limitar el acceso a plataformas que escapan a la influencia directa del Estado.
Apenas días antes, el presidente había instado a los venezolanos a abandonar la aplicación de mensajería WhatsApp, calificándola de «sistema de espionaje» al servicio de potencias extranjeras.
En su lugar, promovió el uso de Telegram y WeChat, dos aplicaciones que, según expertos, podrían ser más susceptibles a la vigilancia gubernamental.
El bloqueo de X se suma a un historial de censura digital en Venezuela que incluye restricciones al acceso de medios de comunicación críticos y el cierre de cientos de emisoras de radio, periódicos y televisoras en las últimas dos décadas. Organizaciones de derechos humanos y defensoras de la libertad de prensa han denunciado repetidamente que el gobierno venezolano utiliza estas tácticas para silenciar las voces disidentes y mantener un férreo control sobre la información que circula en el país.