La crisis del sistema ferroviario cubano se agrava con múltiples accidentes en el último año y una infraestructura en ruinas, a pesar de la inyección de capital foráneo.
A esta se une, la crisis de ómnibus urbanos. Y rurales también.
En un nuevo episodio trágico de la crisis que atraviesa el transporte ferroviario cubano, el ministro de Transporte de Cuba, Eduardo Rodríguez Dávila, se trasladó esta semana por varios municipios del país, incluido el municipio de Colón, en la provincia de Matanzas, para supervisar de primera mano los estragos de los varios descarrilamientos ocurridos en la isla en el último mes. Una alarmante cadena de incidentes han puesto al sistema ferroviario en el centro de la preocupación pública y el Ministro quiso tocar de la mano los mil y un problemas que son, no como el séquito numeroso de Alí Babá, sino como las noches árabes.
Según reportes en redes sociales «ajenas», el titular del ramo recorrió las instalaciones de la terminal de ferrocarriles de Colón.
Allí conversó con trabajadores del sector, con quienes abordó las deficiencias de las vías, problemas en el flujo de carga y el transporte de pasajeros, y subrayó la necesidad de que “ningún vehículo viaje vacío” para evitar la paralización del servicio, como indicó el portal oficialista Granma. El medio, con su rimbombante lenguaje dijo que la presencia de Eduardo Rodríguez por la zona, responde a una estrategia gubernamental destinada a “optimizar” un sector vital para la economía y la población, pero que en la práctica viene acumulando fracasos.
Un año negro para los trenes cubanos y para el Ministro de Transporte de Cuba
Lo cierto es que el Ministro no solo estuvo en Matanzas. A juzgar por sus publicaciones en su perfil oficial de Facebook se echó un viajecito por el Oriente primero viajando ahora a Occidente, siguiendo las «indicaciones» de la canción que cantaba Irakere, y si bien visitó bases de transporte de ómnibus, donde más hizo énfasis y demoró su presencia fue en los talleres de ferrocarriles; anunciando así el cierre de su periplo por Oriente, y prometiendo prontas visitas a Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus, Cienfuegos, Pinar del Río y Artemisa. De hecho, esta visita a Colón, lugar donde se descarriló un tren el pasado 10 de mayo, forma parte de este nuevo periplo.
Pero, ¿qué lugares visitó?
Ciego de Ávila, donde los problemas son tantos, que la extensión de su publicación en Facebook así lo amerita.
En esa provincia, en diciembre de 2024, un 74% del total de ómnibus con que cuenta el parque automotriz estaba fuera de servicio, según reconocía el diario de la región, el oficialista Invasor. Un mal que vienen arrastrando desde hace varios meses, si tenemos en cuenta que en febrero de 2023, la empresa de transportes nacionales de la provincia dejó al menos a 84.313 pasajeros sin viajar en todo el 2022; un mal que se mantuvo igualito – como el cuartico de la canción – hasta diciembre de 2023, a juzgar por las declaraciones hechas al propio semanario por Hernán Hernández Real, subdirector técnico de la Empresa Provincial de Transporte. En ese momento, el funcionario achacó la difícil situación a la carencia de recursos como neumáticos, baterías, y reconocía que en la provincia, solo estaban en funcionamiento ocho de las 17 guaguas con las que contaban.
Estuvo en Birán, Antilla y Rafael Freyre, donde visitó la estación ferroviaria de ese municipio.
Bastante extenso fue su trabajo en Holguín, a juzgar por tres publicaciones hechas. La primera donde habló del «restablecimiento del transporte en la provincia en general. Una segunda donde habló de tenazas para cargar vigas y traviesas ferroviarias; y una tercera donde habló de «los rostros de un taller», ferroviario también.
Tanto interés en mostrar los avances en el sector ferroviario no es gratuito. En los últimos doce meses han ocurrido varios descarrilamientos que evidencian la precariedad del sistema ferroviario. El accidente en Camagüey el pasado 27 de mayo de 2025 fue especialmente grave.
Días antes, en la noche de 10 de mayo de 2025, en un tramo de la Línea Central, cerca de Matanzas, se produjo otro accidente que involucró un tren cisterna cargado de alcohol, del que hablábamos en párrafos anteriores. Varias cisternas descarrilaron, una se incendió, provocando un incendio que afectó casi 100 metros de línea férrea. No se reportaron heridos, pero sí una parálisis temporal del servicio entre Mocha y Matanzas, según recogía el portal 14ymedio.com.
Ambos siniestros se inscriben en una serie de incidentes: en diciembre pasado hubo un choque entre dos locomotoras en Sancti Spíritus, que derramó combustible; en abril de 2024, otro descarrilamiento cerca de la misma zona y, en septiembre de 2024, más trenes descarrilaron en Jovellanos, también en Matanzas, sin víctimas pero con interrupciones graves; todos sucesos «lejanos en el tiempo», pero es que el presente no es muy distinto; y de ello da fe el propio Ministro de Transporte de Cuba.
En junio 6 hablaba del restablecimiento del servicio en el llamado Tren Universitario, que cubre diariamente – cuando hay combustible – el trayecto que media entre la cabecera provincial de Villa Clara, la ciudad de Santa Clara, y la Universidad Central de Las Villas, «Marta Abreus».
Tres días después abordada los pormenores del proceso de «recuperación tras descarrilamiento del tren Holguín-Habana en Camagüey», ya mencionado anteriormente, en el que el Tren Extra #16, que circulaba entre Holguín y La Habana, se salió de los rieles en el kilómetro 522.6 en la zona de El Cárnico el pasado 27 de mayo. El incidente volcó una locomotora y dos coches, resultando en 18 heridos, algunos con fracturas, aunque sin consecuencias mortales. Testimonios indican que alrededor de 500 pasajeros viajaban en ese tren, de los cuales 250 fueron evacuados en ómnibus y el resto regresó vía otro tren en refuerzo.
Pésima infraestructura, promesas vacías
Expertos citan que el 67 % de las vías y el 40 % de la infraestructura ferroviaria en Cuba se encuentran en estado crítico, sin mantenimiento adecuado . Literalmente, el país que pudo recordarse por una red ferroviaria relativamente eficiente tras la llegada de cemento soviético y locomotoras en décadas pasadas, hoy enfrenta un sistema tecnológicamente atrasado y peligroso.
Desde entonces, los puntos de “gloria” quedaron como recuerdo: líneas recuperadas, tramos restaurados, promesas y anuncios mediáticos. Pero en la realidad cotidiana, los viajeros enfrentan trenes en mal estado, demoras, falta de seguridad, vagones deteriorados y constantes riesgos de accidentes.
Las visitas del ministro Rodríguez Dávila por tantos parajes de la geografía cubana, hecha en auto aparentemente, no cambia la realidad a mediano plazo. Entre el humo de cisternas incendiadas, las vías debilitadas y la angustia de quienes viajan, la tragedia cotidiana ha tomado cuerpo en la isla y se ha entronizado en el malestar popular. En Colón prometió mejorar la calidad de las vías, cumplir con un funcionamiento eficiente y reiteró que los trabajadores han de evitar circular en vacío. Sin embargo, estas palabras chocan con un sistema en ruinas: hormigón fisurado, rieles doblados, frenos poco fiables, coches que rechinan, y trenes que se escapan de las vías sin aviso… ¡para no hablar del transporte por ómnibus!, igual de defienciente.
Además, los costos no se limitan a lo económico. Estudiantes, trabajadores, familias enteras han sufrido cancelaciones, demoras o han arriesgado su vida intentando continuar su viaje. La Línea Central, columna vertebral de la red ferroviaria, se ha convertido en un corredor de peligro: 5 descarrilamientos solo en Matanzas–Sancti Spíritus en un año, para no hablar de los accidentes en carretera.
Los post en Facebook del Ministro de Transporte de Cuba hablan de brigadas móviles, grúas, peritajes, comisiones investigadoras. No obstante, hace falta una verdadera reestructuración: inversión seria, diagnóstico preciso, replanteo técnico, participación de expertos independientes, transparencia en los hallazgos.
Y mientras, el ministro recorre estaciones y los trabajadores replican un discurso que repite lemas de eficiencia y superación de dificultades, lo cierto es que el horror sigue presente los martes por la noche, o un viernes por la madrugada, cuando el estruendo de un descarrilamiento, el humo del incendio, la sacudida súbita y el peligro se imponen de un momento a otro. Es una Cuba sin carreteras en buen estado, donde en cada kilómetro maltratado se juega la vida, donde los trenes, otrora emblema de avance e integración, ahora simbolizan la caída de todas las esperanzas.