Siete dramas que pudieran servir perfectamente para una telenovela en Cuba

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Cuba, una tierra conocida por sus encantadoras playas, su música contagiosa y una historia cargada de sacrificios por parte de su pueblo, es también el escenario perfecto para dramas que, con solo un leve empuje, podrían ser adaptados a telenovelas. Y no, no hablamos de ficciones rebuscadas, sino de la realidad cotidiana que muchos cubanos enfrentan a diario.

Desde la inflación, la supuesta gratuidad de la educación, hasta los apagones y la escasez de productos básicos, pasando por otros asuntos más «personales», hay material de sobra para crear un culebrón con más giros de trama que cualquier producción latinoamericana.

1. La inflación: un villano omnipresente

Si hay algo que define a Cuba en los últimos años es su inflación galopante. Según datos oficiales (que nadie se cree del todo), publicados este lunes por la estatal Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI)  la inflación interanual en agosto fue del 30,12%.

Pero, claro, si solo observamos el mercado formal, esta cifra parece benigna. El verdadero «drama» ocurre en el mercado negro, donde los precios de los productos básicos, desde alimentos hasta artículos de higiene personal, son impagables para el ciudadano común. Imagínese un capítulo donde los personajes principales intentan estirar sus salarios para cubrir las necesidades básicas de sus familias. El gran giro sería cuando, tras días de sacrificios, descubren que el dólar paralelo ha subido otra vez, y lo que ayer podían comprar, hoy ya está fuera de su alcance. ¡Un clímax digno de final de temporada!

Pero la verdadera joya sarcástica llega cuando nos hablan de los aumentos en ciertos sectores.

La educación «gratuita», una de las banderas del régimen, incrementó sus costos en un 24,61%. ¡Vaya! Tal vez los productores de la novela quieran incorporar una trama en la que los padres luchan por encontrar uniformes, libros y hasta una merienda decente para sus hijos, mientras lidian con un sistema que promete ser gratis, pero no lo es. ¿No sería fascinante?

2. El curso escolar: una batalla campal

El inicio del curso escolar en Cuba, en vez de ser una celebración, se ha convertido en un desafío económico de proporciones épicas. Cada año, las familias deben enfrentarse al dilema de cómo conseguir los materiales necesarios, desde lápices hasta mochilas, sin arruinarse en el intento. Aunque la educación es, según el discurso oficial, gratuita, la realidad es que los padres deben desembolsar una cantidad considerable de dinero para poder enviar a sus hijos a la escuela.

En nuestra imaginaria telenovela cubana, podríamos seguir la historia de una familia que, con mucho esfuerzo, logra enviar a sus hijos a la escuela. Todo parece ir bien hasta que, de repente, el país se queda sin combustible, lo que significa que los autobuses escolares dejan de funcionar. Los niños deben caminar kilómetros para llegar a clases, mientras los padres intentan encontrar maneras de pagar por los cuadernos que, en el mercado negro, cuestan casi lo mismo que una semana de salario. O más.

3. El apagón de la esperanza

Una trama fundamental de cualquier telenovela cubana sería el clásico apagón. Porque, si algo une a todos los cubanos, independientemente de sus creencias o situación económica, es el apagón. ¡Nada como un corte de luz para generar drama!

Imagínate una escena en la que una familia se prepara para una celebración, pero justo cuando están a punto de cortar el pastel, ¡pum! Apagón. La familia se queda a oscuras, las velas se derriten y el pastel, bueno, nunca se corta. Pero lo más trágico es que los apagones en Cuba no son de dos o tres horas, sino que pueden durar días, sumergiendo a los personajes en una crisis emocional que, sin duda, mantendría a los espectadores pegados a sus pantallas.

Además, podríamos añadir una subtrama de amores prohibidos entre un técnico de electricidad y una joven desesperada que lo ve como su única esperanza de recuperar la luz. ¿Será que él podrá restaurar la electricidad antes de que su jefe del monopolio estatal descubra el romance? Un drama eléctrico, sin duda.

4. La economía informal: el salvavidas en el naufragio

Nuestra telenovela no estaría completa sin la participación del omnipresente mercado negro. La trama podría seguir a un grupo de personajes que, cansados de las colas interminables y de los estantes vacíos en las tiendas del Estado, deciden aventurarse en el submundo de la economía informal. Aquí, comprar arroz o aceite se convierte en una tarea épica, donde los héroes no llevan capas, sino que cargan sacos de arroz en sus bicicletas desvencijadas.

El sarcasmo llegaría al máximo cuando, en medio de todo, uno de los personajes decide «invertir» en productos del mercado informal, solo para descubrir que la inflación ha alcanzado niveles tan absurdos que ni siquiera puede permitirse comprar lo que él mismo revende. Es un ciclo sin fin, un bucle del que nadie puede escapar.

Como si fuera poco, los personajes descubren que el Estado no solo tolera este mercado, sino que lo alimenta. Después de todo, como señalan algunos analistas, la inflación es un mecanismo perfecto para que el Gobierno cubano siga exprimiendo a su población. ¿Qué mejor manera de hacer una novela que con un villano invisible pero omnipresente, el Estado, que manipula todo desde las sombras?

5. Embarazo en la adolescencia: Un drama que afecta a generaciones

El embarazo en la adolescencia en Cuba se ha convertido en una realidad que parece sacada de un guion trágico.

Según datos recientes citados por Diario de Cuba, el 18,9% de los nacimientos en 2023 fueron de madres adolescentes, lo que nos habla de un fenómeno que refleja las profundas desigualdades sociales y económicas en el país. Estas cifras son alarmantes y muestran que el país enfrenta una «fecundidad disfuncional», como lo han denominado varios expertos.

La protagonista de este drama son niñas y jóvenes que, debido a la falta de acceso a métodos anticonceptivos y una educación sexual ineficiente, se ven enfrentadas a la maternidad a una edad temprana. En muchos casos, no es una elección, sino una imposición social y económica. El desabastecimiento de preservativos y anticonceptivos como los dispositivos intrauterinos (DIU) deja a las adolescentes sin opciones para evitar un embarazo no deseado.

En este contexto, es fácil imaginar un episodio en el que una madre de 16 años, que ya tiene que enfrentarse a los desafíos de criar un hijo, lucha también por encontrar leche para su bebé.

Las escenas se desarrollan en los hospitales cubanos, donde estas jóvenes enfrentan complicaciones de salud por embarazos a temprana edad, mientras sus familias apenas pueden sobrevivir con salarios miserables. Y lo más trágico es que muchas de estas jóvenes abandonan la escuela, perpetuando así un ciclo de pobreza y marginalización. Este es un drama que afecta no solo a las madres adolescentes, sino también a sus hijos, quienes nacerán en un contexto de precariedad.

6. Los atrasos en las entregas de los paquetes por Correos de Cuba: El drama de la espera infinita

¿Quién no ha escuchado la historia del paquete que nunca llegó? ¿O de aquel que le faltaban cosas? ¿O de aquel otro donde quitaron algo y metieron un ladrillo?

Pues bien, en Cuba, los atrasos en las entregas de los paquetes enviados desde el extranjero son otro drama cotidiano. Correos de Cuba ha admitido que el 90% de las quejas que recibe están relacionadas con la demora en la entrega de los envíos, y no es difícil entender por qué. ¿Te imaginas que un paquete enviado en agosto todavía esté en “tránsito” en diciembre? Eso es algo que ocurre con alarmante frecuencia.

El déficit de combustible, que afecta a prácticamente todos los servicios en la isla, ha sido una de las excusas más comunes para estos retrasos. De hecho, las autoridades reconocen que solo reciben el 30% del combustible necesario para operar adecuadamente.

Esto significa que los paquetes, en muchas ocasiones, se acumulan en los almacenes, mientras las familias cubanas, que dependen de estos envíos para acceder a productos de primera necesidad que no se encuentran en las tiendas estatales, siguen esperando indefinidamente.

Una escena clásica de este drama cubano podría ser la de una familia desesperada que rastrea su paquete a través del sitio web de Correos de Cuba, solo para descubrir que está «en tránsito» o «clasificado», pero nunca entregado.

El guión se enriquece con los eternos argumentos de las autoridades: «Estamos optimizando el servicio», «El déficit de combustible es temporal», o la más irónica de todas: «Las quejas no son superiores ni alarmantes comparado con otros períodos». Como si el servicio hubiese sido impecable alguna vez.

En este drama, los paquetes se convierten en la metáfora de la esperanza truncada, de los sueños que nunca llegan a materializarse, y de la frustración cotidiana que caracteriza la vida en la isla.

7. Problemas con la canasta básica: Un drama de supervivencia

Si hay un drama que afecta a todos los cubanos por igual, es la lucha diaria por conseguir los productos de la canasta básica.

El sistema de racionamiento que debería garantizar al menos una mínima cantidad de alimentos y productos esenciales, se ha vuelto una farsa. La realidad es que muchos de los productos que deberían estar garantizados en las bodegas, simplemente no llegan o lo hacen en cantidades tan pequeñas que apenas alcanzan para una comida.

El arroz, el aceite, el azúcar y los frijoles, alimentos esenciales para la dieta cubana, son bienes que cada vez son más difíciles de conseguir. Las familias se ven obligadas a hacer largas colas solo para descubrir que, esta vez, solo llegó chícharo o, peor aún, que la tienda sigue vacía. Y si bien el Estado asegura que la canasta básica es un derecho garantizado, la realidad es que lo que llega a las bodegas es insuficiente y, cuando lo hace, es en cantidades ridículas. Por ejemplo, dos libras de azúcar por persona al mes, que no alcanzan ni para un par de cafés al día.

El episodio de este drama podría girar en torno a una familia que lleva semanas sin recibir el aceite y el arroz que les corresponde. Los personajes discuten sobre cómo sobrevivir con lo poco que tienen, mientras los rumores sobre la llegada de los productos esenciales circulan de boca en boca.

Cuando finalmente llega algo a la bodega, descubren que solo han traído chícharo, ese alimento que muchos detestan pero que, por necesidad, terminan cocinando una y otra vez.

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El sarcasmo aparece cuando las autoridades, en su infinita sabiduría, hablan de «problemas temporales en la distribución» y aseguran que todo está bajo control, mientras la realidad en las calles es otra. Los cubanos saben que las soluciones nunca llegan a tiempo, y que la única certeza es la incertidumbre de qué llegará a la bodega el próximo mes.

Conclusión: Una telenovela interminable cuyo gran final es un desenlace abierto

Todos estos dramas son parte de la realidad diaria en Cuba. Cada uno de estos temas tiene un impacto profundo en la vida de los cubanos, que se enfrentan a ellos con resignación, frustración y, en muchos casos, con un toque de humor negro para sobrellevar la situación. La telenovela cubana es la vida misma, con personajes que no necesitan guionistas para protagonizar escenas de auténtico drama y supervivencia diaria.

Al final de esta telenovela imaginaria, el destino de nuestros protagonistas sigue en suspenso. La inflación sigue subiendo, los apagones continúan, y el mercado negro sigue siendo su única esperanza. Y aunque todos desean un final feliz, la realidad cubana es que, como en las mejores telenovelas, las cosas nunca terminan realmente.

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