«Nos dejaron solos», le dice cubano a Díaz-Canel en Guantánamo

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Si Ud. es de los que a menudo busca explicación para intentar comprender hacia dónde – qué extremos – ha llevado el gobierno al pueblo cubano, pues lo sucedido en Guantánamo le sirve de maravillas.

Más bien le sirve el video que por ahora circula como pólvora en las redes sociales. Un joven cubano le reclama a Díaz-Canel que lo dejaron, solo, abandonado, junto a 29 niños en una escuela especial, y el rostro hierático e insensible de Díaz-Canel, y sus palabras para apaciguar el sentido reclamo e intentar justificar lo sucedido, no tiene precio.

El mandatario cubano le «explicó» al reclamante que tanto él como los 29 niños fueron llevados allí por precaución; pero el joven insistía: «nos dejaron solos». Y agregaba: «nos prometieron». Díaz-Canel, sin ápice de molestia en el rostro solo atinó a decir: «Vamos a investigar eso».

«Mientras el pueblo reclama, Díaz-Canel intenta silenciarlos con promesas vacías y mentiras. Llegó rodeado de cámaras y altos dirigentes para aparentar ser un líder preocupado, pero la realidad lo dejó expuesto y humillado. La verdad es innegable.»

Así resumía ese episodio y otro más, el periodista cubanoamericano Mario J. Pentón al divulgar las imágenes. En el video, se aprecia además, en el inicio, a una madre cubana exigiéndole a Díaz-Canel al menos agua.

Tampoco tenía comida, pero agua era lo que le urgía. La respuesta del sucesor del gobernante, le prometió de todo: agua, alimentos, leche. Le dijo que «ya venían», pero la realidad es incuestionable: con promesas no se vive.

La mujer, que quería hablar, fue interrumpida una y otra vez por el mandatario, quien aparentemente se escudó en el hecho de que la mujer no estaba allí cuando pasó Oscar, para «ilustrarla» de lo acontecido.

Este evento, que bien podría pasar como un incidente más dentro de la larga lista de promesas incumplidas y situaciones precarias en Cuba, es mucho más. Representa una escena crucial en el drama que vive el país, un microcosmos de lo que millones de cubanos experimentan a diario: el abandono, el desinterés del régimen y la perpetua justificación ante los errores.

Este hecho particular, ocurrido durante la visita de Díaz-Canel a las zonas afectadas por el huracán Oscar, revela con crudeza las verdaderas prioridades del régimen y cómo el sufrimiento humano se enfrenta a la maquinaria propagandística oficialista.

E igual sucedió con el joven que dijo «Nos dejaron solos», quien sucedió en reclamos a la señora, cuando ya Díaz-Canel parecía querer irse del lugar.

Con frialdad, Díaz-Canel le respondió que el fenómeno «sobrepasó» los esfuerzos.

«Sí, sobrepasó», replicó el hombre, «pero ellos dijeron que iban a dejar un equipo ahí para recatarnos en caso de que el río se metiera, y nos dejaron allí. Yo tuve que rescatar a esas personas gracias a otros».

Este diálogo resume en pocas palabras lo que millones de cubanos sienten: el abandono del Estado, la negligencia en los momentos más críticos y la total desconexión entre la realidad y el discurso del régimen.

Mientras el pueblo lucha por sobrevivir, los dirigentes del país, comenzando por Díaz-Canel, parecen estar más interesados en mantener una fachada de control y seguridad que en solucionar los problemas reales de la población.

El contexto de la crisis: Huracán Oscar y la debacle nacional

El huracán Oscar azotó la región oriental de Cuba con furia, provocando la crecida de ríos y presas, y dejando a su paso un saldo preliminar de siete víctimas mortales confirmadas oficialmente, entre ellas tres ancianos, dos adultos y un niño de cinco años. Las imágenes de las zonas más afectadas, especialmente en los municipios de Imías y San Antonio del Sur, muestran un panorama devastador: poblados bajo el agua, viviendas destruidas y miles de personas incomunicadas.

La tormenta llegó en un momento de fragilidad para el país, marcado no solo por la falta de recursos y la crisis económica, sino también por el colapso casi total del sistema eléctrico. En Guantánamo, la situación era crítica incluso antes de que el huracán tocara tierra. Miles de personas quedaron a la deriva, atrapadas en sus casas sin posibilidad de evacuar. La rotura de puentes tiene la zona incomunicada.

La respuesta oficial: Promesas, justificaciones y propaganda

Hasta allí llegó la prensa oficial – los controlados por el gobierno – pues que se sepa ningún medio extranjero acreditado en la isla se ha aparecido por la zona. Patrick Oppmann, el corresponsal de CNN, lleva días angustiado a tal extremo que ha manifestado que no soporta un apagón más. ¡Imagínense si iba a ir a Guantánamo a soportar más apagones y ver más miseria!

La prensa oficialista, en «sustitución» de la extranjera, se ha dedicado a cubrir la visita del mandatario y su primer ministro, Manuel Marrero Cruz, con un tono complaciente, omitiendo detalles clave sobre la tardanza en la respuesta gubernamental y el abandono de miles de personas.

Medios como Granma y Cubadebate publicaron imágenes cuidadosamente seleccionadas de Díaz-Canel hablando con los pobladores, entregando promesas de alimentos, agua y brigadas médicas, mientras las redes sociales se llenaban de denuncias sobre la falta de recursos y la ineficiencia en las labores de rescate. Por ejemplo, lo dicho por el cubano que se quedó solo a cargo de 29 niños, y lo dicho por la cubana que no tenía ni alimentos ni agua, no salió en la TV Nacional.

En esta última se ha hecho énfasis en recoger cada una de las promesas de las autoridades, que han insistido en que «nadie sería dejado atrás». Una vieja promesa que, al menos desde que se tiene constancia real, ha sido desechada a un lado desde la entrada de Ike a Cuba en el año 2005. Desde ese año, hay miles de cubanos en Las Tunas principalmente, a los que se les prometió – como ahora – y se les aseguró – como ahora – que no serían abandonados, y todavía viven en albergues. Todavía el régimen no les ha ayudado a recuperar sus propiedades e inmuebles. Muchos ya se han largado del pais.

Como Ike, como Ian en el 2022 en Pinar del Río, la realidad siempre ha sido, es y será otra, más allá de lo que gubernamentalmente exhiba la TV Nacional. Las redes sociales y los medios independientes se han inundado de testimonios desgarradores de personas que clamaban por ayuda mientras las aguas crecían y las comunicaciones fallaban. De personas que aseguran que, luego de tres días de estar sin servicio eléctrico, no tuvieron cómo enterarse que venía un huracán. De personas que aseguran que por sus barrios no pasó nadie, ni la Defensa Civil, ni un carro de la PNR con bocina, ni el delegado – que tampoco tenía corriente – ni el presidente del CDR – a oscuras también – para advertirles. Las famosas radiobases estaban sin corriente; y muchos se preguntan, ¿tampoco había palomas mensajeras?

En un país donde la información está controlada y la disidencia es castigada, estos relatos adquieren una fuerza inusitada, pues revelan las fallas profundas de un sistema que durante décadas ha prometido protección y justicia social, pero que en la práctica abandona a su gente en los momentos más difíciles. Por estas horas se acusa de haber sido más dañina que Oscar, a Idaliena Díaz Casamayor, máxima figura del gobierno en Guantánamo, de no haber hecho nada, no advertir a nadie, no tomar medidas, para advertir a la población del desastre que se avecinaba. Ella, probablemente, deberá responder, si responde algún día, por los 29 niños abandonados en una escuela, a su suerte; niños que, de no ser por el joven que le narró en primera persona el drama a Díaz-Canel, hubiesen muerto.

La respuesta del régimen ante la tragedia

Como suele suceder en Cuba, la respuesta del régimen ante esta tragedia ha sido, en el mejor de los casos, insuficiente, y en el peor, cínica.

En su visita a las zonas afectadas, Díaz-Canel no solo intentó minimizar la gravedad de las denuncias, sino que también recurrió a su habitual retórica de resistencia y unidad. «No están solos ni abandonados. Cuba está en función de ustedes», repitió en varias ocasiones, como si esas palabras fueran suficientes para calmar el hambre, la sed y la desesperación de quienes lo escuchaban.

Sin embargo, las promesas vacías no han logrado silenciar las voces de aquellos que sufren. El reclamo del joven en la escuela especial es solo uno entre muchos, y cada vez son más los cubanos que se atreven a levantar la voz, cansados de esperar soluciones que nunca llegan.

Otros claman por una solución informativa que les permita, en tiempo real, conocer qué ha sucedido con sus familiares, de los que no tienen noticias hace ya casi una semana. Primero, por el apagón nacional. Luego, por Oscar.

Lidia Reyes López busca a Leodanis Reyes Reyes, quien fue visto por última vez en Maisí.

Yineisy busca a su padre.

Desde la Habana, la activista Yamilka Lafita dijo que se hermano y un sobrino, residentes en Imías, están desaparecidos desde horas de la noche del domingo, luego del arribo del huracán al territorio.

“Mis familiares que están desaparecidos, son mi hermano de 55 años de edad, se llama Walter Lafita, y mi sobrino de 27 años, quien se llama Marcos Lafita. Sé que están desaparecidos porque algunos de los sobrevivientes se pudieron comunicar con mi otro hermano, aquí en la Habana. Le dijeron que ellos estaban desaparecidos desde esa noche», detalló la activista en los comentarios hechos en su publicación en Facebook.

Martí Noticias, por su parte, daba a conocer mediante un audio el reclamo desesperado de Yainet Abad Díaz, una cubana residente en Estados Unidos, quien perdió el contacto con su madre desde el sábado 19 de octubre. Abad Díaz también pide ayuda urgente para localizar a cuatro miembros de su familia en Jesús Lores, Imías, Guantánamo.

En un post publicado hace menos de 12 hrs, se informa que «hasta el momento, no se ha recibido información sobre el paradero de estas personas».

El audio, divulgado por el medio, es desgarrador.

En otro audio, divulgado por el periodista oficialista conocido como «Miguel Noticias» en Facebook, un residente en el lugar explicaba cómo, alcantarillas que estaban tupidas, propiciaron que la crecida del río no pudiese escapar por estos aliviaderos. Debido a eso, los poblados se inundaron. Pequeños lagos aparecieron en la zona, aislando a las comunidades y sus residentes.

El testimonio, llegado desde Imías, reafirma la tesis de que el gobierno en la provincia y la Defensa Civil, no hicieron nada efectivo para aliviar la catástrofe.

El resultado, cuando ya las aguas bajaron es este: un puente hundido, por la fuerza de las aguas.

Una crisis que trasciende lo meteorológico

El huracán Oscar ha dejado al descubierto no solo la vulnerabilidad de Cuba ante los desastres naturales, sino también las fallas estructurales del régimen. El colapso del sistema eléctrico, la falta de alimentos y agua potable, y la ausencia de un plan de contingencia efectivo para enfrentar este tipo de situaciones son solo algunos de los síntomas de una crisis más profunda.

Imágenes desgarradoras, como la de un joven de pie, frente a todas sus pertenencias mojadas, son testimonio «difícil» de lo que allí sucedió y está sucediendo.

Iglesias evangélicas y grupos de la sociedad civil, activan diversas iniciativas para apoyar a los pobladores del lugar; sabedores todos de que el gobierno no tiene casi nada para entregar y que, muy probablemente, como en otras ocasiones lo ha hecho, lo venda.

En medio de esta tragedia, el gobierno ha intentado desviar la atención culpando al «bloqueo» de Estados Unidos y a la falta de recursos internacionales.

En un mensaje publicado en sus redes sociales, Díaz-Canel agradeció a los «41 países y organismos internacionales» que se han solidarizado con Cuba, pero también rechazó la ayuda ofrecida por Estados Unidos, afirmando que lo único que el país del norte podía hacer para ayudar era «tumbar el bloqueo».

Este discurso ha perdido fuerza entre un pueblo que ya no se deja pasar gato por liebre tan fácilmente. Cada vez más cubanos entienden que el verdadero bloqueo que enfrentan no viene de fuera, sino de dentro: un gobierno que prefiere mantener su control a costa del sufrimiento de su gente, antes que aceptar la necesidad de cambios profundos.

Mientras Cuba se enfrenta a las secuelas del huracán Oscar, la pregunta que muchos se hacen es: ¿hasta cuándo podrá el régimen sostener esta fachada de control y estabilidad? El descontento es palpable, y aunque el miedo a la represión aún paraliza a muchos, las voces de protesta son cada vez más fuertes.

El joven que enfrentó a Díaz-Canel en Guantánamo no solo hablaba por él y por los 29 niños que estuvieron a su cargo, sino por millones de cubanos que se sienten abandonados, traicionados por un sistema que prometió protegerlos y ahora solo les ofrece promesas vacías.

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