Familiares de Yidania Santos Peña, cubana que fue atacada brutalmente por su expareja a las afueras de La Habana, denuncian que esta se encuentra en el hospital, sin protección policial y rehén del miedo, mientras el agresor anda libre, merodeando por los alrededores y hasta ha visitado la casa de la víctima, amenazando con el mismo machete con el que la atacó.
Los familiares denuncian la falta de acción por parte de las autoridades, pues fueron maltratados en la estación de policía de Guanabo cuando fueron a hacer la denuncia.
La violencia de género en Cuba ha demostrado ser una problemática recurrente, con alarmantes casos que dejan al descubierto las fallas en la protección hacia las víctimas. Dos incidentes recientes ejemplifican la falta de eficacia de las autoridades para brindar seguridad, lo que ha resultado en tragedias personales y sociales. En esta nota se analizan dos historias que subrayan la gravedad de la situación: una sobreviviente de intento de feminicidio que espera por la captura de su agresor, y un presunto violador que se quitó la vida antes de ser arrestado.
Falta de protección policial a sobreviviente de feminicidio y delito de violencia de género
El caso de Yidania Santos Peña, de 42 años, es un trágico ejemplo de la indefensión que sufren las víctimas de violencia machista en Cuba. Santos Peña fue atacada brutalmente por su expareja, quien la agredió con un machete en presencia de una de sus hijas, en la localidad de Campo Florido, a las afueras de La Habana.
Como resultado del ataque, la mujer perdió su mano izquierda, cuatro dedos de la derecha y sufrió graves heridas en la cabeza. A pesar de las secuelas físicas y emocionales, Santos Peña se encuentra estable, aunque sigue siendo rehén del miedo y la incertidumbre debido a la falta de acción por parte de las autoridades.
Cuatro días después de la agresión, su atacante continúa en libertad, lo que ha provocado la indignación de su familia.
Según denuncias de sus familiares, intentaron poner una denuncia en la estación de policía de Guanabo, pero fueron ignorados y maltratados por los oficiales. Este episodio pone en tela de juicio la eficacia de la ley en Cuba para proteger a las víctimas de violencia de género, un tema que ha sido recurrente en el país pese al discurso oficial que asegura lo contrario.
La Ley del Proceso Penal, aprobada en 2021, supuestamente refuerza las medidas de protección para mujeres en situaciones de violencia. Sin embargo, los hechos demuestran que la aplicación de estas leyes es insuficiente.
Mientras la familia de Santos Peña vela por su seguridad en el hospital, el agresor sigue merodeando por los alrededores. Elsa Lidia Secades Ruz, sobrina de la víctima, expresó su frustración al señalar que, a pesar de los intentos de la familia por proteger a Santos Peña, el agresor continúa visitando la casa, amenazando con el mismo machete con el que la atacó.
Este caso no es un hecho aislado. Diversos informes han señalado la inacción policial en múltiples denuncias de violencia de género en Cuba. El año pasado, una madre pidió ayuda 22 veces antes de que su hija, Melani García Lorenzo, fuera asesinada por su pareja.
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En días recientes, similar denuncia se hizo desde las redes sociales. En este caso no hubo que lamentar la muerte de un ser humano, pero la tía de la víctima denunción fuertemente la mala praxis en la Unidad de la PNR dónde la víctima fue a buscar protección.
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Estos episodios exponen una cruda realidad: la protección oficial en Cuba no está a la altura de las necesidades de las mujeres en situación de riesgo.
Suicidio del presunto agresor de una menor de edad
Mientras que en el caso de Santos Peña el agresor sigue en libertad, otro hombre, acusado de violar a una menor de 16 años en Sancti Spíritus, decidió poner fin a su vida antes de ser detenido. Según el medio provincial Escambray, el presunto violador se lanzó desde la azotea de un edificio, evitando así enfrentar las consecuencias de sus acciones. Este suicidio ocurrió dos días después de que la menor denunciara la agresión.
El teniente coronel Arnel Ulloa Valdés, del Ministerio del Interior, confirmó que las autoridades intentaron capturar al agresor en su domicilio, pero al llegar a la escena, el hombre estaba en el borde de la azotea, desde donde saltó tras varios intentos de los agentes por persuadirlo.
Llama la atención que, según un testigo presente en los hechos, «los intentos de los agentes por persuadirlo» incluyeron frases como «tú no te vas a tirar nada» o «no hagas el que te vas a tirar que no vas a tirarte nada», lo cual demuestra a las claras la «inmensa preparación» que tienen los agentes de la PNR cubana a la hora de disuadir a una persona que amenaza con suicidarse.
Antes de su muerte, el acusado había amenazado a la víctima a través de su teléfono, aumentando el temor de la joven y su familia.
Este caso, aunque resuelto de manera trágica, subraya las inconsistencias en la rapidez de la actuación policial en Cuba. En otros casos, como robos o infracciones menores, la Policía ha demostrado una eficiencia notable, resolviendo los delitos en pocas horas. Sin embargo, la demora en la localización y captura del presunto violador plantea interrogantes sobre las prioridades de las autoridades cuando se trata de delitos de violencia de género.
Un patrón preocupante
La combinación de inacción, negligencia y demora en casos de violencia de género en Cuba ha llevado a un aumento en la sensación de inseguridad entre las mujeres. Los informes del Observatorio de Género Alas Tensas (OGAT) y de la plataforma Yo Sí Te Creo en Cuba revelan cifras alarmantes: de las 89 mujeres que fueron víctimas mortales de violencia de género en 2023, al menos nueve habían denunciado previamente a sus agresores. Esto deja en evidencia una falencia estructural en la respuesta de las autoridades para evitar tragedias.
Los dos casos descritos son apenas una muestra de un patrón preocupante en la respuesta institucional a la violencia de género en la Isla. Mientras algunas víctimas no logran ver a sus agresores tras las rejas, otros presuntos culpables eligen terminar sus vidas antes de enfrentar la justicia. La violencia machista sigue cobrando vidas, y la protección efectiva sigue siendo una asignatura pendiente en Cuba.