El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de EE.UU. confirmó que continuaría permitiendo viajar a los beneficiarios del parole que tuvieran un permiso de viaje vigente
Hasta finales de junio, 106,757 cubanos se habían beneficiado de este programa del Parole Humanitario, con aproximadamente 104,130 ya en suelo estadounidense.
El sueño de Elsa Carrera de reunirse con su hija y nieta en Estados Unidos, finalmente se hizo realidad. A pesar de los obstáculos iniciales, donde incluso la aerolínea Delta le negó el embarque en la Terminal 3 de La Habana el día en que le tocaba volar, esta madre cubana logró finalmente abordar el vuelo como beneficiaria del parole humanitario. Este lunes, el reencuentro emocionado en el Aeropuerto de Miami simbolizó no solo el final de su angustia, sino el comienzo de una nueva vida en territorio estadounidense.
El caso de Elsa es uno de los cientos que ilustran la complejidad del sistema de parole humanitario, una mezcla de esperanza y frustración. Aunque ella pudo viajar, su esposo debe esperar en Cuba hasta que llegue su permiso, reflejando la alegría incompleta de muchas familias separadas.
Así ha sucedido con muchas parejas. Algunos, a los que les había sido autorizado el permiso de viaje, se encontraban esperan por el autorizo al otro; pero desde que comenzaron los primeros truenos, la conversación giró en torno al viejo refrán de «la luz de alante, es la que alumbra».
Paralelamente, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de EE.UU. confirmó que continuaría permitiendo viajar a los beneficiarios del parole que tuvieran un permiso de viaje vigente. Esta noticia llega después de una pausa temporal de la emisión de nuevas autorizaciones, tras descubrirse un significativo nivel de fraude en las solicitudes por parte de algunos patrocinadores.
A pesar de la suspensión temporal anunciada el 2 de agosto, que afectó a venezolanos desde el 6 de julio y a cubanos, nicaragüenses y haitianos desde el 18 de julio, las autoridades se comprometieron a reiniciar el procesamiento lo antes posible con «las salvaguardias adecuadas».
En medio de todo este ajetreo hasta cosas curiosas ocurren, como le sucedió al periodista cubanoamericano Mario J. Pentón, afincado en la ciudad de Miami.
Pentón publicó en sus redes un video que rapidamente se viralizo, porque entre otras cosas capturó una faceta distinta del proceso migratorio: la llegada a EE.UU. vía Parole Humanitario de cubanos fieles – y más que fieles – al sistema. Gente que con su accionarn revolucionario y comunista durante décadas, han posibilitado perpetuar el statuos quo en la isla.
Pentón, en el aeropuerto de Miami, se encontró con una familia cubana que esperaba a familiares provenientes de la isla. Al preguntarles si podía quedarse con ellos, y entrevistar a los recién llegados, estos rechazaron la propuesta porque, argumentaron, los que llegarían, seguramente se negarían a dar una entrevista porque «son comunistas y creen en la Revolución y el socialismo.»
Este incidente refleja las contradicciones y el complejo tejido de identidades y creencias entre los emigrantes que ha posibilitado la entrada en vigor del Parole Humanitario.
Lo sucedido con Pentón en el aeropuerto, ha generado un amplio debate sobre la naturaleza del parole humanitario; no tanto por los desafíos que enfrenta, sino más por quién están siendo beneficiados.
A pesar de los obstáculos burocráticos y las controversias ideológicas, el deseo de reunificación familiar sigue siendo un poderoso motor que impulsa a muchos a superar grandes dificultades; pero para el exilio cubano resulta inconcebible que, cubanos que «creen en la revolución y el socialismo» lleguen a Miami.
Mientras tanto, la esperanza de muchos beneficiarios del parole humanitario es que las autoridades resuelvan los problemas de manera eficiente para permitir que más familias puedan reunirse, tal como Elsa y su hija lo hicieron este emocionante lunes, y no precisamente para que los «comunistas» lleguen a Miami.
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