Las redes sociales se han llenado de comentarios y testimonios de ciudadanos que dentro de Cuba dicen sentirse que los están llevando «contra la pared» por las recientemente anunciadas medidas económicas.
En Cuba, la más reciente subida de precios ha provocado una oleada de preocupación y descontento entre sus ciudadanos. La situación económica, ya tensa, se ha visto agravada por un aumento significativo en los costos de servicios esenciales, incluyendo el transporte y la energía.
Las reacciones y consecuencias de estos cambios en la vida cotidiana de los cubanos no se ha hecho esperar. Aún y cuando los precios del combustible no se han hecho efectivos – comienza a partir de febrero – la ausencia del transporte público en la capital de Cuba ha hecho que los que salen a la calle estén abarrotados como no se veía desde los años 90´; una situación que ya ha sido aprovechada por algunos de los llamados «boteros», que hasta han subido el pasaje, aunque continúan comprando, aparentemente, el combustible al mismo precio.
El gobierno cubano ha anunciado un aumento drástico en los precios del combustible, con un incremento de más del 500%. El litro de gasolina normal, que antes en Cuba costaba 25 pesos cubanos (aproximadamente 20 centavos de dólar), ahora ha subido a 132 pesos (1,10 dólares). Esta subida no solo afecta directamente a los conductores, sino que también tiene un impacto en cascada en otros sectores de la economía, incluyendo el transporte de alimentos y bienes.
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El transporte interprovincial ha visto un aumento significativo, con precios de pasajes que se han elevado hasta un 468%. Esta situación pone una presión adicional sobre los ciudadanos que dependen del transporte público para sus desplazamientos diarios y para visitar a familiares en otras provincias. Un pasaje de La Habana a Cienfuegos, que incluso en los duros años 90´ no superó los 14 CUP, ahora trepó la barrera de los 200. A Pinar del Río, que se viajaba por 2,50 MN, el boleto ya está en 70.
La aerolínea nacional, Cubana de Aviación, también ha anunciado aumentos en los precios de los boletos nacionales, llegando a costar hasta 4,350 CUP. Este incremento hace que viajar dentro del país sea inaccesible para muchos, limitando la movilidad y afectando tanto a negocios como a familias.
Estos aumentos han provocado una reacción inmediata y visceral entre los cubanos. Muchos expresan su frustración y desesperación ante lo que perciben como una presión insostenible sobre sus ya limitados recursos financieros. Las redes sociales se han llenado de comentarios y testimonios de ciudadanos que se sienten «llevados contra la pared» por estas medidas económicas.
Una cubana que fue entrevistada en plena calle de La Habana, según un video publicado por el periodista Mario J. Pentón, afirmó que si se viste, no come. Y si come, no se viste.
«(…) están muy caras las cosas. Para comerse un plato de comida está difícil. Un paquete de pollo cuesta 3.500 pesos cubanos (CUP) entonces no puedo pagar el gas ni la electricidad. Todo esto es un desastre”.
La mujer, ya entrada en años, y aparentemente muy fidelista evocó épocas pasadas y se montó en el discurso repetido por muchos de que con Fidel, esto no pasaba, y declaró que antes, con Fidel Castro, las cosas, aunque duras, estaban mejor.
“Yo soy muy fidelista y estaba 100% de acuerdo en la economía y en la situación como lo llevaba Fidel, pero ya no”.
El temor a una inflación aún mayor es palpable. La subida de precios en sectores clave como el combustible y el transporte tiene el potencial de desencadenar aumentos en otros bienes y servicios, exacerbando la ya difícil situación económica de muchos hogares.
Esta situación plantea serias preguntas sobre la sostenibilidad económica y social en Cuba. Mientras el gobierno enfrenta el desafío de equilibrar las necesidades fiscales con el bienestar de su población, los ciudadanos se encuentran en una encrucijada, luchando por adaptarse a una realidad económica cada vez más agobiante y angustiante in extremis.
