Si ya la cadena de distribución de productos y alimentos en los EE.UU. se veía resentida antes de la llegada de Ómicron a los EE.UU. ahora se ha resentido aún más y algunos portales como El Financiero advierten de una «escasez» de alimentos en los Estados Unidos.
La «escasez» podría estar provocada por el aumento en los contagios dentro del personal que labora en las fábricas de alimentos y en las productoras de carne. También en los distribuidores. Todo ello, junto, provocará un aumento en los precios.
Debido a «la baja» en la oferta, los supermercados han estado luchando por mantener sus establecimientos completamente abastecidos, pero no es tan fácil.
Muchos han tenido que hacer nuevos contratos, o recurrir a otros distribuidores, donde los precios no son tan «preferenciales».
El Financiero, y otros medios latinos advierten que «la variante altamente contagiosa del virus ómicron está interrumpiendo en Estados Unidos las cadenas de suministro de alimentos ya estresadas, enfermando a tantos trabajadores que es casi seguro que haya más escasez en las tiendas de comestibles.»
La escasez de mano de obra en cada parte de la cadena del sistema alimentario, va también desde las granjas. No se trata ya de los fabricantes y los distribuidores, sino también de quienes recogen los alimentos en el campo.
Con el cierre de escuelas y guarderías, no pocas familias se han visto en la obligación de quedarse en casa, pues no tienen quien cuide de sus hijos, y han dejado de ir a trabajar.
La «buena noticia» es que la escasez de mano de obra impacta en los aumentos de los salarios, pero también en el aumento de los precios para los consumidores. El empleador eroga dinero por una parte, y lo recupera por la otra.
“Ya estamos viendo estantes vacíos”, dijo Bindiya Vakil, director ejecutivo de la consultora de cadena de suministro Resilinc. “La escasez de mano de obra debido a ómicron agravará el problema”.
“Es más difícil porque le pedimos a la gente que trabaje horas extras”, dijo el director ejecutivo del distribuidor de comestibles y operador de tiendas SpartanNash, con sede en Grand Rapids, Michigan, Tony Sarsam en una entrevista.
“Nos estamos esforzando”, dijo, pero ellos también están enfrentando problemas con obtener los suministros de los fabricantes de alimentos.
“Los fabricantes no pueden conseguir mano de obra”, dijo.
Grandes brotes de covid se vieron en el año 2020 en las fábricas productoras de carne. La reducción del personal provocó algún tipo de escasez y aumento en los precios, pero nada como ahora.
Hay signos de disminución en la productividad. La semana pasada, por ejemplo, según los datos del Departamento de Agricultura de EU reportados el jueves, «el número de cerdos sacrificados en lo que va de la semana se redujo un 5.5 por ciento con respecto al año anterior, y el sacrificio de ganado bajó un 3.6 por ciento»
Lo que más preocupa es el impacto en los alimentos llamados «básicos»: leche, huevos y pan. Además de los cereales y las sopas.
Tony Sarsam dice que están enfrentando problemas con quienes le suministran los cereales y las sopas.
Por el momento, es necesario aclararlo, el problema no es grave ni es crítico, por más que los medios se empeñen en emplear esas palabras en sus reportes informativos.
No hay escasez generalizada; el aumento de los precios no será escandaloso; pero en un país acostumbrado a la transparencia en los datos – que son públicos – cuarenta centavos son cuarenta centavos.
En Miami, por ejemplo, se ha visto el aumento en los huevos y en la leche. Al menos en supermercados como Tropical y Aldi. El precio del cartón de 12 huevos en esta última, no ha llegado a los $3.24 dólares que llegó a tener el pasado año con el pico de contagios provocado por Delta. Todavía se mantiene por debajo de los dos dólares.
Sin embargo, en los Publix, la carne de res sí ha aumentado. El precio de la libra del conocido «churrasco» ha aumentado en un año casi 3 dólares.
De los 11 dólares y tanto, la libra, a lo que se compraba en el 2020, ahora roza los $15 dólares.
Hay, pero a ese precio.
